Evolución histórica de Cuevas del Campo
Los primeros restos de población que encontramos en nuestros alrededores se remontan al Mesolítico, aproximadamente 6500 años a. de C. Estos restos se han localizado a orillas del río Guadalentín, en la cueva de Valdecuevas, y todo indica que sus pobladores eran gente nómada, principalmente cazadores de jabalí, cabra hispánica, corzos, rebecos y ciervos. Estos primitivos pobladores no explotaban la agricultura ni la ganadería porque no se trataba aún de asentamiento de población estable por lo agreste del terreno y la escasez de zonas llanas y fértiles.
Posteriormente, y metidos ya en el Neolítico, tenemos restos de Cultura Argárica en las cercanías del río Guadiana Menor, donde ya formaban núcleos de población estables, aunque reducidos, dedicándose a actividades agrícolas y ganaderas y con una incipiente comercialización de intercambio, principalmente de productos agrícolas.
Igualmente, se ha comprobado que ya trabajaban en esta época un recurso endógeno muy extendido por esta zona: el esparto. De esta época hay hallazgos arqueológicos que ratifican los asentamientos, como urnas funerarias con su ajuar correspondiente, formado por vasos y copas campaniformes, hachas de sílex, etc.
Tenemos que dar un gran salto en la historia porque no disponemos ya de vestigios hasta la época romana. De esta época, en nuestro pueblo, se hallan enterrados unos aljibes romanos que tenían la importante misión de acumular agua de lluvia para el abastecimiento de las legiones romanas en su tránsito por la Vía Augusta, que unía la importante población minera de Cástulo (cerca de Linares) con el Levante (Cartagena) pasando por Hactana (Zújar) y Basti (Baza). Todo esto nos indica que el Camino Real de Andalucía pasaba por la actual Cuevas del Campo.
Posteriormente, en documentos escritos encontrados en el Cabildo de Zújar y que datan del 1 de agosto de 1599, referente al robo de una pila de ganado, se advierte que pastores zujareños explotaban estas tierras para el pasto de sus ganados, instalando en un aljibe del Campo de la Cañada del Aljibe (actual Cuevas del Campo) una pila para dar de beber a sus ganados, la cual, al cabo de unos años, fue robada por gente de Pozo Alcón.
Asimismo, encontramos un interesante documento, de 3 de julio de 1609, en el Ayuntamiento de Zújar, mediante el cual se solicita sacar una acequia de agua del río Guadalentín, en el paraje conocido como la Cerrada del Guadalentín, para regar las tierras del Campo del Aljibe y Chaparral (ambos del actual término de Cuevas del Campo). Este hecho da lugar a la roturación y cultivo, por primera vez, de las tierras de este municipio por parte de vecinos zujareños.
Durante todo el siglo XVII continuaron los enfrentamientos entre gente de Pozo Alcón y Zújar para establecer los linderos y su respectiva jurisdicción del ya referido Campo del Aljibe, que finalmente, pasó a propiedad de la villa de Zújar, el 29 de enero de 1699, con la colocación de una piedra de molino bautizada como El Mojón de la Retama.
A partir de aquí, el Campo del Aljibe fue poblándose poco a poco. En principio por zujareños, familias de agricultores, que para evitar los traslados permanentes para atender las labores de sus posesiones, en lo que hoy es el término municipal, excavaban cuevas en las lomas para su vivienda y aparejos del campo y del ganado. Y después, por gente venida desde Freila, Albox, Sierra de Baza, Cúllar, y otras muchas de la provincia de Jaén. Así se llega, hasta finales del siglo XIX, donde Cuevas del Campo del Aljibe se constituye como un núcleo de población considerable, anejo de Zújar.
El crecimiento fue lento (en 1887 había 87 cuevas y una sola casa). Parece ser, que fue con la concesión del Canal de Iturralde, pocos años después, en 1891, para poner en regadío la zona, cuando dio comienzo el asentamiento significativo de colonos en lo que hoy constituye el núcleo de población de Cuevas del Campo.
Es, por tanto, un pueblo surgido de la necesidad de aproximar el lugar de residencia, de las familias zujareñas, a las buenas tierras de cultivo de la gran meseta sobre la que se asienta.
Por ello, que en sus principios, las primeras viviendas obedecían a un carácter provisional y descuidado, pues eran concebidas para un uso de temporada, coincidente con el faenado propio de las tierras de cultivo. Así, y dado que las primeras viviendas no se destinan a residencia permanente, sino más tarde, es por lo que se construyen con escasa calidad. Muchas de ellas son simples refugios donde pasar una noche, aprovechando para ello, la especial constitución orográfica del terreno donde hoy se asienta el núcleo principal urbano, constituido por una serie de lomas y valles, que facilitan la excavación de cuevas, en un terreno, no excesivamente duro y bastante impermeable. Y hasta tal punto prolifera aquí este tipo de vivienda troglodita, que eso fue lo que le dio nombre al pueblo.
Las mismas razones apuntadas son las que motivan el crecimiento desordenado que hoy día permanece, y que constituye la característica principal y el condicionante más importante del desarrollo urbanístico de Cuevas del Campo.
El aprovechamiento máximo de la orografía para la excavación de cuevas ha propiciado la aparición de hileras de éstas, superpuestas y escalonadas, en la pendiente de las lomas. Barrios como Cuartones, Decaradas y Omiso Bodega, son ejemplos claros de ello.
Paralelamente a la aparición de los barrios trogloditas, se producen los asentamientos de viviendas-casa, en lo que hoy es el centro urbano y a ambos lados de lo que fue la carretera comarcal que atravesaba el núcleo de población.
Al hacerse definitivos los asentamientos, las viviendas-cueva evolucionan y aparecen edificaciones en sus fachadas o sobre la propia cueva, realizadas con materiales constructivos modernos, de modo que, la gran mayoría de éstas, hoy día, poseen habitaciones de casa y de cueva, utilizándose las primeras como lugar habitual de vida, y como dependencias complementarias, las segundas.
Los núcleos de población existentes, dentro del término municipal, lo constituyen, además de la capital Cuevas del Campo, con una superficie de 544.600 m², La Colonia, la Cañada de los Morteros y los caseríos del Cejo Retamar y Cueva del Pino.
El anejo de La Colonia, constituido por una única calle, de aproximadamente 12 metros de anchura, en la que a ambos lados de la misma se suceden una serie de viviendas adosadas en hilera, cuya altura media es de planta baja y piso, ubicándose en la parte posterior de las mismas los corrales y dependencias anejas.
Esta agrupación de viviendas, que hoy ocupan ll5 personas, fue en sus orígenes un asentamiento para colonos, creado por la Sociedad Lazo-Pacheco, dedicada a la explotación agropecuaria de los primitivos regadíos de la zona, a través del Canal de Iturralde. Con fecha, 19 de junio de 1875, tenemos constancia de la concesión hecha al ingeniero de caminos, don José Mª Iturralde y Consorcios, para derivar agua del río Guadalentín. Y que por dificultades económicas a la realización de la obra (presa, canales y acequias), don Antonio Lazo Rebollo, receptor por transferencia del titular de la concesión, hubo de renunciar a la misma y a sus ventajas (libertad de tarifas y a perpetuidad), para poder obtener subvención estatal. Así nace la concesión, de 26 de mayo de 1891, limitada en el tiempo (99 años) y sujeta a las tarifas de riego señaladas por el disfrute de la subvención estatal para la realización de la obra. Se dispone, que pasados 99 años, todo el aparato de riegos pasara a la Comunidad de Regantes. Por iguales motivos, el Sr. Lazo, ha de asociarse y pasar la titularidad de la concesión a la “Sociedad Mercantil Colectiva Lazo, Pacheco y Martínez”. Este asentamiento, así como las tierras, que originariamente eran propiedad de la extinguida sociedad, han pasado a mano de sus antiguos colonos, que continúan hoy sus trabajos y tareas de explotación agrícola y ganadera de una de las zonas más fértiles de las tierras cultivables del término municipal: la Cañada de los Aljibes (la vega) y El Chaparral (zona olivarera).
Por la ley, de 17 de julio de 1953, se aprueba el “Plan Jaén” que, entre otras cosas, contemplaba la construcción del pantano de La Bolera. La realización de esta obra contaba con un problema, no se podía realizar, ya que la concesión de este agua era de “Lazo, Pacheco y Martínez”, por lo que la Comunidad de Regantes tuvo que hacer muchas gestiones para conseguir esta titularidad. En 1968 se terminaban las obras de la presa del pantano de La Bolera. Después, siguieron las obras complementarias, como canales, acequias, caminos de servicios, etc. Dentro de este plan, se construyeron la iglesia y el edificio del ayuntamiento.
El pueblo de Cuevas del Campo tiene pocas tradiciones, escaso arraigo y poca historia: es un pueblo joven. Quizá el hecho más importante sea la historia de su segregación del municipio de Zújar, que después de muchos avatares y controversias, acabó felizmente el 21 de noviembre de 1980, mediante el Real Decreto nº 2916/1980, aprobado en Consejo de Ministros.
Referencia
Principales editores del artículo
- Mª Rosa (Discusión |contribuciones) [1]
- Pilarr (Discusión |contribuciones) [1]