Semana Santa (Güéjar Sierra)

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La Semana Santa de Güéjar Sierra cuenta con varios días de especial interés.

Jueves Santo

Viernes Santo

Sábado Santo

  • Vigilia Pascual por la noche

Domingo de Resurrección

Güéjar Sierra cuenta con una tradición que es autóctona de este pueblo. Aunque hoy en día sigue viva esta tradición, la afluencia de gente es cada vez menor, por lo que se teme que en un futuro cercano desaparezca.

En la misa del Sábado de Gloria: El Niño Jesús aparece resucitado en el expositor del altar mayor de la iglesia. Al mismo tiempo, durante el canto del Gloria, salen de una capilla la Virgen y San Juan, los cuales se colocan en las andas a los lados del altar mayor, entre el repique de las campanas y el sonido de los cohetes.

Esa noche, las vecinas que tienen el honor de esconder al Niño en su calle, afanan por hacer un hermoso portal con mantones, encajes, flores y macetas. Por la mañana temprano, el Niño Jesús es llevado por los mayordomos del Señor, y colocado en el portal para que todo el que lo desee pueda ir a verlo antes de la procesión.

La procesión, que se suele celebrar a las once de la mañana, comienza con la salida de la Virgen y de San Juan, los cuales se dirigen a la plaza Mayor.La Virgen se queda delante del Ayuntamiento, y San Juan le pide permiso con una reverencia para ir buscar el Niño.

San Juan sale en procesión por las calles del pueblo, hace tres reverencias ala Virgen. En la tercera vuelta, San Juan encuentra al Niño y lo acompaña hasta su Madre

Una vez concluido esto, se dirigen la Virgen, el Niño y San Juan hacia el templo, para la misa. Todo esto entre cohetes y aplausos.

Según cuenta la tradición, las muchachas solteras que cojan claveles de San Juan, encontrarán novio durante ese año.


Oraciones

Para la comunidad cristiana, las oraciones son el medio de comunicación con Dios. A continuación se encuentran algunas oraciones, que aunque no son autóctonas de Güéjar Sierra, se puede decir que gozaban de cierta popularidad:


La devota costurera


Jesús divino señor,

Que entre los hombres viniste

Y sus culpas redimiste,

Con incomparable amor.


Si a cada paso que doy

vuestra bondad medito,

veo con dolor escrito,

lo que fuiste y lo que soy.

Que no hay acción meditada,


Por trivial que nos parezca

Donde menos nos ofrezca

tu piedad ilimitada.


Y así pensando el ser

De mi humilde condición,

Sufro pensando en tu amarga pasión

Cuando me ciento a cocer.


Cuando me lavo las manos

Veo al juez que te entregó

Y a los verdugos insanos

Que también se las lavó.


En las tijeras advierto

Y al preparar la costura,

Cuanto sentiste en Huerto,

Al empezar tu amargura.


Allí los que te prendieron,

Para maltratarte fueron,

Con las espaldas desnudas.


Y así, como voy cortando,

Y calla el el lienzo sutil.

Así sufriste callando

Los golpes de mil en mil.


En el blanco lienzo veo,

De tu cuerpo la pureza,

Tu candoroso deseo

Y de mi amor la tibieza.


EL dedal que el dedo oculta,

es de judas la perfidia,

con que malvado te insulta,

queriendo ocultar su envidia.


en la almohadilla comprendo,

Aquel monte sacro santo

Donde subiste sufriendo,

Tribulación y quebranto.


El hilo son los cordeles,

Con los que tus manos ataron,

la seda los mas crueles,

Con que a tu cuerpo azotaron.


Los alfileres clavados,

contemplando en ellos después,

Los clavos que atravesaron,

En tus manos y tus pies.


Si miro la aguja que acerada,

Miro el hierro que sirvió,

Para la cruel lanzada,

Que tu pecho desgarró.


las puntadas son rigores,

Con que sufriste inocente,

Son acerbos dolores,

cuando punzaron tu frente.


SI golpeo lo consigo,

Cuando se hace necesario,

Veo que era conducido,

Golpeándote al Calvario.


Y recuerdo al acabar,

Aquella expresión Sagrada,

Que dijiste al expirar·

LA obra está consumada'.


Si desprendo los alfileres,

Ya mi cosido acabado,

Y advierto que también eres,

De la cruz desenclavado.



Sólo queda la almohadilla,

Y en ella me considero,

A la triste tortolilla,

Gimiendo al pie del madero.


Y medito en la obra mía,

Mirándola a la buena luz.


cuando en sus brazos María,

Te tuvo al pie de la cruz.

Si la plancho humedecida,

SE me recuerda el quebranto,

De tu Madre dolorida,

Bañándote en su llanto,


luego la envuelvo y medito,

cubrió tu cuerpo bendito,

Afligida y dolorosa,


Todo el trabajo acabado,

Al guardarlo considero,

Que tú fuiste sepultad,

Guardándote con esmero,


Entonces pesar cruel,

Acongojada contemplo,

Que tu amor me da el ejemplo,

Y yo no lo tomo de él,


Que son mi Dios tus bondades,

Tanta y tanta es mi culpa,

que no haya la más disculpa,

Que encubra mis liviandades.


Puesto que tantos males,

Padeciste por mi amor,

sienta yo y sufra, ¡OH, Señor!,

Vertiendo llanto a raudales.


Y así pena transitoria,

Será mi pena sentida,

Si llorándote en esta vida,

puedo cantarte en esta vida,


Sueño con Jesús


Soñé que me encontraba,

Con Jesús de Nazaret,

Y que juntitos jugábamos,

Al juego del esconder,


llevábamos un buen rato,

corriendo sin descansar,

Entre verdes campiñas,

Como no he visto igual,


y como siempre tocaba,

Que me buscase Jesús

AL encontrarme me dijo:


Me quedé arrimadita a un árbol

Esperando la señal,

Y tardó muy poquito en gritarme:

´!Vale ya!´.

Fui corriendo mucho rto,

Buscándole entre los montes,

Detrás de los arbustos y rocas,

Y en medio de las flores,


Me sentía sudorosa,

No podía correr más,

Muy lejos y sin Jesús

Sentí ganas de llorar,


No supe dónde encontrarle

Pues ya todo lo busqué,

Y secándome las lágrimas,

Me volví a a Nazaret.


sentada junto a la puerta,

Cosiendo estaba María,

Y ¿ dónde estaba Jesús

Le pregunté si sabía,


Posó su boca en mi frente,

Con infinita dulzura,

Y sonriendo amorosa,

No responde a mi pregunta.


Mas, retirando con gracia,

Su precioso manto azul,

Me mostraba sonriente,

la carita de Jesús,


Quise abrir tanto los ojos,

para poder verlo mejor,

Que los abrí de verdad,

Y el sueño se terminó,


Entonces si que sentí

Muchas ganas de llorar,

pero pronto recordé

Que podía comulgar.


Me fui corriendo al Sagrario

Dónde Jesús me esperaba,

Fue la de aquella mañana!.


-Mira jesús - yo le dije -

No te escondas nunca más

Pues no sabes niño mío,

Cuanto me has hecho llorar.


y el niño Jesús -me dijo:

´Si no me quieres perder,

Bajo el manto de mi Madre,

Tú te tendrá que meter.


Me das el tuyo enterito,

Yo te doy mi corazón,

Y junto con el de Ella,

Que nos lo guarde a los dos´.


-´Si, si, Jesusito mío´-

Le dije con alegría,

Porque Tú siempre dices

Que a Ti se va por María.


Para después del rosario

En el monte murió

Cristo Dios y Hombre verdadero,

Sino por míos y ajenos.


En una cruz enclavado,

Con duros clavos de hierro,

Dulce padre de mi vida,

Humilde y manso cordero,


Yo soy aquella pecadora,


Yo soy aquella pecadora,

Que tantas ofensas tengo,

Una y mil veces me pesa,

DE ofender a un Dios tan buenos,


y si algún día visito al santísimo

Sacramento y Hostias consagrada,

Que se celebra en su cuerpo,

A la Virgen del Rosario,

Este rosario le ofrezco,


Recíbelo madre mía,

Con gran esclarecimiento,

Que si vos se lo rogáis,

Seguro tengo yo el cielo.


Señor sin ti nada soy.

Si hasta la merezco.


El alma tengo prestada,

Desde hoy yo te la ofrezco,

Para que descanse y goce,

En la gloria eterna amen.

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