Historia:Vélez de Benaudalla

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Núcleo urbano:Formación

Encontraremos claras referencias en el siglo IX, donde destacan la existencia de nuestra villa y sus gentes en una Alquería musulmana llamada Balis, pero no comienza a considerarse su situación hasta la entrega de estas tierras que realizaron las autoridades del Reino Nazario dentro de las Capitulaciones Generales que hicieron Granada en 1489.

Se otorga como Señorío en 1494 a Juan de Ulloa, hijo del alcalde por entonces de la cercana localidad de Almuñecar, D. Rodrigo Fernández de Ulloa, primer señor cristiano de estas tierras a quien le fue entregado en dicho año por parte de los Reyes Católicos por su dedicación como secretario de la Reina y sobre todo como premio a sus servicios en la Guerra de Granada.

Estas tierras entregadas cubren, además del término de Vélez de Benaudalla la superficie de Guajar Fondón (Guaxara la baja) y la Bernardilla.

El paisaje que podemos describir de la villa en este periodo se centra en el hecho de consolidarse como localidad eminentemente agraria, donde las viviendas se centraban en lo que es hoy el barrio antiguo, dejando en la periferia los molinos existentes y la conocida hoy como Casa- Jardín Nazarí que esta situada entre las dos vegas.

Evolución y desarrollo local

Si el siglo XVI ha sido de asentamiento para la población. El siglo XVII se convierte en el periodo en que la estructura como villa autentica y va aumentando el número de habitantes. El hecho de mantenerse bajo la tutela del Cabildo de Motril no le impide proseguir con su propio nombre y avance como localidad.

El comienzo del siglo no es bueno para la localidad ya que se ve afectada por una de esas epidemias de peste que asolan regularmente estas tierras. También con diversos ataques de piratas en las costas cercanas, nuestra localidad llego a integrarse en la jurisdicción de Motril en el siglo XVI por lo que cae el protagonismo de Almuñecar y Motril.

En el año 1603 se confirma la venta del Señorío de Vélez de Benaudalla al Concejo de Motril,. En una ocasión la dueña del señorío, Isabel de Vergara, tendrá que concederle un poder a su marido el Licenciado Juan de Escobar Ibáñez, para la venta de este señorío, para que pueda pagar una importante deuda con el valor de la posesión.

Crisis económica y poblacional

Con la llegada del siglo XVIII se constatan algunos vestigios de lo que será en el fututo una grave crisis que convulsionara esta pequeña villa. Al encontrarse la administración motrileña, de la que depende, volcada en sus propios problemas internos, deja un tanto de lado el control y seguimiento de Vélez de Benaudalla. Cuando el [[Ayuntamiento de Vélez de Bena tiene que presentar las cuentas de ese año pasan dificultades que solucionan sacando a subasta pública la recaudación de los impuestos.

Siglo XIX

Vélez de Benaudalla se situaba en un lugar privilegiado que le daba un movimiento de personas, animales y mercaderías importantes. El inconveniente lo tiene el desarrollo de las carreteras para llegar a los lugares de la costa, esta vía de comunicación tardara medio siglo en desarrollarse causa un deterioro paulatino de la actividad comercial hacia el interior. Vélez de Benaudalla mantenía una estructura de gobierno local propia que le permitía solventar sus problemas internos sin tener que depender de las decisiones que por la burocracia solían llegar tarde.

La agricultura mantiene a la mitad de la población activa, se hace notar el carácter temporal en el empleo de los labradores por la irregularidad de sus ingresos que determina un modo de vida y cuya labor se desarrolla en terrenos dedicados a cultivos de secano, muchos de difícil acceso y cultivo por las formas de relieve agrestes que rodean él termino municipal.

No debemos olvidar la elevada parte de jornaleros, casi la tercera parte de los vecinos. Pero que en ciertas ocasiones se tendrán que trasladar a las partes ricas del rió Gualdafeo para poder trabajar en la recolección del algodón.

La industria harinera y panificadora mantenía a la quinta parte de las personas de esta localidad por lo que los harineros y panaderos conseguían transformar los cereales que se producían en la zona por lo que esto se conseguía gracias al río Gualdafeo a través de sus aguas y producir las distintas harinas a partir del trigo, maíz y centeno que llegan desde los campos próximos a nuestra localidad. Todo esto se llega ha conseguir gracias a los arrieros que eran los que transportaban el producto a los molinos.

La arriería es una actividad de transporte con ganado caballar, (burros caballos o mulos), es cosencuente de la otras dos mencionas anteriormente ya que se encuentra en uno de sus monemtos de mayor esplendor, dada la necesidad de los agricultores, molineros, harineros y panaderos de transportar sus productos hasta las poblaciones vecinas. La evolución de la vida a lo largo del siglo XIX, no pasa de ser fuera de los sucesos de la Guerra de la Independencia (Había un jefe guerrillero que combatía a los franceses que tenia una novia en Vélez). Así como todos los siguientes que marcaron la vivencia de todo el país y en general. Y con la escasa evolución de un pueblo dedicado a la agricultura casi exclusivamente de secano y que dependía del Ayuntamiento de Motril

Siglo XX

En los albores de este nuevo siglo nos ofrecen un cambio obligado de hábitos y conductas, más que de mentalidad en las gentes, debido a los pasos de gigante que va dando la humanidad, día a día. Por ese motivo, con la mejora de las comunicaciones entre los pueblos. Esta mejora de los caminos y carreteras comienza a generar un amplio tráfico de toda clase de vehículos que comienza a despertar ese espíritu de localidad de paso y atención al viajero por la que será reconocida durante tantos años. El inicio del siglo XX se observa bastante negativo para esta sociedad agraria marcada por el descenso de producción de las tierras de secano, principalmente en lo que se refiere a los cereales como elemento generador de riqueza a lo largo del siglo anterior. Aparece un nuevo impulso en estas tierras que son las antiguas explotaciones mineras de las cuales se constituye una sociedad anónima que pretende recuperar las antiguas explotaciones de minas de plomo que se extienden desde Órgiva hasta Lujar a lo largo de todo el municipio de Vélez. La predetención básica de los mismos era aprovechar la coyuntura mundial en la que se nota la cotización del plomo. Todo ello desde un punto de vista económico, procurando evitar las inversiones en instalaciones muy costosas. En la actualidad estas minas se encuentran abandonadas y sin perspectivas de apertura por parte de sus dueños, la empresa Peñarroya, al no ser rentable su explotación hasta el presente.

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