Etimologia y toponomía de Cenes de la Vega

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Uno de los topónimos con más simbolismo de la provincia de Granada y, quizás, el que más le representa es el río Genil, históricamente unido a la vida y cultura de las zonas por las que atraviesa.

Genil significa "Cien Nilos" y encierra toda una historia que puede servir de ejemplo para explicar el origen y significado de un nombre.

Los romanos lo llamaron "Singilis", los árabes transcribieron su nombre como Sinyil, Sannil y también Sinnil y durante la Edad Media y parte de la Moderna se le conoció como "Guadaxenil".

Autores árabes lo describen como uno de los más bellos y maravillosos ríos que entonces existían, en el cual –afirman– «se encuentra un pez de una virtud admirable que los médicos prescriben para combatir la fiebre y se llama radradi» que quiere decir ‘pez que vive entre las güijas del fondo del río’. Otros eruditos decían que el Sannil y la Vega le bastaban a Granada para gloriarse, aunque el más famoso de todos, Ibn al Jatib, dice:

«No se envanezca Egipto con su Nilo pues mil de ellos hay en el ‘Sannil’ de Granada», idea en la que profundizó cuando en otro pasaje de su obra señala que «el Sinyil atraviesa la Vega de Granada... y pasa por Sevilla, donde es un gran Nilo» lo que dio lugar a que otros autores árabes llamaran a Sevilla Madinat as-Sinyil ("la ciudad del Genil").

Los arabistas interpretan el vocablo ‘sin’ con ‘cien’ y ‘Nil’ con el ‘Nilo’ por lo que, literalmente, el actual nombre de Genil tendría el significado de ‘Cien Nilos’ aunque, lo más probable, es que dicha denominación exteriorizara un exaltado cántico por el río granadino que no tenía que desmerecer al que atraviesa Egipto aunque, hoy día, nada tenga que ver con las bellas palabras y descripciones que evocó.

Estrechamente vinculada con el Genil está Cenes de la Vega, para los árabes Qaryat Sinis, (‘Barrio del Genil’) que, aún, a medidados del siglo XIX, Madoz llama "Senes". Este núcleo fue un tradicional centro de cría de la seda que, según Mª Carmen Calero Palacios, fue sometido a un profundo proceso repoblador tras la sublevación morisca de la Alpujarras, para llenar el vacío de población que se produjo a finales del siglo XVI.

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