El Sacromonte

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El Sacromonte se encuentra en el valle de Valparaíso y frente a la Alhambra, lugares emblemáticos de Granada, que se hallan situados en cada una de las orillas del Río Darro, cuyo nombre parece derivar de la expresión "D`auro" (de oro) por sus famosos yacimientos sedimentarios de este metal precioso, es un hermoso paraje compuesto por bosque mediterráneo y de ribera.

El Sacromonte es un pintoresco e idílico lugar jalonado de chumberas y pitas, su historia comienza tras la rendición de Granada en 1492, cuando toda la ciudad se lanza con gran fervor a proclamar su nueva identidad religiosa cristiana. Ya en el siglo XVI, se produjo el hallazgo de una serie de reliquias y textos, que junto a la aparición de los libros plúmbeos en el monte de Valparaíso hizo que se constituyera un famoso "vía crucis", (trataba de emular el recorrido de Jesús hasta el monte del Calvario), se celebraron procesiones y se levantaron más de un millar de cruces conmemorativas, de las que hoy día quedan muy pocas.

El Sacromonte es el tradicional arrabal de los gitanos granadinos, pueblo enigmático y grande, pero sobre todo son un pueblo libre, absolutamente libre. Tienen su propia lengua el "calé", oriunda de la India, igual que ellos que llegaron a España en el Siglo XV, tras deambular por Europa y África. Fueron retratados con gran maestría por Federico García Lorca en su libro Romancero Gitano. Destacan por sus fiestas, siendo la reina la vieja zambra sacromontana, embrujadora, enredando corazones en los volantes de las faldas.


EL ORIGEN

Las cuevas son las viviendas habituales del Sacromonte, su origen no está muy claro, debiéndose construirse a partir del Siglo XVI cuando la población musulmana, judía fue expulsada de sus viviendas, a éstos se les unieron los gitanos de costumbres nómadas. Así las cuevas surgen para los marginados, extramuros de la ciudad, por lo que implicaba estar fuera del control administrativo y orden eclesiástico. Para picar una cueva, en primer lugar se realiza un desmonte de la cara del cerro donde queremos excavar, apareciendo un corte vertical que nos servirá de fachada. A continuación en el centro se abre un arco de medio punto, que servirá de puerta y posteriormente se excavarán las habitaciones que se necesiten y el terreno permita. Las formas y límites de esta original vivienda las marcan el terreno, la altitud y la extensión de los cerros. De forma que no encontraremos dos cuevas iguales. Estos elementos junto con las veredas, barrancos, placetas, fachadas e interiores blanqueados con cal, configuran un paisaje singular ,que unido a las costumbres y oficios de sus habitantes, dan carácter a esta singular forma de vida.

Otra característica fundamental de este barrio son sus leyendas que corren por todos sus rincones, una de las más bonitas es la del Barranco de los Negros.


LA LEYENDA

Dice la leyenda que tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos fueron muchos los nobles árabes que emprendieron el camino del exilio hacia tierras africanas. Llevaban en su corazón a la ciudad de sus padres y de sus abuelos, la que los vio nacer a ellos y a sus hijos, la ciudad a la que algún día esperaban volver.

Temerosos éstos de que en el trayecto hacia los puertos de Almería o Almuñécar donde se embarcaban, les robaran sus fortunas los salteadores de caminos, "grupos de soldados renegados de los ejércitos cristianos" , escondieron grandes tesoros entre los olivos que un día poblaron este monte.

Acontecieron paralelamente a estos hechos, otros, en los que se les dio libertad a muchos esclavos de estas familias de nobles árabes, pues les resultaba muy costoso realizar su peregrinaje con un gran séquito. Muchos de estos esclavos, que eran de raza negra, conocedores de las idas y venidas de sus señores al monte de Valparaíso (que así se llamaba entonces), de los miedos y pensamientos de éstos, escuchados en más de una conversación entre ellos, organizaban sus estratagemas. Recuperada su libertad y sin oficio ni pertenencias, decidieron subir al monte y recuperar para sí los tesoros de los que antaño fueran sus señores.

Excavaron y excavaron en las laderas de este barranco sin éxito conocido, y extenuados por el esfuerzo y sin ningún otro lugar donde cobijarse, lo hicieron en estos huecos, que posteriormente acondicionaron dando lugar a las cuevas donde hoy nos encontramos y que convirtieron en sus hogares. De ahí proviene el nombre de Barranco de los Negros, al ser sus primeros moradores de esta raza.

Posteriormente, y ya mezclados con los moradores de raza gitana, realizaron más de un sortilegio en busca del lugar exacto donde estuvieran escondidos los tesoros. Siendo conocidos los que haceres misteriosos de alguna vieja hechicera "ferminibí" que hablando unas veces con el agua y otras con el fuego, o mirando sin pestañear una palangana de agua, intentaba conseguir algunas pistas con las que hallar los tesoros perdidos, de los que hoy no sabemos si fueron descubiertos por alguno de aquellos buscadores, que en secreto se los apropiaron, o si siguen escondidos aquí en cualquier lugar muy cercano a nosotros.

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