Flora de Algarinejo

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El contexto biogeográfico de Algarinejo determina la aparición de un bosque mediterráneo cálido en casi toda la superficie del municipio, que hasta el siglo XVIII se mantuvo ocupado por masas de encinas y quejigos gracias a las prácticas ganaderas.

En la actualidad los encinares se hallan reducidos a manchas aisladas y dispersas, pero, en cambio, presentan gran diversidad botánica en las zonas más elevadas y húmedas del territorio, en las sierras, donde aparecen endemismos como la orquídea subbética (Ophrys incubacea, se puede reconocer fácilmente porque el labelo de las flores es peludo y oscuro, y tiene en el centro unas líneas blancas con forma de H. Vive, como las otras especies de Ophrys, en matorrales y claros de bosque. Florece en el mes de marzo y abril).

La vegetación mediterránea se halla bien representada en la sierra de las Chanzas, donde se extienden manchas compactas de encinar. Igual ocurre con las sierras de Castillejos, de Chite, y de la Tosquilla, donde la encina comparte territorio con formaciones arbustivas compuestas por agracejos, jarales y enebros. La encina destaca también, sobre todo, en la zona de las Morrajas. En las zonas umbrías y húmedas de estas sierras crecen quejigales de considerable porte que llegan a formar rodales puros o entremezclados. Son numerosos los ejemplares centenarios de quejigos y encinas existentes. El ejemplo más destacado lo representa la milenaria “Encina de Chite”. En las zonas más bajas de las sierras aparecen especies termófilas como el lentisco y la cornicabra (Pistacia terebinthus. Las protuberancias en forma de cuerno que emergen de su tallo son agallas producidas por la picadura de insectos. Huelen a incienso si se queman).

La encina (Quercus rotundifolia), el árbol más representativo y centenario del bosque mediterráneo de Algarinejo, es una planta resistente, sobria y acogedora. Habita hasta los 1.800 m. de altitud, y su bellota es un alimento de primera, tanto para el ganado como para otras especies silvestres. Favorecida por el hombre desde el Neolítico, la encina forma parte de la cubierta vegetal natural, acompañada de otras especies como enebro, torvizco, majuelo, madreselva, rubia, hiedra, zarzaparrilla, peonía, etc.

En la mitad oeste del municipio se extiende la típica campiña andaluza, donde las primitivas manchas de encinares han dado paso a los cultivos de cereal y, sobre todo, de olivares. Sin embargo, aún se conservan excelentes manchas de bosque mediterráneo acompañado por un amplio elenco de plantas espinosas y aromáticas (rosales silvestres, espino negro, romeros, retamas, alulagas y tomillares), junto con algún que otro pino resinero muy diseminado. Es de destacar, por el excepcional porte de sus pies, los ejemplares de quejigo y encina centenarios que se hallan en la zona del “cortijo Mahoma-cortijo Ventorro”, en la zona de las Marrojuelas, y en el enclave conocido como el Raso Bajo.

En las riberas y proximidades de los numerosos ríos, arroyos y manantiales que posee Algarinejo, son característicos los bosques galería. En el arroyo Palancar se observa uno de ellos, formado por chopos, juncos, eneas, zarzales, majuelos, falsa retama y agracejos, entre otras especies. Las márgenes de los ríos río Turca y Pesquera, junto con el arroyo Zurreón, están ocupadas por una vegetación riparia compuesta por sauces, álamos negros y algunos ejemplares de olmos, junto con nogales centenarios, higueras y granados.

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