Rutas de senderismo de Soportújar

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RUTAS SENDERISMO EN SOPORTUJAR

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SENDERO DE GRAN RECORRIDO SULAYR GR 240: TRAMO 5: PUENTE PALO – CAPILEIRA (ver SENDEROS DE CÁÑAR pag. …)

SENDERO DE GRAN RECORRIDO GR 7 – E4: Sendero que recorre Soportújar, introduciéndose por el Este desde el Barranco del Poqueira, tomando después dirección Cáñar por el Barranco del Río Chico.

SENDERO DEL ESPACIO NATURAL DE SIERRA NEVADA: PUENTE PALO Este recorrido nos adentra por uno de los barrancos menos conocidos de La Alpujarra, con una frondosa vegetación debida en parte a los trabajos de repoblación forestal que se llevaron a cabo en los años 20 para frenar la torrencialidad del Río Chico. El sendero pasa por los antiguos viveros utilizados en los citados trabajos de repoblación y sube hasta el área recreativa de Puente Palo, situada en uno de los mejores pinares del Espacio Natural.

Senderos; GR 7 y Sulayr.

C.1.- GR 7.

La primera etapa fue Lanjarón – Cáñar. Tras un pequeño descanso, salimos de Balcón del Poniente de la Alpujarra, que es Cáñar, por lo que ellos llaman el Camino de Soportújar, caminando por el GR7. Nos dirigimos a la cuenca del Río Chico, la cual se va abriendo, es la verde y arbolada Sierra de Soportújar, preñada de pinares y tierras de cultivo. A lo lejos divisamos el Dique 24, la vegetación va cambiando, empezamos a encontrarnos con algunos nogales, es el Sotillo de Cáñar, un bosque de ribera gracias a unas generosas fuentes.

A unos treinta minutos de marcha llegaremos a una explanada, en la que predominan los cipreses, se trata del Barranco Barjas donde, hace algunos siglos, estuvo enclavada la aldea de Barjas que fue totalmente arrasada por una crecida del Río Chico.

Como ya hemos referido anteriormente, en este río predominan las crecidas, las cuales arrastraban gran cantidad de aluvión que periódicamente arrasaba la campiña de Órgiva y alrededores. Es por ello que desde los años veinte se fueron construyendo una serie de diques a lo largo de todo este pendiente río, para amortiguar los efectos devastadores de los aluviones. Destaca el Dique 24, el último de los cuales es el más grandioso, se terminó de construir en el año 1943, tiene una altura de 30 mts. Aproximadamente, a través del cual el agua se precipita en una hermosa e imponente cascada. Llegamos al Dique 24 tras una hora de marcha. Podemos distinguir una vegetación típica de ribera en la que predominan los álamos, mimbres y acacias que, junto a los pinos de repoblación y al agua que discurre por doquier, dotan al entorno de una belleza cautivadora. A partir de aquí comienza el término municipal de Soportújar. Caminamos bordeando la acequia que surte de agua a la vega de este maravilloso municipio. Salimos del pinar y nos encontramos con campos de cultivos abandonados, que aún así conservan intactas sus terrazas. Nos llama la atención una serie de construcciones en ruinas, son restos de antiguos molinos harineros, dispuestos junto a la acequia de los Parrales, puesto que se movían con esta agua, como el de los Gabrieles, Domínguez, Paquita, Miranda , etc, algunos de los cuales conservan aún las enormes piedras de moler el grano. También nos llama la atención los restos arqueológicos de lo que fue una central hidroeléctrica junto a la acequia. Destaca a la izquierda dominando el sendero un gigantesco tajo, conocido como el Viso, así como unas enormes piedras en toda esa ladera. Un poco más allá del Viso, las vistas se abren inmensas sobre el valle de Órgiva, la boca de la mar por Salobreña, la presa de Rules, hacia la izquierda la vista se pierde por las Sierra de la Contraviesa. Si volvemos la mirada nos deleitaremos con la Sierra de Cáñar, su robledal y el Cerrillo Redondo, Nos dejamos caer hasta el núcleo de población de Soportújar, de unos 300 habitantes y una altura de 945 mts, en la plaza del pueblo. Nos detenemos antes de entrar en el mismo Soportújar, en el Mirador de las Eras, el cual posee una orientación privilegiada, con excelentes vistas y muchas horas de sol. Es un auténtico balcón desde el que se divisa Caratáunas, Órgiva y toda su vega. Visitamos el pueblo: sus calles con tantos tinaos, son una sucesiva caja de sorpresas. Algunas fuentes, preciosas placetas, huertos en medio del pueblo, las pendientes, los balcones llenos de flores, la amabilidad de sus gentes, aquí nos quedaríamos en la Taberna Romero, con el mejor camarero del mundo entero, que dice llamarse David Romero. También el Bar Correillo, que ya nos preparó las ganas de comer, por los aromas de las tapas que preparaba, que emanaban hacia la Placeta de las Pérez. A la salida del pueblo hacia Pampaneira hay otro bar que le llaman el Teklas. La iglesia destaca en su callejero, así como la limpieza de sus calles, la sensación de laberinto que nos da el pueblo, laberinto con salidas hacia los huertos, que ellos llaman hazas, palabra que se conserva intacta desde tiempos de los moriscos. Nos da pena tener que seguir recorriendo el GR 7 y abandonar Soportújar. Tras recorrer unos quinientos metros por la carretera, con unas excelentes vista sobre el Valle del Guadalfeo, y prometernos que volveremos a disfrutar las preciosas Áreas Recreativas que se han habilitado en la salida del pueblo, tomamos hacia Pampaneira, por debajo del cementerio y del polideportivo, seguimos por una pequeña pendiente bordeada de olivos hacia las minas de hierro de la Virgen de Fátima ya abandonadas, seguimos subiendo tras dejar la Finca de los Llanos, hasta llegar a la pista forestal que parte de la Ermita del Padre Eterno y se dirige hacia la Casa Forestal y al paraje denominado Puente Palo, aquí ya dejamos el término de Soportújar, sintiendo unos deseos inmensos de recorrerlo una vez más. C.2. Sendero Sulayr. Este sendero atraviesa Soportújar por unos parajes de gran calidad medio ambiental y paisajísticos. Empezaremos, viniendo de Cáñar, por el Puente Palo, el cual debe su nombre, a que antiguamente lo atravesaba a esta altura, un improvisado puente de madera. A finales de los años 40 se levantó de piedra, tal como se conserva hoy. Atravesamos el río Chico que nace a unos 3.000 metros de altitud, con una gran pendiente, desciende en unos pocos kilómetros hasta el valle de Bayacas y Órgiva. Es un río truchero, aquí en el Puente Palo, en sus pozas se pueden contemplar ejemplares de truchas. Continuamos por la pista forestal entre pinares de repoblación y encinas, a unos pocos cientos de metros nos encontramos con una pista que sube hasta la finca del Cestero, y más allá la pista que nos subirá hasta la Acequia, pasando por la Haza Llana. Hemos dejado en la pista dos fuentes que manan agua congelada, como son las dos Fuentes de las Rosas. En la Haza Llana quedan restos de una antigua Casa Forestal hoy abandonada y un estanque también de colosales dimensiones para un Soportújar. Llama la atención la Haza Llana por ser una finca tan amplia y tan calma, sin ninguna pendiente, en un municipio con dos mil metros de desnivel. Continuamos ascendiendo hasta encontrarnos con la Acequia de la Sierra, eje vertebrador de la red hidrológica de Soportújar, gracias, entre otras razones, a la práctica del careo. La Acequia de la Sierra recorre todo el término de Soportújar, desde el Río Chico, justo en el lugar conocido como El Partior, en donde Cáñar y Soportújar, en un acto de ejemplar convivencia reparten el agua a partes iguales: existe una caseta en cuyo interior están las compuertas, y llama la atención que de la puerta de esa caseta, una llave la tiene un cañarete, y la otra, un soportujero. Deben juntarse para abrirla. Esta acequia de la Sierra, avanza suavemente entre chaparros, que es como se le dice aquí a las encinas que crecen a lo ancho más que a lo alto. La acequia, cuando la encontramos subiendo de Puente Palo, se encontraba junto a la conocida como Alberca del Almiar, la alberca más grande del pueblo, lugar donde se recogía antes el agua, para almacenarla y poder utilizarla cuando resultase necesaria. Por qué almiar: un almiar es un lugar donde se cosechaban las mieses, posiblemente los moriscos tenían en ese mismo lugar lo que nosotros le llamamos era y ellos le llamaban almiar.

Unos metros más arriba existe otra finca llamada La Laguna, cuyo nombre se lo debe a la existencia de una laguna, que fue desecada siglos ha. Continuaremos el Sulayr, a unos 2.000 metros de altitud, prosiguiendo la acequia, entre robles centenarios, procedentes de la última glaciación como una reliquia de un inestimable valor ecológico. Encinas, algunas de ellas también muy antiguas son admiradas por todo aquel con un mínimo de sensibilidad ecológica. Curiosamente predomina en el Robledal las fincas de particulares, aunque en su día perteneció enteramente al Común de los Vecinos. Como algo curioso jurídicamente destaca en este robledal que el suelo pertenece a sus propietarios particulares, pero el vuelo es del Ayuntamiento, el cual subasta la bellota y los pastos todos los años el día de San Miguel, el 29 de septiembre, el día de la Feria de Órgiva, fecha en la que tradicionalmente finalizaba la campaña de verano en la sierra y la gente ya se bajaba a la sierra con los becerros cebados para venderlos en el río de Órgiva a algún marchante. El caminar por este lugar tan idílico es todo un placer para todos los sentidos. Esta acequia, cuyo caudal, casi siempre abundante, tiene su origen en el deshielo de las cumbres de las sierras de Soportújar y Cáñar, nos llevará por el Robledal hasta el lugar de La Atalaya, desde donde se pueden contemplar una de las mejores vistas de toda la provincia: las costas de África, el mar Mediterráneo, el Barranco Poqueira, el Mulhacén, Veleta, Alcazaba y algún otro tres mil, y hasta casi Almería capital a través de la Sierra de Gádor y hasta el Valle de Lecrín. Todo eso queda a nuestra vista, cambiando su percepción a lo largo del día en brillo, colores, matices que la vista humana agradece. Mereció la pena llegar y mucho caminar hasta aquí. Debemos parar un rato en La Atalaya, en donde se encuentra “La Emisora” o centro antiincendios del Infoca, y un paco más abajo el Centro budista O´Seling. A través de la Loma de la Matanza y de La Piuca entramos en el Barranco de Poqueira, concretamente en Pampaneira.

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