Historia:Baza

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Así comenzó todo

Desde hace cinco millones de años hasta hoy, las Hoyas de Guadix y Baza han sido cuencas alojadas entre montañas, con uno o dos lagos centrales y atrapadas entre las cumbres de las sierras que las rodean. En su evolución, han ido subsistiendo respecto de las elevaciones circundantes pero, a su vez, se han elevado sobre el nivel del mar, viviendo un proceso de relleno de esos lagos, en los que se han ido depositando sedimentos y enterrado muchos fósiles e industrias líticas.

En el Pleistoceno superior, entre hace 100.000 y 17.000 años, se produjo la captura de las aguas del lago de Baza por el río Guadalquivir, a través de su afluente, el Guadiana Menor, quedando a la vista la erosión producida por las aguas la cual permite ver, en las laderas de las cañadas y de los barrancos, importantes afloramientos paleontológicos y arqueológicos que han venido siendo objeto de diversas investigaciones.

Hacha de sílex En trabajos arqueológicos realizados en los yacimientos de Baza, Barranco León y Fuentenueva, fueron hallados una mandíbula, un cráneo y varios colmillos de annancus, elephas y mamuthus ("bisabuelos” de los elefantes actuales), con una edad de unos cuatro millones de años, así como también restos fósiles de bóvidos, cérvidos y caballos, junto a restos de un cráneo de hipopótamo, si bien, desde el punto de vista de poblamiento, lo más interesante son unas 50 piezas líticas, que hubieron de ser fabricadas por seres humanos, con una antigüedad de unos 1,8 millones de años, lo que se puede asociar con la época de aparición de los primeros homínidos europeos.

En cuanto al momento preciso en que fue creada la ciudad y como quiera que, a donde no llega la ciencia aparecen la sabiduría y las leyendas populares, mezcladas con las ciencias más puras, se cuenta como son varias las teorías que hablan del origen de Baza. Una de ellas precisa, con total exactitud, su fundación por Beto, descendiente de Jafet, allá por el 1810 a.C. Otra de esas leyendas la relaciona con Testa, personaje fantástico, provinente de una importante dinastía africana. También es africano el origen que le dan quienes relacionan el nacimiento de Baza con el de la ciudad cartaginesa de Baste. Otra teoría relaciona la fundación de Baza con la también africana Cartago, apoyándose para ello en la denominación fenicia de Batzi (zona pantanosa), pues no en vano se ha de olvidar que las actuales llanuras fueron, como queda dicho, el fondo de un inmenso lago salado, que aún conserva conchas de animales, como testigos de ese pasado marino.

En el terreno de lo cierto, se cuenta con innumerables vestigios arqueológicos repartidos por la región bastetana, que permiten afirmar que hubo presencia humana, en estas tierras, en el periodo conocido como Paleolítico. Se trataba de una población cazadora que, allá por el siglo VI a.C., que acabó transformándose, según las nuevas corrientes neolíticas, en pobladores dedicados al cultivo de la tierra y a la ganadería. Modernas investigaciones y excavaciones, como las de la vecina localidad de Orce, sitúan a estos pobladores de la especie humana, llegados por el sur, como los primeros pobladores españoles.

Épocas

Época Íbera

Pasa el tiempo y la altiplanicie bastetana sigue siendo lugar escogido como asentamiento por varias culturas, si bien de la que más se habla por motivos obvios, es de la del pueblo íbero, allá por el siglo IV a. C., quienes solían asentarse en rutas establecidas con anterioridad por los fenicios. La gran cantidad y valor de los restos hallados, pertenecientes a esta época, confirman la importancia que la Baza ibérica debió tener, pudiéndose afirmar también, que tuvieron que tener relaciones con otros pueblos colonizadores, tan importantes como los griegos, debido a la presencia de abundantes cráteras italiotas usadas como urnas cinerarias. Los Íberos-bastetanos de la época, fueron evolucionando y se empezaron a diferenciar en grupos según las actividades que realizaban: de una parte, los agricultores y ganaderos y, de otra, los que explotaban los minerales de la zona, utilizando fundamentalmente el cobre que extraían de la Sierra de Baza. Skyfos propia de una época en la que hubo de haber contactos con pueblos griegos y fenicios Estos grupos llegaron a tener modos de vida bastante diferenciados y se habla incluso, según Ptolomeo, de que el pueblo ibérico de los bastetanos, que debió ser el heredero de los mastienos o bastienos de la época tartésica, se dividía, en dos ramificaciones: los bástulos, al oeste y los bastetanos propiamente dichos, al este. Ambos ocupaban una gran parte del sureste español, en la que se incluía la actual provincia de Almería, la casi totalidad de la provincia granadina y amplias zonas colindantes de las provincias de Málaga, Jaén Albacete y Murcia. Cerro Cepero, lugar de hallazgo de abundantes vestigios El paraje de la zona del Cerro Cepero, próximo al Río de Baza y lugar de aparición de la Dama de Baza y del Torso del Guerrero de Baza, debió ser la necrópolis del asentamiento ibérico, uno de los más antiguos de España, el cual desempeñó un importante papel en el control de las rutas que comunicaban el sureste murciano con la Alta Andalucía y las ricas minas de Cástulo (Linares), aunque su economía predominante se basaba en el cultivo de los cereales de secano.

Época Romana

Los romanos ocuparon la Península Ibérica en el siglo II a.C., concretamente en la década comprendida entre 190-180 a.C. y, junto a las altiplanicies orientales, englobaron nuestra ciudad en la provincia Tarraconense del Imperio, que estaba dividida a su vez en siete “conventos jurídicos”, en uno de los cuales, el cartaginense, ubicaron a las comarcas bastetanas.

Ello trajo cambios muy importantes, no sólo en el modo de vida de la población, sino en la política territorial que aplicaron los conquistadores, que para Basti supuso pasar a ser considerada ciudad estipendiaria, sometida por tanto al pago de innumerables impuestos, mientras que a Acci (Guadix) se la consideró colonia, con lo que gozó de más privilegios, tal vez por tener más población romana entre sus habitantes. En cualquier caso, las ciudades romanas de Baza y Guadix, fueron entonces más importantes que la actual Granada.

A pesar de no tener mucha población romana, Baza tuvo un aceptable nivel de poblamiento, basando su economía no ya sólo en la agricultura, que ese vio afectada por la centuración o parcelación agraria que los romanos aplicaron en la zona, sino también en la extracción de oro y plomo (galena) de la Sierra bastetana.

En cuanto a la ubicación concreta de la ciudad romana, poco se sabe, si bien sí hay datos del descubrimiento de diversos restos que incluyen una placa de mármol con un relieve de Mercurio, dedicada a Cornelio Materno, aparte de la cita de Magaña relativa a una colección de 76 monedas de plata y 250 de bronce.

Recientemente, en agosto de 1992, el equipo del Profesor Nicolás Marín, realizó el hallazgo de diversos restos romanos en el paraje del cerro Cepero, los cuales parecen venir a confirmar que fue este lugar el elegido para el asentamiento de la romana Basti.

En cualquier caso, la Baza romana nos dejó pruebas de su importancia, ya que mereció la atención de personajes de la talla del general cartaginés Amílcar quien, según relato de Tito Livio, murió en su huida hacia Basti, al ser derrotado por el caudillo hispano Orisón en el año 230 a.C. Años después, durante las Guerras Púnicas, Publio Cornelio Escipión, que conquistó Cartago Nova el 1 de abril del 209 a.C., para controlar el levante e intentar, por segunda vez, la conquista del valle del Guadalquivir, encargó a su propio hermano, Lucio, la ocupación de la Bastetania, operación que acabó con una gran batalla en Auringuis (Jaén).

Otros datos que hablan de la importancia de la Baza romana fue el haber sido una de las ciudades aspirantes a la creación de la sede de San Tesifón, uno de los siete varones apostólicos y también el hecho de que al Concilio de Elvira (siglo IV) asistió el obispo bastetano Eutiquiano.

Por último, a modo de curiosidad, comentar que según la Xeografia de Estrabón (63 a.C. – 24 a.C.), famoso geógrafo e historiador griego, también destacaban los bastetanos en otra cosa, en que “[...] en la Bastetania, las mujeres bailan mezcladas con los hombres y lo hacen cogiéndose de las manos” (Str. III.3.7)

Época Visigoda

A principios del siglo V, el Imperio Romano, empezó a sufrir la invasión de Ostrogodos, Sajones, Francos, Alemanes, Burgundios, Cuados, Visigodos, Vándalos y otros pueblos bárbaros, que llevaron al pueblo visigodo a dominar toda la Península, dominación que duró hasta que, en el año 712, el califa Muza Ben-Nozair se apoderó de casi toda el territorio peninsular.

La Bastitania pasó a ser una de las nueve provincias peninsulares, llamada Oróspeda, bajo una organización visigoda, con un rey al frente, quien nombraba un duque para dirigir cada provincia, el cual nombraba a su vez, a los condes que controlaban cada distrito en que estaban divididas las provincias.

La derrota de suevos (411) y bizantinos (625), les permitió crear un solo reino peninsular.

Alrededor del año 550, el visigodo Atanagildo, descontento con el rey Argila, pidió ayuda a Justiniano, emperador bizantino para combatirle y este acabó apoderándose de lo que hoy es Andalucía e implantando aquí la cultura bizantina. Mientras tanto, se desarrollaron continuas batallas entre arrianos y cristianos, que en la zona de Baza tuvieron lugar por el año 570 y durante dos años, para acabar favoreciendo al rey Leovigildo, el cual expulsó a los bizantinos y acabó retomando el poder en toda la Península. Después, su hijo Recaredo, convertido al cristianismo, impuso esta doctrina en todo su reino, a pesar de los vanos intentos de los arrianos por destronarlo. En cuanto a otros hechos concretos relacionados con Baza, podemos hablar de la presencia del Obispo bastetano en el tercer Concilio de Toledo, pero poco más, y es que a pesar de haberse hallado cerámica ordinaria de esta época en algunos yacimientos, los datos que se tienen son más escasos que los de épocas anteriores.

Época árabe

Los visigodos se vieron inmersos en un periodo de crisis internas, que les llevó a guerras con las que pretendían acumular más poder pero que sólo les ocasionaban, cada vez más, crisis internas. Ello fue aprovechado por los musulmanes que, en apenas cuatro años, conquistaron la Península Ibérica. Así, en el año 713 los árabes estaban ya instalados en Baza, ciudad que recibió el nombre de Madinata Bastha y que estuvo bajo su dominio hasta el 4 de diciembre de 1489. Muchos siglos de estancia, pues, hicieron que la huella árabe quedase marcada en todos y cada uno de los rasgos bastetanos. Lo cierto, en todo caso, es que aún hoy pueden apreciarse en Baza las calles estrechas y abrigadas del calor, hechas sin lógica alguna, así como los adarves o callejones sin salida (Poyo Gato, el Corralazo,...), que sólo servían para dar paso a un grupo de vecinos, algo muy propio de las ciudades árabes, pueblo que también nos dejó muchos de los nombres de lugares y palabras de nuestro vocabulario más común. La vida va transcurriendo así, hasta que, en el siglo XI, surgen los llamados Reinos de Taifas, ante las disputas y revueltas que había en los distintos territorios del ya desaparecido califato cordobés, dando lugar a un desmembramiento y una disgregación del imperio musulmán, que fue aprovechado por las tropas cristianas para avanzar, ante la debilidad de estos reinos, que llegaron a ser hasta veintiseis, muchos de los cuales acabaron pagando tributos (parias) a los cristianos por el simple hecho de permitir su existencia , mientras peleaban y conspiraban entre sí.

Esta situación provocó la llegada de más invasiones musulmanas, y tras la de los almorávides en 1086, tuvieron lugar la de los almohades en 1145 y la de los benimarines en 1224, todos ellos con la intención de ayudar a recuperar las tierras perdidas ante los cristianos. Fue precisamente la llegada almohade a Baza la que acabó con el Reino Taifa que se había formado aquí, junto con Guadix, y que duró de 1145 a 1156, teniendo a su frente, en primer lugar, a Abu Al-Hasan Ben Nasr, a quien siguió Ahmad Ben Muhammad que, a su vez dejó paso, en 1151 a Muhammad Ben Abd Allah que permaneció en el poder hasta la ya citada llegada almohade en 1156 y que supuso, además la incorporación de ambas ciudades al Reino Nazarí granadino.

Allá por el siglo XII, Baza era una ciudad que debía tener algún tipo de muralla, aunque de poca consistencia, sobre todo en la Almedina, y que incluso podría haber sido simples tapias en algunos de sus arrabales. Restos de la antigua muralla bastetana en las confluencias de las calles Dolores y Zapatería

Sin embargo, este aspecto defensivo, debió ser corregido por los primeros árabes ya que, en el siglo XV, el cronista de los Reyes Católicos hablaba de un muro, muy fuerte, en torno a la ciudad, con cuatro puertas (Arco de la Magdalena, calle Mesto, Cuesta Aduana y plaza San Francisco) y algún otro tipo de construcción más débil para proteger los arrabales, que quedaban en el exterior de la muralla principal, aunque también con sus puertas correspondientes. En sitio predominante y de difícil acceso, seguramente la actual Alcazaba, estaba el alcázar, dotado de altas torres y fuertes muros.

En la confluencia de las calles Dolores o Cava Baja y Zapatería se puede ver hoy uno de los escasos restos del muro principal de la ciudad.

Los últimos años árabe-andalusíes estuvieron salpicados de varias contiendas que garantizabanuna constante actividad bélica. En 1232, Muhammad [I] Ibn al-Ahmar, conocido como El Rojo, se proclamó emir de Arjona, Jaén, Guadix y Baza para, cinco años más tarde, ser reconocido emir en Granada, acabando con el dominio almohade, proclamándose rey y dando lugar a la formación del reino nazarita, momento a partir del cual, Baza empiezó a incrementar su importancia, que alcanzaría su máximo desarrollo entre los años 1350 y 1406, después que Abu Valid recuperase la ciudad en el 1325, en una contienda en la que los árabes ensayaron la utilización de la artillería, por primera vez en Europa. Bombarda utilizada en la Toma de Baza, hoy en los soportales del Museo Municipal Por aquella época, Baza respondía perfectamente a la estructura usual en la construcción de las ciudades árabes en las que, a pesar del desorden aparente, el mundo islámico las dotaba de unos cánones estructurales muy concretos, formados por tres elementos básicos: el alcázar, la almedina y los arrabales, que se corresponden con otras tantas zonas de la actualidad. La Alcazaba corresponde al primero de ellos, mientras que la almedina estaba formada por las zonas comercial, religiosa y administrativa, siendo la Mezquita (la Iglesia Mayor en el caso de Baza), el eje neurálgico de la población en cuya alcaicería se comerciaba con seda, se hilaban tejidos y estaban las tiendas y las oficinas de los cambistas y es que Baza, que ya fue un importante centro comercial durante la época romana, alcanzó con los árabes su época de mayor esplendor.

En cuanto a los barrios periféricos o arrabales bastetanos, eran los de Marzuela o Marasuela (Santiago), Calacajar (entre Dolores y Calle Ancha), Churra o Churriana (zona de la Merced, barrio cristiano al que se le permitió construir una iglesia), Algedid (San Juan), Al-Rabal-Hédar (Rabalía) y los llamados “otros barrios de arriba” en el Libro del Repartimento (Razalov, Chorrillo, etc.).

Y como buena ciudad árabe, otro de los elementos característicos de la Baza de esta época eran los jardines y huertos, repletos de árboles, flores, frutas y verduras, y las casas con albercas o surtidores, tan propios de la cultura islámica, todo ello rodeado de una notable cantidad de huertas y cultivos, favorecidos por la presencia de innumerables arroyos, rodeando la ciudad. Por cierto que el autor de la "Descripción del Reino de Granada", Ibn al-Jathib, comenta en su obra la abundante producción de miel de las tierras granadinas, de entre las que destacaba la calidad de la miel bastetana.

En cuanto a población, a finales del siglo XV, el censo hablaba de más de 10.000 pobladores, a los que había que unir la guarnición militar y las gentes de la huerta y alrededores.

Por esta época hay datos de la muerte en tierras bastetanas del noble García Lasso de la Vega, escudero de D. Rodrigo Manrique, padre del famoso poeta, a consecuencia de una flecha musulmana envenenada que se le clavó en la garganta durante el asedio a nuestra ciudad, en el año l456. Años más tarde, fue el propio Jorge Manrique quien resultó hecho prisionero en otra refriega, aunque salió mejor parado que su hermano Rodrigo, que murió en uno de los primeros combates de la toma de la ciudad.

El siglo XV comenzó también con un periodo de mucha inestabilidad, llegándose así hasta 1489 año en el que, tras seis meses de un asedio constante, el ejército cristiano, formado por más de 50.000 hombres bien armados y pertrechados, entra en la ciudad, por la puerta de la Magdalena, el día 4 de diciembre, imponiendo los Reyes Católicos a su defensor, Cid-Hiaya, el deber de recibir el bautismo, tras lo que pasó engrosar las huestes cristianas con el nombre de D. Pedro de Granada. Escudo de Cid-Hiaya una vez convertido al cristianismo, como don Pedro de Granada

Dato importante del asedio a la ciudad es el hecho de que, para que resultase más fácil, se encargó a Guitierre de Cárdenas la tala de innumerables árboles de las afueras de la ciudad, con la ayuda de 2000 hombres de a caballo, 5000 peones y 4000 hombres más que asolaron y destrozaron la vega bastetana, durante cuarenta días, utilizándose la madera talada en la fabricación de empalizadas y otras construcciones para el asalto a la ciudad.

A partir de aquí empieza una época de fuerte decadencia que acaba con todo el esplendor e importancia de la ciudad.

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