Ganadería en Monachil
La agricultura y la ganadería han sido la basa de la riqueza pasada, han inspirado las costumbres, las fiestas y toda la cultura local de Monachil. Hoy ya no es así, aunque sigue siendo esencial en el pueblo.
En otros tiempos había más de 15.000 cabezas de ganado, de las que 6.000 eran cabras, y ovejas; dieron muy buen resultado y vivieron muchas familias de ellas, cuidándolas y vendiendo la leche y la carne. Eran además, muy útiles para estercolar: el ganado se arreílaba cada noche durante el verano en un sitio distinto de la finca, dejando al cabo de unos días todo el lugar abonando con estiércol.
Desaparecieron en su mayoría con la repoblación con pinos, hace unos 30 años; incluso cayó la agricultura, porque no podía existir sin ese abono.
Hoy podía entrar el ganado de nuevo en esos pinares porque los ejemplares, adultos ya, no sufren daño.
Hay una familia que aun tiene unas doscientas cabezas en la Cortujuela: los varones, pues es una empresa estrictamente familiar, pasan allí el verano, y en invierno se vienen más cerca, a las bajuras de Huenes. En la Cortujuela tienen casa y guisan ellos mismos, vienen también otras familias de Almería; todos los días va un vehículo a recoger la leche, porque ya no se hace queso como el de antiguamente, no merece la pena la trabajera: la leche da un dinero mas limpio. Dentro de la dureza, esa vida se ha suavizado un poco: hay casas para los pastores y bebederos para el ganado, el Gobierno proporciona también piensos, en prestamos a largo plazo. Pero aparece la dureza de la vida y la incomunicación con la familia y la cultura, tienen hoy la inconveniencia de los “perros salvajes”: son perros domésticos abandonados en la sierra por la gente, están hambrientos y la recorren toda en busca de comida; persiguen una cabra y la obligan a tirarse por un tajo, donde se despedazan.
Hay familias que tienen cabras todavía, a las que cuidan los niños u se alimentan con lo que le trae del campo, pero desaparecieron las manadas que las sacaban diariamente a pastar.
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