Las antiguas posadas de Huétor Tájar
En Huétor Tájar allá por los años 36 había tres posadas, una se llamaba posada de Cardenillas los dueños eran una matrimonio que tenían 6 hijos y estaba ubicada en la calle Ramón y Cajal, trabajaba el matrimonio para mantener a sus hijos, venía la gente de paso o del campo a repostar o comprar generalmente con sus mulos de carga. Aquí pasaban la noche, había debajo de la pensión unas cuadras o habitáculo para los animales de carga. En las ferias del pueblo venía mucha gente del campo y paraban en ella.
También hay constancia de que Fray Leopoldo de Alpandeire fraile capuchino paraba en ésta pensión en su peregrinar, pidiendo limosna de puerta en puerta por todo el pueblo para dar de comer a los pobres. Así pasaba unos cuantos días pidiendo y pernoctando en la fonda mas humilde que había en el pueblo, en la posada había mas pobres y él se ponía con ellos a pasar algunos ratos en los que sus menesteres se lo permitía., esto se producía en el municipio de Huétor Tájar a finales de la década de los 40 principios de los 50.
Había otra posada que era la de San Antonio que le llamaban la posada del Rubio y allí venía mucha gente del campo. Venían con mucha frecuencia con animales para vender y mientras no los vendían los tenían metidos allí, los usuarios de ésta posada era gente con mas recursos, esta se encontraba justo en la entrada del pueblo en la calle Rio y también metían animales, pero sus principales usuarios eran personas como los representantes o comerciales que venían a abastecer los pequeños negocios de la época., y personal de la administración que paraban unos días para que el pueblo arreglara sus papeles, como contribuciones y arbitrios reales, venían a parar allí porque antes en el pueblo no se podía arreglar ningún papel por falta de oficina pertinente y había que desplazarse a Loja municipio mas cercano o a Granada. El dueño de ésta posada, Antonio el Rubio tenía un coche de caballos, con el que iba a la estación de ferrocarril a recoger los viajeros que paraban en Huétor Tájar, también recogía el correo y lo llevaba al ayuntamiento para que el cartero lo repartiera.
También había otra que se llamaba pensión de Amparo Santiago, que solo era pensión para dormir y comer y en la misma había una ventana que daba a la calle y servía de taquilla para cobrar la contribución al personal que venía de Loja.
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