Romería a la Ermita de San Torcuato (Benalúa)
El 15 de mayo, onomástica de San Torcuato, es un día de fiesta en el que la gente atraída por la veneración al Santo y al Olivo Sagrado, peregrina en romería a Face Retama, anejo de Guadix hoy despoblado y situado en un paraje, encrucijada de caminos, cuyos habitantes, llamados “cateros”, tuvieron que abandonar buscando mejores condiciones de vida. Del Santo se cree que fue uno de los Siete Varones Apostólicos enviados por San Pedro y San Pablo desde Roma para evangelizar Hispania, llegando a ser el primer obispo hispano y patrón de la diócesis y ciudad de Guadix. Cuenta la tradición que en este lugar San Torcuato fue martirizado y enterrado, siendo sus restos trasladados en el siglo X a Celanova (Orense). La Catedral de Guadix conserva algunas reliquias, como “El Brazo Santo”, “La Mandíbula” y el “Calcáneo” (hueso poco conocido por no encontrarse expuesto a los fieles). La Hermandad Diocesana de San Torcuato transmite que, según la leyenda, “habiendo plantado un olivo a la entrada de la iglesia, todos los años en la víspera de la fiesta este se cubre de flor que al día siguiente se ha convertido en hermosas aceitunas, que el publico devoto se apresura a coger para usos devotos, siendo tal que da para llenar varios canastos de ellas”.
Tras recorrer un largo camino a pie o a caballo (antiguamente se utilizaban también carrozas engalanadas), se llega a la Ermita- Sepulcro, restaurada por los cateros en los años 80 junto con la hospedería (lugar que se construyó para los monjes y peregrinos que venían a venerar al Santo), recobrando lo que fue parte de la aldea e impulsando la romería que tiene lugar cada 15 de mayo.
En esta romería San Torcuato y la Virgen de Fátima salen en andas decoradas con flores y a hombros de sus feligreses, precedidos de un estandarte con bordado alusivo al Santo, acompañados por tracas de cohetes durante todo el recorrido junto con cantos y oraciones.
La romería discurre por los campos donde antes sembraban cereales, subiendo a una pequeña loma, las imágenes miran hacia los caminos para interceder ante Dios, rogando la preciada lluvia para que las cosechas sean fructíferas. Después se dirigen hacia las cuevas que antaño estuvieron habitadas, para terminar finalmente en el camino a Fonelas donde se dan la vuelta para regresar a la Ermita- Sepulcro (todo el día abierta para ser visitada) entre vítores de ¡Viva San Torcuato! y ¡Viva la Virgen de Fátima!. Cuentan los abuelos que en otros tiempos acudían gente del Marquesado, Jerez, Lanteira, Aldeire, Guadix, Benalúa y Fonelas a” velar al Santo”. Las noches se animaban con bailes y canciones de corro: el fandango, la guajira, el juego remolino, la lucha entre moros y cristianos, simulando batallas en las que el Santo era robado y rescatado, hasta que un niño vestido de ángel apaciguaba las euforias de ambos bandos intentando que reinara la concordia. Toda la era se llenaba de gente vestida de rocieras y de aldeanas con trajes típicos de la región. Hoy la Hermandad diocesana de San Torcuato, “vela al Santo” el fin de semana antes del 15 de mayo, con misa a las 6 de la madrugada y procesión de San Torcuato alumbrado con antorchas, recorriendo las inmediaciones de Face Retama. Es tradición que los peregrinos terminen en una jornada campestre entre paisajes de excepcional belleza.
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