Purificación Mezcua Roelas
De Granadapedia
Puri Mezcua Roelas, poetisa nacida en Pitres.
Su amor por la Alpujarra, su pueblo Pitres, y de la naturaleza quedó plasmado en sus libros
Tenía un profundo sentimiento religioso, que la llevó a bordar un manto precioso a la Virgen Dolorosa de su pueblo. Ella misma decía que se consideraba como literata pero convencida de que las cosas que salen del corazón, escribría para dejar reflejados todos los sentimientos.
Publicaciones
- Alpujarra, Cumbres Serenas, 1980. Libro de poesía
- Los niños son mis amigos, 1981. Cuentos infantiles
- La Alpujarra y su silencio, julio de 1985
Versos
Adios al invierno
- ¿Te vas?
- Sí. ¡Ya me quedan pocos días!
- Estás muy triste, ¿por qué?
- Por las muchas tonterías
- que las gentes sin escrúpulo,
- dicen de mí cada día.
- ¿Te comprendo?
- Es verdad que el vulgo habla
- casi siempre por hablar,
- pero tú no te preocupes,
- que a la corta y a la larga...
- yo sé que te ha de alabar.
- ¿Alabarme?, no. ¡Maldecirme!
- ¡Y es para ahogarse de pena,
- que por ser tan generoso,
- sufra tan dura condena!.
- Bueno, amigo; es que...
- has sido duro y, muy duro,
- te has llevado muchas cosas, y...
- no se trata de un duro...
- Es cierto; pero...
- ¿cual de mis antepasados
- ha dado lo que yo he dado,
- en nieve, en agua, en viento...?
- ¿quién los pantanos ha llenado?.
- Es lo que estoy diciendo:
- unos te bendecirán...
- y otros, te irán maldiciendo.
- Yo por mi parte te digo,
- que me has hecho tirita
- y la enfermedad en casa
- tampoco dejó de entrar.
- ¡Pero a pesar de estas cosas,
- reconozco que en la vida
- lo que es bueno para unos,
- a otros les abre una herida!
- ¿Estás llorando?. ¡No sufras!
- tú pasarás a la historia,
- como un niño extraordinario
- y pronto se olvidará
- este penoso calvario.
- Escucha y pon atención:
- ¿No te enaltece pensar
- que habrá buena primavera
- y que tranquilo el ganado
- pacerá por la pradera?.
- ¡Beberán agua a placer!
- que tres de tus antepasados...
- ¡nos tenían muertos de sed!,
- así que alegra esa cara
- y despídete contento...
- estoy segura que en cosecha
- ¡nos darás por uno, ciento!
- Al final ... ¡todo se olvida, y
- a la corta o a la larga...
- se queda todo en mentira!
- ADIOS AMIGO
Pitres y su Virgen del Rosario (otra historieta de Pitres)
- Cuentan que un pobre marino,
- se encontraba en alta mar,
era el capitán de un barco,
- a punto de naufragar.
- El mar se encuentra bravío
- cual león enfurecido.
- ¿Qué podrá ser del navío?
- ¿quedará este barco hundido?.
- A la luz de los relámpagos
- se ve el cielo ennegrecido,
- el trueno suena estridente,
- ni una estrella reluciente,
- ni la mano de un amigo.
- ¿A quién acudir, Señor,
- en noche tan solitaria?
- ¿a quién pedir socorro,
- a donde poner la amarra?.
- El mar carece de agarres
- cuando se pone furioso;
- no entiende de sujeciones
- tranquilidad ni reposo.
- Ya un costado queda hundido,
- el agua lo va invadiendo,
- ¡los rostros color de sangre,
- pálidos se están volviendo!.
- Sólo les queda una soga,
- áncora de salvación,
- en que la Reina del Cielo,
- les mande su protección.
- El capitán que en un tiempo,
- oyó hablar de la Virgen María,
- venerada en un pueblecito,
- al pié de la Serranía.
- Dice: Virgen del Rosario,
- amor y orgullo de Pitres;
- ¡sálvanos que perecemos,
- que este mar no tiene diques!
- ¡Virgen bendita y piadosa,
- Reina del cielo y la tierra,
- socorro del que te invoca,
- consuelo del que se queja;
- tiéndenos tu mano santa,
- Señora, deja la iglesia
- y apresúrate a venir,
- en nuestra indigna defensa!...
- Yo te prometo ser bueno,
- si es que de mí tienes queja;
- el hombre nunca es perfecto,
- porque es de naturaleza.
- Yo te llevaré un Rosario,
- poniéndole en cada cuenta,
- el oro de mi oración,
- del ave María nuestra.
- No es que yo quiera decirte,
- que lo hagas por promesa;
- es que en mi pecho el afán,
- por darte algo revienta.
- Y te daría tantas cosas...
- como se crían en la tierra,
- pero...¿qué digo Señora,
- si Tú eres la Madre nuestra?...
- En esto, se hace una luz,
- y se divisa la tierra,
- y en la orilla una Señora,
- con el manto lleno de arena.
- Con gran majestad,
- y sorprendente belleza,
- un coro de Querubines,
- dan escolta a su grandeza.
- Una sonrisa en los labios,
- y en sus manos una rienda;
- era la amarra del barco,
- que se hacía a la tierra.
- ¡Milagro! gritaron todos,
- hincándose de rodillas,
- y apenas sin darse cuenta,
- se encontraron en la orilla.
- Rezan con gran devoción,
- derramando alegre llanto;
- pero la Virgen de Pitres,
- se ha marchado mientras tanto.
- El Sacristán de la iglesia,
- que a dar las ánimas fue,
- al pasar por el altar,
- que no está, la Virgen ve.
- El pobre hombre se queda,
- de hielo petrificado,
- pues no se puede creer,
- que a la Virgen hayan robado.
- ¡Virgen sagrada y bendita,
- Señor, dadme algun talento
- que yo pueda comprender,
- quién ha robado este templo!
- Se marchó para su casa
- y a nadie le dice nada,
- y sin poder descansar,
- le llega la luz del alba.
- Vuelve otra vez a la Iglesia
- para tocar a oración,
- y comprueba que la Virgen
- al camarín regresó.
- ¿Dónde fuistes, picarilla?
- ¡Qué buen susto me he llevado!
- Y comprueba que la Virgen
- tenía el manto mojado,
- muy salpicado de arena
- y un poquito estropeado.
- Cae de rodillas postrado
- rezando con devoción,
- y cuando sale a la calle
- el milagro divulgó.
- La gente se aglomeraba
- a rezarle a la Señora,
- pensando en su gran portento
- y a donde se fue, a esa hora.
- No pasaron quince días
- cuando llegó a aquel paraje,
- un caballero bien puesto
- acompañado de un paje.
- El paje era un testigo que
- traía a su hombro un cuadro,
- con una preciosa imagen
- de la Virgen del Rosario;
- y en alta mar un velero
- que ya, estaba naufragando.
- El caballero en la mano
- trae un rosario de oro,
- con quince largos misterios
- labrados con gran decoro.
- Aquí traigo el testimonio
- del milagro realizado,
- cuando estaba en alta mar
- y de muerte amenazado.
- Esta imagen tan sagrada
- que en ésta iglesia se encuentra,
- del naufragio nos libró
- la noche de la tormenta.
- Ahora en su camarín
- voy a colgar este cuadro,
- para que todos recuerden
- este grandioso milagro.
- Poco antes de la guerra
- que hubo en nuestra nación,
- se cayó el techo del templo,
- quedando en desolación.
- Con motivo de las ruínas
- a los santos repartieron,
- los vecinos los cuidaba,
- en sus casas con esmero
- Y los testigos del pueblo
- qué fue de los santos vieron,
- pero el caso es que a la Virgen,
- ¡nunca encontrarla pudieron!
- No se sabe el paradero
- de esta imagen milagrosa,
- ni de su lindo rosario
- ni de su estampa preciosa.
- Aquí termina el relato
- de esta historia hermosa
- pidámos todos a la Virgen
- nos lleve con Ella a la Gloria.
Principales editores del artículo
- Gloriapitres (Discusión |contribuciones) [40]
- Fátima (Discusión |contribuciones) [2]