Canal de Carlos III (Huéscar)

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Canal de Carlos III

Declarado Bien de Interés Cultural el 20 de mayo de 1982- El ejemplo más colosal aunque inacabado del control del agua por los pobladores de la comarca a lo largo de la historia, lo tenemos en el Canal de Carlos III.

Se trata del continuamente abortado proyecto del canal del Reino de Murcia, -también fue denominado Canal de Bugéjar-, que constituía un muy ambicioso plan de ingeniería para llevar las aguas de esta zona montañosa hasta las fértiles tierras murcianas, concibiéndose por tanto, como un auténtico y espléndido antecedente del actual trasvase Tajo-Segura.

Se idea este proyecto en 1537 según la costumbre, en el siglo XVI, de crear canales en la Península Ibérica. Tras permanecer en vigencia el proyecto, en tiempos de Felipe II se desecha esta aspiración, no iniciándose las obras hasta 1633 pero pronto se colapsan.

La obra del Canal era sumamente ambiciosa ya quede pretendía, salvando grandes dificultades técnicas, llegar a ser incluso navegable. Este canal arrancaba desde las fuentes del río Guardal, con un ramal secundario que pretendía recoger las aguas del río Castril para después,y atravesando el término municipal de Huéscar y cruzando el campo de Bugéjar, entrar por la zona de Topares en el reino de Murcia.

Durante el siglo XIX todavía se mantuvo el sueño del canal, aunque cada vez más el proyecto se fue limitando al riego de las tierras de Huéscar, prescindiendo del trasvase hacia Lorca y Cartagena.

El 2 de mayo de 1815 el ayuntamiento de Murcia propuso que se continuara el canal de Huéscar, para lo cual era preciso practicar un reconocimiento de los trabajos que se habían realizado durante el siglo XVIII, pagando los gastos las ciudades murcianas interesadas; dicho reconocimiento, que estuvo a cargo del ingeniero naval y teniente de navío Francisco Meléndez, permite saber que se habían construido un total de 29 km de canal en diversos trozos separados desde las Fuentes del Guardal hasta la entrada del Campo de Bugéjar.

Estaba sin abrir 11 km y medio hasta Topares, los cuales -y la finalización de las obras pendientes- permitirían regar 50.000 fanegas de tierra en dicho campo, 3.500 en Huéscar y otras en Orce, Castilléjar y Galera.

A éste siguió otro reconocimiento realizado en 1819 por el Teniente Coronel de Ingenieros Juan Carmona, para comprobar la posibilidad de extender el riego hasta Lorca y Murcia. En él se calculó que el Guardal podía suministrar 0,852 litros por segundo, el Castril 1,349 litros por segundo y el caudal de Juan Ruiz 0,244 litros por segundo.

A partir de 1846, finalizada la guerra carlista, volvieron a realizarse nuevas solicitudes, y en 1878 Francisco García Dueñas obtuvo la concesión de Canal de Bugéjar, para el aprovechamiento en la comarca de las aguas de los ríos Castril Guardal, Fuente de Juan Ruiz y Arroyo Raigadas. En el proyecto intervinieron los ingenieros hermanos Bergnes de las Casas. El proyecto del Canal de Bugéjar, que se llamaría según los períodos políticos de D. Amadeo I y de la Infanta Mercedes, se incluyó en el plan Gasset de 1900 y se proponía de nuevo en 1928 por Basilio Penalva, con la propuesta de que se denominara Canal de Primo de Rivera -por el Presidente del Directorio Militar-, al mismo tiempo que en Lorca y Cartagena se examinaban nuevamente los viejos proyectos del trasvase.

Efectivamente, la real orden de 22 de diciembre de 1926 ordenaba el estudio para la llevada de las aguas de Castril y Guardal a los campos de la provincia de Almería, lo cual, se dijo inmediatamente en Lorca, "de efectuarse mataría nuestras aspiraciones seculares y toda esperanza de vida, de esperanza y de redención para Lorca, colmando la medida de sus temores y dejándola empobrecida para siempre", según escribía la Cámara Agrícola de la ciudad en 1927.

Eso provocó una reacción y la publicación de una Memoria en la que se presentaba el proyecto y los derechos históricos sobre el agua de dichos ríos, la cual se encargó, como ya hemos dicho, al historiador local Joaquín Espín Rael. De esa publicación se repartieron centenares de copias a personalidades diversas de la nación, en una campaña defensiva.

Los argumentos que se esgrimieron en la Memoria en favor del proyecto eran éstos: Lorca solo pedía las aguas sobrantes de los ríos Castril y Guardal, por lo que no se lesionaban ni mermaban los derechos adquiridos en los regadíos que ya utilizaban esas aguas; en Lorca todo estaba hecho en lo que se refiere a la distribución de las aguas, y existían incluso los pantanos para almacenar el agua; también se alegaba que era más justo llevar esas aguas "a los regadíos ya hechos que a los regadíos por hacer", en donde además existía una numerosa población agrícola diseminada de agricultores muy competentes en materia de riegos y cultivos; que era una lástima que se perdieran las muchas obras ya hechas con vistas al trasvase, que solo faltaban veinte kilómetros para llegar a la divisoria de Topares, y que la ciudad estaba dispuesta a colaborar en la obra a través del Sindicato de Riegos existente.

La real orden del Ministerio de Fomento de 6 de julio de 1928 mandaba estudiar la regularización de los ríos Castril y Gardal, y partiendo de la base de un caudal aforado de 5 m3 por segundo, se destinaban 2 m3 para utilización y mejora de los regadíos existentes y aquellas cuencas, otros 2 m3 a las vegas del Almanzora, y el metro cúbico restante para la vega del Guadalentín.

Ante las protestas de Lorca, el 27 de octubre de 1930 otra real orden mandó estudiar una posible distribución más equitativa de los caudales del Castril y Guardal entre las cuencas del Almanzora y del Guadalentín, "en consideración a la mayor riqueza y al mayor beneficio que pueda obtenerse". Se encargó al ingeniero de la División Sur Enrique Gómez López el proyecto de conducción del agua de los ríos Castril y Guardal a Lorca y al Almanzora, como un "proyecto general de regularización y trasvase". Al mismo tiempo la Mancomunidad Hidrográfica del Segura encargaba otro proyecto al ingeniero lorquino Camilo Mazzuchelli Muñoz. Ambos estaban terminados y en poder del Ministerio de Obras Públicas en septiembre de 1931,siendo el de Mazzuchelli especialmente favorable para Lorca, ya que preveía 63 millones de m3 al año para el trasvasar al Guadalentín y 31 millones para el Almanzora, con una pérdida estimada en ambos casos de un 20 por ciento debido a la conducción.

En esos mismos años la política hidráulica se dirigía a resolver el problema del abastecimiento de agua potable en las ciudades murcianas con el agua del Taibilla, afluente del Segura; en 1927 se constituyó la Comunidad de Municipios para el aprovechamiento de las aguas de dicho río y en 1930 se aprobó el proyecto. La ciudad de Lorca, que se incorporó a dicha Mancomunidad, trató al mismo tiempo por todos los medios de mantener sus "derechos históricos" al agua de los ríos Castril y Guardal, que deseaba destinar al riego de sus campos.

En los años 1970 se realizarían nuevos proyectos, que han llevado a la construcción del pantano del Portillo en el río Castril (de 30 Hm3 de capacidad) y el pantano de San Clemente en el río Guardal (de 120 Hm×), ambos interconectados por un túnel, con los cuales se prevé garantizar el riego de 17.000 has en la comarca de Huéscar y un posible trasvase a la cuenca del río Almanzora en Almería y a la cuenca alta del Guadalentín.

CANAL DE CARLOS III, SUS RESTOS QUEDARON EN EL PAISAJE

Tras el abandono de las obras de canal, sus restos quedaron en el paisaje, y aparecen en las descripciones de algunos viajeros que atravesaron aquellos parajes. Entre ellos, en la del naturalista Simón de Rojas Clemente que en 1803 fue comisionado para estudiar los productos y riqueza naturales del reino de Granada, y que en junio de 1805 atravesó la comarca de Huéscar. El 20 de junio de este año, bajando desde la Sagra a Huéscar, se encontró "con las viejas piedras que debían servir para el puente por el cual había de darse curso al canal sobre el río"; -acueducto- y añade que "este puente quedó empezado; pero veíamos el pedazo de canal que corre como legua y 1/2 por el lado izquierdo del valle o campo (así lo llaman) de Jurena y por la falda de la sierra que limita al campo por el mismo lado; cuya Sierra que es continuación del calar de la Puebla [de Don Fadrique] corre con varios nombres hasta enfrente de Huéscar; así como el canal".

Rojas Clemente estima que las aguas que habían de tomarse de las fuentes del Guardal eran "demasiado escasas para tanto objeto y tanta obra, pues dicen que a temporadas solo bastan para moler un molino", añadiendo: "Mucho se gastó ya para la obra del Canal, que excepto por cerca del Nacimiento, donde parece se concluyó, aunque ahora esté en parte obstruida, en todo lo demás está embastado, es decir abierto solo el cauce sacando tierra y cortando alguna vez la roca. El Canal debía cruzar el valle de Raygas por su lado SE, dar la vuelta por todo el de Fique y después por todo el de Jurena haciendo en estos dos todo el arco que ellos hacen para dar luego la vuelta a Bugéjar, de donde parece debía pasar a Lorca. En Campofique parece que hay gran pedazo de canal hecho y otro pedazo mirando ya al de Bugéjar".


Pueden verse todavía la presa en el nacimiento del Guardal, totalmente aterrada así como la toma de derivación del canal. Próximo a ella se observa la obra de fábrica de la cimentación del canal desde la carretera que se dirige al pantano de San Clemente. Desde allí tuerce hacia el este para cruzar el barranco de Raigadas cerca del cortijo de las Ánimas, hacia Campofique. El Puente de las Animas, sobre el que transcurre hoy la carretera es tradición que fue construido para el canal. Cerca de él se localizan las Cuevas del Canal.

Desde allí tuerce hacia el este para cruzar el barranco de Raigadas cerca del cortijo de las Ánimas, hacia Campofique. El Puente de las Animas, sobre el que transcurre hoy la carretera es tradición que fue construido para el canal. Cerca de él se localizan las Cuevas del Canal. El río Raigadas debería ser atravesado también por el otro ramal del canal procedente del nacimiento del Castril, y seguramente a él corresponden los restos -pilares- del comentado acueducto

Posteriormente, el canal cruza la carretera local de Huéscar a Santiago de la Espada. en el km 10. Al llegar al cerro Trompeta se dirige al sur, paralelo a la carretera, y faldeando la Sierra de Perico Ruiz y del Muerto. En ese punto hay solamente una explanación del canal, sin ninguna construcción, y a veces se conservan cercos de piedras que, según la tradición, corresponden a los hogares para la comida de los obreros de la obra. En el ángulo SE de la hoja de San Clemente se indica claramente el trazado del canal en ese sector. El canal continúa faldeando este monte hacia el sur, y para seguir la curva de nivel, tuerce luego hacia el este y al noreste, a pocos kilómetros de Huéscar. Seguramente seguía el trazado que fue luego aprovechado por la acequia alta de Montilla, señalada en el ángulo sureste de la citada hoja de San Clemente. Esa dirección hacia el noreste la continúa hasta cruzar el río Brabata cerca del cortijo del Doctor, torciendo luego hacia el sur para bordear la sierra de la Encantada o de Jubrena. En el ángulo SO de la hoja 930 correspondiente a la Puebla de Don Fadrique están claramente marcados esas dos ramas del canal. La vista desde Fuencaliente muestra claramente la hendidura del canal en la falda de la sierra de la Encantada.

Con el fin de mantener la curva de nivel bordeando la sierra de la Encantada, el canal tuerce luego nuevamente al este y cruza la carretera de Huéscar a la Puebla de Don Fadrique en el kilómetro 6, dirigiéndose luego al NE cruzando nuevamente la citada carretera. En el ángulo SO de la hoja 951 (Orce) del Mapa Topográfico Nacional se indica claramente esta sección del canal con la doble torcedura. En ese sector es donde se hizo la mayor excavación, cuyos restos, convertidos a veces en un muladar, son todavía visibles cerca de la carretera y están bien señalizados con un cartel que indica "Canal de Carlos III".

Más adelante el canal debería dirigirse hacia el este hacia Topares, y su trazado fue aprovechado seguramente por la acequia de Bugéjar, que está claramente señalada en el mapa y en el terreno. Ese sector es muy llano y no planteaba ningún problema al trazado. Pero más adelante los desniveles que hay en Topares, y que debían ser salvados por una mina para mantener la misma cota, aunque no son muy grandes, supusieron un obstáculo insalvable para el canal.

Referencia

Fuente documentada por el Excmo. Ayuntamiento de Huéscar y www.huescar.org

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