Suceso extraordinario en el Marquesado

De Granadapedia
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Documento hallado en el Archivo Histórico Nacional (Madrid), entre la documentación localizada dentro de la Sección Osuna. Se trata de una relación acerca de un suceso que debió de commocionar o al menos impresionar a la población del Cenete a comienzos del siglo XVII.

Tal acontecimiento quedaba resumido en la carátula que custodiaba el documento en sí de la forma siguiente:


Relación que el Ynquisidor Caldera de Heredia hizo en una carta al sor Duque del Ynfantado a 14 de octubre del año 1608 de los gemidos tan grandes que entre las hazas de trigo, mieses del Campo, y entre las Viñas que en el término y Marquesado del Cenete se oieron por algún tiempo".

Se encontraba guardado en el cajón 15 Legajo 6 número 15 en su catalogación antigua. Se trataba de una copia de la carta que dicho Inquisidor dirigió al Duque y señor del Marquesado. Tiene fecha de 29 de septiembre, es decir pocos días después de ocurridos los hechos. Es alcalde de Huéneja Francisco López de las Doblas, nuevo poblador originario de Benamaurel. El documento comienza del tenor siguiente:


«Por una V. E. de los 29 de septiembre que halle en mi cassa quando/ volví del Marquesado del Çenete veo que me manda que avise a V. E./ del tiempo que ha que se començaron a oyr los gemidos en las viñas de la/ Calahorra y satisfaciendo a lo que V. E. me manda y lo que al pie/ de la carta V. E. sobreste caso me manda satisfare con toda verdad/5 de lo que supe por relacion y de lo que oy yo-/

Yo llegue a la villa de Xerez primer lugar del Marquesado/ en el camino de Granada a los 4 de septiembre y supe alli del be/ nefiçiado y de otras personas de credito que estando segando los/ panes por el mes de junio a los postreros del, oyeron los gemidos/10 que a V.E. tengo escriptos en una haza de unabiuda que llaman/ La de Juan Calvo y dizen los segadores que los gemidos se les vinie/ ron açercando de manera que entre los hazes del trigo que hazian los/ oyan y que se les açercaron tanto que entre las mises (sic) que cortavan oyan/ los gemidos y ninguno vido cosa alguna, duro esto como quinçe dias/ 15 y nunca mas los oyeron en Xerez a donde se dixeron algunas/ misas por si era anima que padecía-/

Por el mes de Jullio se bolvieron a oyr los gemidos dichos en/ unas hazas de la villa de Aldeyre del mismo Marquesado/ y dixen los peones que sagavan que los oyan tan çerca que con las puntas/ 20 de las hozes andavan buscando a quien gemia entre las cañas/ del trigo nunca vieron cosa alguna, duro en Aldeyre oyr los gemi/ dos hasta los postreros de Jullio, y aviendo çesado alli desde a pocos/ dias que fue a los primeros de Agosto -/

Se començo a decir que se oyan los gemidos dichos en unas viñas/25 de la Calahorra que estan en el camino que se va de la Calahorra para/ Guadix y a la fama començaron a salir algunos vezinos del lugar a/ pyrlos y todos los oyan a qualquier hora del dia o de la noche que fuesen/ horafuesen muchos o pocos los que los yvan a oyr esto me escrivio/ el governador del Marquesado del Çenete y yo apresure mi jornada/ 30

[fol. 1 v.]

para alla pues la avia de hazer y fuy con cuydado en/averiguar la verdad del caso que halle que todo lo que se me/ avia escripto era verdad como queda referido y para mas/ satisfacción mia, fui a oyr los gemidos el sabado siguiente/ seys de Septiembre y lleve conmigo a dos benefiçiados/ 35 el de la Calahorra y el de Alquife al Governador y a el/ Mayordomo a un ginoves que se llama Juan Ambrosio Bon/ danai y un medico que yo avia llevado de Granada/ para el Marquesado y los criados de todos los que he/ nombrado y pusimonos en dos partes dividiendo los sa/40 çerdotes de manera que los dos benefiçiados estavan con una/ tropa de gente de la una parte de la viña donde se solian/ oyr y un capellan mio y yo estavamos de la otra parte/ de la viña y al cabo de un quarto de hora se començaron/ a oyr los gemidos apartados de todos que no sonaron en /45 medio de nosotros sino apartados, fuymonos hazia donde/ sonavan y luego se oyeron adonde nos aviamos apartado/ y estuvimos quedos y al cabo de otro cuarto de hora/ sonaron en medio de las dos tropas de gente que digo y/ fuymonos juntando y mirando con mucho cuydado todas/50 las vides y no hallamos cosa alguna, dio la primera/ vez nueve gemidos la segunda once, y la tercera ocho/ oy(e)ronse quanto dos tiros de ballesta estando atentos/ son unos gemidos que no causan horror ni espanto/ ni se eriza el cabello pero en general causan una/55 lastimosa conmiseraçion como de hombre o anima/ que padece y mueve a los que los oyan a que le digan/ misas y rueguen a nuestro señor por el paçiente y hagan/ otras obras pias como se le han hecho y hazen y dicho muchas misas/

Fuy otra vez a oyr los dichos gemidos y lleve conmigo a los /60 que arriba digo y dividimonos como y avien/dolos oydo dos vezes nos començamos a allegar los unos/

[fol. 2 r.]

a los otros y dio un gemido muy grande en medio de las dos/ tropas de gente que nos yvamos ajuntar y escuchamos y dio onçe/ gemidos mas reçios y lastimosos que hasta alli y yo dixe que nos/ 65 hiziesemos un çerco y nos fuesemos juntando hasta llegar al lugar/ donde lo avian salido los gemidos y llegando çerca dixele que/ de parte de Dios le pedia me manifestase su pena que le prometia/ todo lo que yo pudiese para su descanso y esto dos vezes, no res/pondio,llegamos mirando con cuydado no hallamos ni vimos/ 70 cosa alguna y esto es lo que mas me ha admirado que si fueran/ quatro maravedíes de açogue no se nos pudiera esconder, finalmete/ no hallamos nada y bolvimonos aviendo pasado los dicho-/ El beneficiado de la Calahorra la ha conjurado algunas/ vezes y no ay sacarle palabra-/75

Supo esto el Obispo de Guadix, llamo al benefiçiado y/ pidiole quenta de lo que avia çerca de los gemidos, diosela el/ benefiçiado. mandole que la conjurase de nuevo, alo hecho/ de dia y de noche y no ay novedad ni habla palabra-/

La guarda de las viñas llame como a los 19 de septiembre/80 y muy en particular le pregunte lo que pasava de noche por/ que tiene la cavaña a lalinde de la viña donde se oyen/ los gemidos y me respondio que no oya mas que los gemidos como/ los dava de dia y que una noche como a la una estando/ a la puerta de su cavaña con su lançon en la mano vido/85 venir hazia el un bulto como de un mastin grande/ y bolvio el lançon para dalle con la punta y no hallo otra cosa/ ninguna ni vido el bulto-/.

Después como a los 20 del ducho mes le made traer otra/ vez a la guarda diche delante de mi y me dixo que de quatro o çinco noches como/ a las nueve començava un ruydo muy grande en la viña/

[fol. 2 v.]

que paresçia que andavan quinientos mill de a cavallo en ella/ y que no dexavan arbol ni copa en pie y que esto avia du/rado hasta las doze poco mas o menos y que luego çesava/95 y se oyan de nuevo los gemidos como de antes y que/ avia ya tres noches que se venia a su cassa y no osava/ bolver a la viña hasta pasada la media noche y/ que a aquella hora yva sin temor por aver ya pasado/ la hora en que oya aquel ruydo que tanto temor, le dava porque los gemidos dezia que ya le hazian compañía"»[1]


Contexto histórico

Hasta aquí la narración pormenorizada de estos hechos que sin duda hemos de enmarcar en un contexto cronológico determinado. Tuvieron lugar entre junio y septiembre de 1608, unos meses antes de la expulsión definitiva de los moriscos de España al año siguiente. Reina por entonces Felipe III. Pero no es esta la única coincidencia. Por estos mismos años y con posterioridad, en la Alpujarra están ocurriendo fenómenos parecidos que hacen referencia a «invencion de unos cuerpos humanos en el Lugar de Veyres (...) y de unas luces en un monte frente de la iglesia del referido lugar de Veyres»[2] en 1600, siendo arzobispo de Granada Don Pedro de Castro Vaca y Quiñones. El dato está extraído de las famosas Actas de los Mártires de Ugíjar mandadas realizar en 1668 por Don Diego Escolano, entonces arzobispo de Granada, donde se recogen de forma exhaustiva las investigaciones llevadas a cabo por Juan de Leyva, su visitador general en la Alpujarra, con el fin de conocer con exactitud los martirios sufridos por 3.000 cristianos a manos de los moriscos rebelados en 1568. Se pretende trasladar tan voluminoso expediente hasta Roma con el fin de conseguir del papa Clemente X su canonización. De la información obtenida tanto de relaciones y memoriales, textos jurídicos y testigos de "vista" como de "oído", es decir, por escritos coetáneos de los hechos, de fechas cercanas o conservados en manuscritos en poder en muchos casos de familiares de las víctimas y otras fuentes se han obtenido datos que, como el de Veyres dan fe de la concienciación que una parte de la sociedad del reino de Granada tiene sobre tan trágicos sucesos, que habría que relacionar sin duda con el fenómeno reciente de los libros plúmbeos del Sacromonte e incluso con San Cecilio. Dicha información que tiene lugar entre el 26 de noviembre de 1668 y el 30 de enero de 1669 en un total de veinte poblaciones, hace mención a la presencia de luces misteriosas o cruces en el aire en diversos lugares de la Alpujarra: Lauxar de Andarax, Mayrena, Presidio y Fondón, Ugíjar, Berchules, Alcútar, y Bayárcal, esta última población muy cercana al Marquesado. Estos hechos tendrían lugar hacia 1630 aproximadamente pues los testigos que declaran en 1668 hablan en pasado de «haría más de treinta años». Pero serán sin duda los sucesos de de Veyres los más próximos y el antecedente quizás más directo de lo ocurrido en nuestra comarca. Especialmente en lo que se refiere a metodología de campo aplicada a la investigación del fenómeno, aunque aquí se trate de luces y no gemidos. La información parte de la curia del arzobispado de Granada cuyo titular es el mismo D. Pedro de Castro Vaca y Quiñones. D. Pedro de Villarreal, su visitador general es el responsable de la misma. Entre los numerosos testigos interrogados figura Pedro Hernández (fol. 308 v.), quien manifiesta que la visión de estas luces se remontaba a diez años atrás (1590) y que en 1598 y después las volverá a contemplar siendo ya de noche en otras dos ocasiones. En una de ellas se le acercó hasta cicuenta pasos pero sin ver persona que llevase la luz. Las diligencias practicadas in situ se parecen mucho a la llevadas a cabo en el Cenete: apostamiento de investigadores en dos grupos a ambos extremos del haza, pero con resultado similar. Uno de ellos en el cerro frontero a la iglesia donde están dos cruces ( una de San Cecilio) y el otro en la propia iglesia. Se oyen voces y correrías de bultos en ambos sentidos, se cambian de lugar pero no se averigua nada en claro de forma que las luces no se ven "debajo de las peñas" (fol. 311 r a 312 v.). Se dan las explicaciones más peregrinas y curiosas por parte de los testigos: «le parecio ( a este testigo ) que vio un resplandos de llama como suele quedar quando un paje tiene encendida un hacha de cera, y la mata hurtandole el cuerpo á la luz que queda apartada de el hacha como un pavilo».[3]

Todos estos fenómenos, como podemos observar, ponen de manifiesto dos hechos claves para entender su significado, de un lado, el recuerdo vivo aún de la rebelión de 1568 y los hechos que le siguieron y la presencia todavía de algunos moriscos más o menos integrados, colaboracionistas o esclavos en la Alpujarra y Marquesado del Cenete. Así por ejemplo en 1583 Francisco y Diego de la Torre Zayzay, moriscos, se dedicaban a la compra y venta de ganado en Huéneja y otras poblaciones del entorno, o la mención a la casa del también morisco Diego Çaiçar en el libro de Repartimientos de Huéneja nuevamente realizado en 1595 cuya memoria perdura en los recién llegados. Del otro, el bandolerismo de los últimos monfies hasta 1573 (Joraique), cuando los primeros repobladores intentan asentarse desde el año anterior en el hueco dejado por la mayoría morisca ausente. No debemos olvidar que una de las últimas expulsiones masivas de esta zona tuvo lugar en 1584, tampoco que en 1588 se realizan todavía cabalgadas y reductos por los vecinos del marquesado en defensa de las poblaciones y que hasta 1590 se pregona la Milicia en todo el reyno de Granada y la defensa de la guarda de la costa. Es decir, el temor al morisco y la inseguridad está aún presente en la mentalidad social de la época, amortuguada en el Cenete por la presencia del señorío y sugobernador, al amparo protector de la fortaleza, pero que vive de primera mano el suceso que narramos y que ante el temor de que muchos de los nuevos pobladores deserten deje en sus manos la defensa del territorio, proporcionándoles en 1572 las armas necesarias. Y esto pese a la davertencia de los capitanes de la bisoñez y falta de experiencia militar de los recién llegados. Frente a ello, la labor pastoral de la iglesia, potenciada desde el obispado de Guadix, preocupada por la reconstrucción de los templos derruidos durante la rebelión y la conservación de sus privilegios recaudatarios de diezmos, enfrentaba a los sucesivos marqueses del Cenete, a la vez que intenta dignificar las costumbres de los fieles a través de sus mandatos y visitas diocesanas, en un claro intento de aplicar en toda su extensión la disciplina tridentina. La inquisición como elemento de control ideológico del dogma catñolico y, junto a ello, la religiosidad del pueblo llano, imbuida no pocas veces de superstición y tenor que intenta diluir a través de su fe ciega y su práctica religiosa en el ritual cotidiano de los actos culturales y de sus numerosas cofradías y hermandades constituyen el último elemento aglutinador de este panorama. No es casualidad tampoco en este sentido que la creencia en las ánimas esté presente en el texto transcrito pues forma parte de la creencia popular que le lleva por ejemplo en los testamentos a incluir mandas de misas destinadas a las "ánimas del purgatorio". Éstas en muchos casos se habrán de decir en el altar de la capilla de Nuestra Señora de la iglesia mayor de Guadix (catedral), como ocurre en el primer testamento conservado en Huéneja, redactado en 9 de abril de 1583 y correspondiente a Juan Rodríguez Serrano, uno de los primeros pobladores (suerte 21ª) y en otros muchos posteriores a él. [4]

En definitiva, un suceso como el narrado más arriba pone de manifiesto el clima de ebullición social en que se dabete la sociedad española, especialmente la del reino de Granada y Cenete en particular, donde se evidencian todos estos elementos -social, político y religioso- en una amalgama de intereses y conflictos difíciles de resolver, pero que denotan sin lugar a dudas, entre otras cosas, un intento claro de supervivencia y adaptación del nuevo poblador frente al poder establecido. Es curioso constatar, por otra parte, como mientras este acontecimiento tiene lugar en nuestra comarca, en las alturas se están ultimando los preparativos para la expulsión definitiva de los moriscos en 1609, pese al intento de conciliación de los libros plúmbeos del Sacromonte (1595-1599) en el que el mencionado arzobispo de Granada don Pedro de Castro se hallará implicado al aceptar sus tesis[5] y mientras se está edificando la aún inconclusa abadía del Monte Sacro.



Notas

  1. Archivo Histórico Nacional. Leg. 1892 Doc. 4
  2. Libro de las Actas Martiriales de Ugíjar. 1668
  3. Ibidem
  4. Archivo Parroquial de Huéneja (APH). Leg. 89. Sección Testamentos.
  5. Los cristianos viejos entroncaron su pasado tras ocho siglos de paréntesis islámico y los moriscos defienden su derecho a permanecer en España por ser descendientes de San Cecilio, de origen árabe.

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