Los Maestros de Campo en Zagra
La misión que desempeñaban estos abnegados hombres es digna de agradecer por la magnifica y encomiable labor que realizaban en unos tiempos muy difíciles. Se dedicaban con ilusión y gran entrega a la muy notable tarea de enseñar a muchísimos campesinos que vivian en cortijadas diseminadas y muy distantes entre si. Eran muchos los alumnos a los que tenían que atender, recorrían a diario más de 15 Km, por estrechas veredas polvorientas en verano y embarradas en invierno, haciendo frente a todas las vicisitudes e inclemencias del tiempo y no lo hacían a lomos de una caballería sino a pié. El aula donde se impartían las clases era totalmente improvisada a veces y durante la época estival bajo la sombra de una encina y durante el invierno junto al fogón de una chimenea en la cocina.
Los niños eran iniciados a la lectura con la antigua cartilla Rayas y el Catón. Primero aprendían las vocales y después todo el abecedario. Combinando las vocales con las consonantes y a golpe de voz, sílabas directas, inversas y mixtas que unas vez agrupadas les descubrían las primeras palabras. Simultáneamente iban aprendiendo los primeros números y sencillas cuentas de sumar, restar, multiplicar y dividir. Los alumnos más adelantados estudiaban sus lecciones de memoria en las Enciclopedias de José Dalmau Carles y la Enciclopedia Àlvarez en sus tres formatos: Elemental, Media y Superior, donde adquirían conocimientos de Gramática, Aritmética, Geometría, Historia y Ortografía. En cuanto los alumnos aprendían los conocimientos básicos para desenvolverse, "hacer su apaño", dejaban de asistir a las clases. Los padres no ponían ningún interés en que las niñas aprendieran ni asistieran a las clases del maestro, pensaban que no les hacia ninguna falta. Ellas aprendían algo de escuchar lo que el maestro les decía a sus hermanos varones, total si lo único para lo que ellas querían aprender a escribir, era para luego cartear con el novio, es lo que pensaban los padres. Estos maestros cobraban mensualmente pero muy poco y la mayoría de las veces lo hacían en especie: aceite, huevos, arroz, algo de carne, etc. si se encontraban en el cortijo a la hora del almuerzo o la merienda este era invitado por los dueños a quedarse a comer. La figura del maestro de campo era muy valorada, respetada y querida por el entorno familiar. Trabajaba todos los días sin tener ninguno libre. Sin lugar a dudas de no ser por los Maestros de Campo muchos cortijeros hubieran sido analfabetos. Queremos hacer en este articulo mención de algunos de ellos que destacaron por su buen hacer, por ser personas honestas, respetuosas, formales y educadas, desde aquí se les rinde un sincero homenaje.
- El Maestro Papalino.
- Su hijo Felipe Papalino.
- Antonio Teoro.
- José el de la Concha.
- Manuel Tarambanas.
Referencia
Imágenes:
- El Catón de los Niños. Se muestra la imagen tal como aparece en: Imagen
- Enciclopedia Álvarez. Se muestra imagen tal y como aparece en Imagen
Principales editores del artículo
- Anavimol (Discusión |contribuciones) [23]
- David (Discusión |contribuciones) [1]