Casa Museo Gregorio Marín (Puebla de don Fadrique)

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Se trata de dos casas ubicadas en Cinto Alta de Puebla de Don Fadrique, de arquitectura popular, rehabilitadas para tal efecto. En la cual se alberga un museo con obras pictóricas y escultóricas, con cuadros de autores sobre todo granadinos. También en sus salas se llevan a cabo exposiciones temporales.

La fundadora de este museo fué Dª Pilar Marín, hija de Gregorio Marín. En este típico pueblo en una calle emblemática, se halla el Museo Gregorio Marín, nombre que le puso su fundadora en honor a su padre.

En él podrá encontrar el visitante bellas obras que su fundadora fue elaborando o recopilando a lo largo de sus años en los cuales supo aprender a valorar los obsequios que sus amigos le ofrecían. Al mismo tiempo Pilar Marín se vió atrapada por el amor a las artes y no dudó en aprender y realizar su sueño tras su jubilación.

Ese sueño lo culminó, tras haber vivido en distintas ciudades españolas, volviendo a su pueblo natal, Puebla de Don Fadrique. Es aquí donde ella quería terminar sus días y dejar reposar lo que ella tanto amaba, y no dudó por tanto donar al Ayuntamiento, su casa y sus obras de arte.

Salas

Las salas se distribuyen en tres niveles, concretamente en la planta inferior tenemos la sala García Lorca, mientras que en las dos superiores nos encontramos con una interesante muestra artística de técnica variada (pintura, collages, esculturas, cerámica, etc...)

Sobre la fundadora

Es Pilar Marín una mujer, como mínimo interesante, con una vida llena de vicisitudes, viajes, enfermedades y contratiempos en general desde su infancia , que bien podrían haberle hundido en la tristeza y sin embargo, tal y como relata en sus memorias, supo superar para seguir avanzando en su vida personal y profesional. Al leer su biografía se intuye una mujer culta, luchadora, inquieta y con un ímpetu de superación a lo largo de su vida. Desde su infancia, nos relata, tuvo dificultades dado que por coincidir esta con la guerra civil, tuvo que soportar el encarcelamiento de sus seres queridos y todas las adversidades que ello le ocasionaron.

Luchadora debió ser para superar todos los contratiempos y centrarse en su formación profesional para poder trabajar en algo, que en aquellos años, era un privilegio, en telefónica. En su empleo al igual que en su vida cotidiana, según cuenta, debió aprender a sobrevivir, adaptándose a las circunstancias sociales y políticas. Hay que destacar sus inquietudes artísticas, las que le llevaron a viajar, aprender y conocer todo aquello que para ella suponía arte. Así supo contar con amistades que le introdujeron en el arte y la cultura, con ellas aprendió a moverse por el ámbito cultural de su tiempo, lo que le empujó a querer conocer y aprender día a día, bien fuera pintura, cerámica, literatura etc. No es de extrañar que en su tiempo fuera considerada una mujer peculiar, ya que en aquellos años la mujer aún estaba predestinada, ante todo, para el hogar, la maternidad, y la cocina. Es por tanto Pilar Marín una excepción dentro de la norma, ya que ella misma recuerda "no me pesa haber vivido sin un hombre a mis espaldas".

Como buena amante de la cultura, el arte y las libertades, hizo un recorrido por varios países, entre ellos Rusia, Francia, Egipto, además de haber vivido en varias ciudades españolas como Madrid, Granada, Cádiz, etc. En todas ellas nos cuenta haber encontrado buenas amistades y gentes que le ayudaban muchas de las veces a sobrevivir y otras a adentrarse en sus inquietudes artísticas.

Tras hacernos un recorrido de su periplo en sus viajes y hacernos participes de sus vivencias ,enfermedades y amoríos, nos relata cómo y por qué vino a parar al pueblo que ella desde niña recordaba y amaba. En él nació y en él quería encontrar la paz y la tranquilidad que tras haberse jubilado buscaba, para dedicarse a aquello que siempre le gustó, el arte.

Así pues fue en Puebla de Don Fadrique donde compró su última casa, para en ella reposar y dejar reposar lo que ella más quería, sus obras de arte.

Galería de imágenes

Casa Museo Marín

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