Historia de Zagra
Zagra, es un topónimo de origen árabe que ha sido traducido como “peña o roca” (BARRIOS AGUILERA Y MÁRTÍNEZ RUIZ 1984: 45). está situada dentro del valle del Genil, en su margen derecha y a espaldas del Monte Hacho antigua Sierra cámara, es una zona abierta, que va desde Cesna hasta Rozuelas (Sª Martilla), la Algarve, lugares situados a la misma altitud y cerca del río, protegidos de los peligros naturales de la época, por tanteo, resultan idóneos para asentamientos humanos. algunos de los cuales, como Sierra Martilla, ya han sido estudiados catalogados y publicados por el Ayuntamiento de Loja.
En la etapa nazarí, el territorio de Loja constituye una división político-administrativa del reino nazarí y englobaba los actuales términos de Zagra, Algarinejo, Loja, Huétor Tajar, y Salar, con una extensión total de 675 km2. En la ciudad de Loja se centralizan las funciones militares, fiscales y judiciales. Un arraez o cabecera es el representante del poder del sultán, este poder político local nombraría a los alcaides de las fortalezas del distrito (JIMÉNEZ PUERTAS 2002: 136).
Muchas de las Atalayas (terreno elevado desde el que se domina un amplio panorama), que hay en Zagra incluida la del Castillo, la Algarve, Fuente de Lino, los Centenillos y otras, reúnen todas las condiciones para haber sido hábitat de posible pobladores en la época del Neolítico y puede que anteriores del Paleolítico o Edad de la Piedra.
Tal vez cuando estos yacimientos de Zagra, sean estudiados por expertos profesores, podrían aportar nuevos datos para el conocimiento de la historia local.
Podemos señalar:
- Enterramientos horadados en piedra y que posiblemente fueron utilizados por otras civilizaciones más cerca a nosotros y con los mismos fines mortuorios. Muy cerca del Cortijo Nuevo, en la carretera de las Pilas junto a un pequeño mirador hay esculpido en la piedra un molino visigodo muy rudimentario y sencillo.
Dolmen del Megalítico con doble cabida funeraria
Tumba en la Taralluela
- Raederas, puntas de flecha de sílex, hachas neolíticas cerámica y monedas halladas en tumbas horadadas en la piedra, demuestran que en el lugar que hoy ocupa el municipio de Zagra, hubo asentamientos humanos desde la Prehistoria.
- Las vías de comunicación utilizadas por los primeros colonizadores, fenicios y griegos, fueron las mismas que sirvieron a los habitantes primitivos peninsulares. Caminos que unían a los Tartesos con los Bastetanos, a través del paso natural que es el Valle del Genil.
Situación de privilegio, pues, que hará llegar más pronto que a otras tierras las nuevas técnicas y modos de vida de estos pueblos del oriente mediterráneo. Restos arqueológicos que durante milenios han estado enterrados y en ocasiones han sido expoliados por personas desconocedoras de su valor histórico, privándonos al resto e ver esos "útiles", adornos, cerámica, etc. de esos pueblos que cronológicamente han pasado por aquí, desde los turdulos hasta los romanos visigodos y árabes. Algunas de las imágenes que les mostramos muestran utensilios, restos cerámicos, jarros funerarios, etc. que han sido encontrados en las cercanías de Zagra por Miguel Macias, lugareño de Zagra, conocedor y estudioso de la zona, un gran aficionado a la paleontología y arqueología, quien los guarda con sumo cuidado y esmero, con la firme voluntad de que en su día las administraciones competentes, clasifiquen y cataloguen, todos los restos encontrados y se haga un museo en Zagra donde puedan ser expuestos para el disfrute de todos los zagreños y sus visitantes. En la actualidad también esta intentando recuperar la Sima de Miguel Macias un espacio natural digno de ser recuperado.
Referencia
Bibliografia:
- Arenas Ropero, José. "Zagra. Apuntes históricos".
Deposito legal: GR-1188-1996
- BARRIOS AGUILERA, M y MARTÍNEZ RUIZ, J. (1984): Contribución a la toponimia andaluza. Loja y su tierra. Historia y lingüística (según el Libro del Repartimiento), Foro de las Ciencias y de las Letras, 7-8.
- JIMÉNEZ PUERTAS, M. (2002): El poblamiento de la tierra de Loja en la Edad Media, Universidad de Granada, 2002.
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