Siembra y recogida de la patata en la Dehesa de Dílar

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Proceso de siembra y recolección de la patata en la Dehesa

la Dehesa de Dílar, es una depresión situada en pleno corazón de Sierra Nevada y flanqueada por dos conocidos gigantes: Los montes Alayos y el pico del Trevenque. Y en el corazón del valle, su río. La Dehesa de Dílar está dentro del Parque Nacional de Sierra Nevada. Era costumbre labrar y sembrar en la Dehesa.

Durante el mes de Mayo se subía con las bestias (mulos),desde el pueblo hasta la Dehesa, el abono y demás enseres de la labranza, un proceso que duraba de 4 a 5 horas de subida y otras tantas de bajada, por un camino o vereda tortuoso y con multitud de precipicios. Una vez arriba, se buscaban piornos, que es el tipo de leña que abunda en las alturas, para que los animales no bajaran de vacío, y así aprovechar el viaje de vuelta. Una vez tenido todo lo necesario para la siembra, incluido el estiércol que ovejas y cabras depositaban en los corrales de piedras que tenían algunas chozas, se sembraba la patata, de copo de nieve primero y posteriormente la rey; pero no en arroyos como en la vega,si no que se depositaban los cascos de la patata en el surco que había arado. Durante el verano se cultivaba y se regaba hasta el otoño (octubre) que se arrancaba. El centeno se sembraba cuando se arrancaban las patatas, para que durante el invierno permaneciera en la tierra, y cuando se volvía al año siguiente para la siguiente siembra de la patata ya estaba nacido. El centeno se segaba y sacudía en el mes de Agosto y el grano se traía al pueblo pero la paja se quedaba hasta cuando se arrancaba la patata. La patata se arrancaba en el mes de Octubre (algunas veces con ventisca y mal tiempo), se metían en grandes hoyos, se cubrían con una capa de paja de centeno, para que la lluvia y la nieve no las mojara y se pudriera. Sobre la paja se ponía una capa de tierra y encima de la misma ponían “piornos” para que el ganado u otro tipo de animales no lo pudiesen descubrir. La patata se bajaba a finales de enero o febrero, que era el tiempo de siembra en la vega. Un proceso muy duro ya que en muchos tramos del camino había ventisqueros de nieve que había que abrir con los azadones y palas para poder pasar. Las patatas, para cargarlas en los mulos, se metían en “seras”, un tipo de recipiente mayor que los sacos de hoy en día, que podía pesar alrededor de los 100 kg cada una, pero entonces se pesaban por arrobas y cada bestia podía traer alrededor de 20 arrobas. En la Dehesa se empezó a sembrar en tiempos remotos y se dejó de sembrar a mediados de los años 60 (siglo XX).

Se cuenta que, en marzo de 1957, se corrió el rumor de que iban a sembrar la Dehesa de pinos y todos los “deheceros” (así le llamaban a los que labraban en la Dehesa) se manifestaron subiendo a la Dehesa, cada uno con sus bestias; pero ese día no vieron nada allí. Cuando bajaban por el Cortijo de Sevilla, vieron al guarda forestal, que vivía en el Cortijo de Rosales y se dirigía a la Zubia, entonces todos los hombres le dijeron -ahí va la “paba” (era el mote del guarda forestal), te vamos a dar una cavada y te vamos a enterrar en un hoyo de las papas en la Dehesa y así no las pondrán de pinos-. Cómo sería el miedo de aquel señor que llegó corriendo al cuartel de la Guardia Civil descalzo y antes de que llegaran a Dílar los “deheceros" ya estaba la Guardia Civil en la entrada del camino de la Dehesa y llevaron a todos los hombres, subidos en sus respectivas caballerías, a la Plaza Baja del pueblo. Las mujeres y los niños daban gritos, diciendo: “papas si, pinos no”. Aquello fue de espanto. Después vino todo el Cuartel de las Palmas, de Granada, el Capitán Robles y Don Mariano Pelayo, que poseía mucho ganado en la Dehesa. La gente no paraba de gritar: “papas sí, pinos no y pasto para el ganado". El señor Pelayo paró la manifestación y dijo que no iba a pasar nada, así que cada uno se fue para su casa. Pero al día siguiente vino otra vez la Guardia Civil para llevarse a declarar a tres hombres: José Sevilla, Felipe Villanova y Antonio del Río, y se puso toda la gente en la salida del pueblo gritando: “todos o ninguno” y no se los llevaron. Ese día no hubo escuela. La Dehesa no se sembró de pinos, se quedó para “menores” (pasaba a ser del último que nacía en el pueblo). Todavía hay gente que paga su renta.

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