Patrimonio arquitectónico de Trevélez
El entramado urbano de Trevélez, se adapta perfectamente a la complicada orografía del terreno. Tiene un origen Andalusí con estrechas calles y un trazado irregular.
En la antigüedad las calles se encontraban empedradas para evitar los resbalones, debidos a las fuertes pendientes. Por algunas de ellas, transcurrían acequias que llevaban el agua para regar los huertos más cercanos. Hoy día, la mayoría están cubiertas pero se siguen respetando.
Aún podemos ver un pequeño trozo en la Fuente del Mellizo, cuyas aguas provienen de la Acequia Nueva; otro trozo visible es el situado en la Calle Cuesta, desde la oficina de correos hasta el antiguo cementerio. Las casas se hacían unas junto a otras, aprovechando la pared de medianera para las dos partes, tanto por economía como por aprovechamiento del terreno. Éstas eran fabricadas con materiales del terreno: pizarra, barro y vigas de castaño. Los tabiques se hacían con ladrillos que ellos mismos fabricaban en el conocido “Morrón de la Vieja”, con arcilla y paja que se secaba en un molde.
Las casas se distribuían en tres plantas. La planta baja tenia una entradilla que daba acceso al corral, donde se podían encontrar todo tipo de animales. Por la misma se subía a la casa a través de unas escaleras muy empinadas que principalmente desembocan en la cocina, con su chimenea en frente, la cantarera y dos repisas bien de madera o pizarra, suficientes para poder colocar los utensilios de cocina. De ésta se pasaba a los dormitorios, los cuales eran compartidos tanto por padres como por hijos, con camas de palo, colchoneta de cuerdas y colchón de farfollas (las hojas que cubren las panochas del maíz secado). En esta época, el que disponía de un colchón de lana de oveja se consideraba privilegiado. Los cuartos de baño no existían. En la planta superior se encontraban los graneros con sus “atrojes” (pequeños departamentos hechos de ladrillo, los cuales se utilizaban para separar los distintos granos) y el pajar.
En el techo de esta planta se colgaba la matanza para que se secase. Éste contaba con unacarrucha de polea que sobresalía de su parte superior para poder subir la paja y el grano. El tejado, horizontal, está cubierto de “launa” (tierra muy impermeable procedente de un tipo de roca llamada “filita”). Está provisto de aleros hechos con lajas de pizarra, llamados “veriles”, que se sujetan del viento mediante grandes piedras denominadas “castigaderas”. Del techo sobresale una chimenea redonda, con orifi cios para que salga el humo, coronada por un característico sombrero de pizarra.
Hoy día, se conservan y habitan algunas de estas casas típicas, principalmente en la zona del Barrio Alto, recomendando la visita de la Calle del Fuerte. Pasado el día de San José (19 de marzo), hasta la feria del ganado, la gente se iba a los cortijos, con todos sus animales. Eran edificaciones de una o dos plantas, en las cuales no había ninguna separación de habitáculos.
Los cultivos se realizaban en bancales (pequeños minifundios que debido a la orografía del terreno eran sujetados con muros de piedra –Balates-). Para el regadío el agua era conducida, a través de acequias, y almacenada en albercas. Para convertir el grano en harina, existían diversos molinos que aprovechaban la energía hidráulica del río para su funcionamiento. Aún se conservan vestigios de algunos de ellos, como por ejemplo las ruinas del Molino Altero.
La tierra era en gran mayoría propiedad de gente rica, cultivadas por pobres que a cambio de su trabajo recibían como mucho la mitad de la cosecha y normalmente una cuarta parte.
Principales editores del artículo
- Carlosrs (Discusión |contribuciones) [1]