La vieja memoria

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Reunidos un día Emilio Hitos Martínez, José Sevilla Ruiz, David Morales Cea, José Gallego Padial , Luis García Alcázar, José Morales Cea, Joaquín, Díaz Padial ( Magaro ) y Manuel Bueno Piñar, contaron la vida en el monachil antiguo; este relato se conserva tal cual, aunque los temas iban y retornaban en su charla y han debido ser organizados:

“Monachil tenia menos habitantes que hoy y estaba organizado en cuatro barrios: el de la iglesia que tenia dos hornos y alguna tienda de comestibles, el de Miraflores con las cuevas en la solana, el Alto que al principio no tenia comercios y estaba mal comunicado, y el de la Vega que era solo un puñao de casas....

La carretera de Granada esta ,al y cerca del Puente había que utilizar el río como carretera y teníamos que salir a sacar los carros cuando se atascaban, pero en las avenidas había que dar la vuelta por Cájar y el Camino de los Leñadores; la acequia Jacín iba descubierta y tenia una piedra rectangular que servía de puente; se entraba al Pueblo por una calle estrecha y pendiente y se bajaba por el barranco de la Casa Alta. No había local para la suela y dábamos las clases en el Ayuntamiento o en casas alquiladas; el cementerio tampoco estaba donde esta ahora, sino en el barranco de Huenes....

En el río había varias centrales eléctricas que desaparecieron luego, pero entonces se hacia poco gasto de electricidad en el Pueblo, se usaba una sola bombilla en toda la casa u las había que alumbraban con candil, usándose el farol para las cuadras...

Las huertas de la Vega tenían menos arboleda, aunque había parrales y olivos más que ahora, y en el resto de los terrenos se producía buen trigo, cebada, centeno y había muchos olivos que ya han mermado mucho; se producía lo que se necesitaba pero “sólo para ir tirando “; una de las mejores cosechas era la de patatas en la Dehesa, que eran para consumo y para semilla, que había sobre todo la de “copo de nieve” que tenia fama, aunque luego entro la patata de simiente alemana que nos trajo el escarabajo; también se producía mucha habichuela, pero de las blancas porque las de verdeo necesitaban un transporte mas fácil a la capital, cosa que entonces no había. Una vez recogida la patata en la sierra se enterraba en unos hoyos que eran como sepulturas , que se cubrían con palos, paja de centeno y tierra, sacándose a primeros de año para el consumo y luego para la siembra...


La tierra estaba casi toda en manos de unos cuantos terratenientes, como las Monjas de la Dehesa y el Marqués de Diezma, que luego vendió las tierras a son Emilio Aragón, estando el resto de la propiedad muy repartida; los administradores de los terratenientes eran unos caciques para la gente y había que hacer lo que ellos decían; la vida era dura, el que cogia dos obras de tierra a renta era un campeón, aunque se podía tirar con fanega y media ( La fanega es una unidad de medida histórica, anterior al establecimiento y la implantación del sistema métrico, que se refería tanto a mediciones de capacidad o volumen, como a mediciones superficiales de fincas del ámbito agrario. Era fracción de la fanega la cuartilla que, como apunta su propia denominación, suponía una capacidad equivalente a un cuarto de fanega.) y había gente que no cogía ná y se tenia que defender transportando leña o nieve y hasta a veces les tenía que ayudar el Ayuntamiento...

La sierra estaba poblada de cortijos que eran de piedra, con el techo de paja de centeno y que tenían solo dos cuartos, uno para dormir y otro para guisar y comer; el fuego se hacía en un agujero que tenían en el suelo y por eso se incendiaban con frecuencia, o en el exterior cuando no corría viento; pero los había también que eran chozas de palos y paja; en lo más alto se vivía solamente durante el verano, pero en lo mas bajo se habitaba durante todo el año...

La ganadería era también un capitulo importante porque llegó a haber hasta 15,000 cabezas de ganado, ovejas, cabras y vacas y hasta caballos de la Remonta; el ganado se refugiaba en Borreguiles durante el verano y, a pesar de lo poco que parece que hay allí para comer, bajaba gordo y lustroso; las manadas más grandes eran de ovejas, aunque las de cabras más numerosas; los grandes rebaños bajaban en invierno a la costa y regresaban con las crías a finales de abril, deteniéndose en las cercanías del pueblo donde se vendián los borregos y hacían queso y requesón, pasando a finales de mayo las dehesas. Estos grandes rebaños tenían pastores fijos que cobraban la “jatería”, que era parte dinero y parte comida, y los dueños procuraban hacerse de algunos trozos de labor, que se llamaban “suertes”, para abonarlos con el estiércol que les daba el ganado...

En el río había hasta diez molinos de harina y todos trabajaban mucho, subiendo los carros de harina hasta de Granada, pero luego había que subir los sacos en mulas porque no había carretera por encima del Pueblo; también había varios molinos de aceite y venían a veces “maestros de molino” hasta de Nigüelas; había entonces tres tejares que, entre otras muchas cosas, producían “masaríes” para solar los hornos de pan y también había que bajar el material en bestias; la leña eran entonces esencial tanto para los tejares como para las casas y había que pagar la “papeleta” a los administradores para cogerla; y aquello era un continuo de leñadores, arrieros y labradores con sus bestias, además de los ganaderos y los cazadores que eran también muchos.....

La sierra era también rica en minerales y se sabe que la Compañía Asturiana estuvo explotando el Cerrajón en busca de plomo, pero parece que no les dio resultado por que llegaron a pasear una reata de burros cargados con lo que fuera desde Puerta Real para que la gente preguntara que es lo que era aquello y otros le respondieran que era plomo del Cerrajón y es que andaban buscando compradores.. También en la sierra había mucho chaparro, encina y piornos para leña, con algunos castaños y nogales en los barrancos y en el cortijo las Mimbres; la repoblación de pinos se hizo en la posguerra y nonos mal que vino, porque la población aumentaba y no había trabajo en los años de la hambre y aquello salvó la situación; el cerro Huenes se ha beneficiado con el bosque “por que se sujetan las aguas y entonces protestaron por que no se podía entrar con el ganado, pero este se perdió por otras causas porque ahora nadie quiere ser pastor”

Algunos se ganaban la vida trayendo nueve de la Casa de la Nieve que estaba en la calle Varela en la capital “pero era un medio de vida muy desgraciado porque era muy trabajoso y las bestias sufrían mucho por el chorreo del agua fría que les producía heridas y hasta se morían se por ello”; las mujeres iban a servir a Granada y tenían que quedarse a vivir allí porque entonces no había transporte diario; y otras familias llevaban todos los días a la capital la leche que le sacaban a la manada pequeña se cabras que tenían en la casa y que cuidaban los propios hijos...

La fiesta de San Anton, 17 de enero, coincidía con que estaban aquí los cortijeros de la Sierra y se había terminado la aceituna y toso el mundo guardaba algo para la fiesta; el año anterior los mayordomos del santo, con una hucha y la llave, la gente venia a cumplir las promesas que habian echo al santo por los animales y también venían de la Zubia y de Cenes. La misma era muy solemne con varios sacerdotes, entre los que no faltaba don José Valdivia, cura de Cájar pero nacido en Monachil, un predicador y don julio Vidal con su capilla. Al atardecer de la víspera llegaba el “tamborero” que era un solo hombre tocando el tambor, y los chiquillos iban e esperarlo a puente del rió y le acompañaban por todas las calles, al día siguiente venia la banda de musica de La Zubia o la del Ave María. Ya hace tiempo que desapareció el “ el marrano de San Antón” que lo echaban de pequeño y la gente lo alimentaba, y se rifaba el día de la fiesta..

El siguiente a San Antón era el día del “entierro de la zorra” y, si el tiempo lo permitía se iba la gente a los tejares a tomar el sol, se comía la “olla de San Antón”, con rabo y habas, se hacían cucañas y se bailaba con el acordeón y la rondalla. Los columpios vinieron mas tarde. Había una ermita de San Antón en la Acequia del Albaricoque, pero no queda nada de ella.

El carnaval era muy divertido, como el “día de la vieja”, en que la chiquillada vestía una escoba con trapos negros y recorría las calles voceando “saca la vieja , tía pelleja” , para que les dieran algo; jugaban al escondite en el Pueblo y los alrededores y algunos tenían la habilidad de contar cuentos, sobre todo de miedo, y los se ponían por la noche a escucharlos;” porque había lugares de miedo que decían que salían fantasmas y en algunos salían de verdad” , unos por quedarse con la gente y otros por espantarla y tener vía libre para lo que tuvieran intención de hacer o de ir “otra costumbre era la de subastar a las novias, proponiendo a una moza para que el mozo soltara dinero por besarla, por lo que había sus peleíllas entre los pretendientes, quedando el dinero para la fiesta de San Antón; otros iban a echarse novia a Cajár pro allí tenían que “pagar el piso” que era convidar a los mozos hasta que se emborracharan y por eso existía mucha rivalidad entre los de los pueblos, de modo que algunas veces preferían dar la vuelta y no pasar por allí . Siempre hubo habladurías sobre los cuernos que unas veces serian versad y otras no y también de que había algún mariquita, pero de eso también lo hay ahora”, unos de los cuales decían que pegaba en el casino, pero cuando fueron morciguillos les hicieron frente y aquello no tuvo mas importancia...

La semana Santa se celebraba mucho porque entonces “había mucha religión”, y hasta las autoridades iban el domingo de Ramos a la iglesia y salían con palmas en la procesión; el Jueves Santo paraban los trabajos a mediodía y los jóvenes jugaban a la tángana y las charpas (El juego de la Charpas consiste en lo siguiente: Organizado el corro, una vez depositado el dinero en el suelo, a la vista de todos, que es lo legal, y cerradas las apuestas, la persona designada -puede ser un jugador- lanza al aire las dos monedas, que habitualmente son de bronce, de aquellas de 5 o 10 céntimos, y cuando se estrellan en el pavimento, el "baratero" se encarga de recogerlas y mostrarlas públicamente. Si en una sale "cara" y en otra "cruz" se repite la tirada hasta que ambas queden emparejadas. Al parecer simbolizan o representan aquel juego que llevaron a cabo los soldados romanos en el momento del Calvario -repartirse la túnica de Cristo- . Otros opinan que esta tradición entronca con la traición de Judas. Sea como fuere el Juego de las Chapas tuvo siempre en León raigambre popular), mientas los viejos jugaban al rentoy; el sábado se hacia un muñeco de paja que le llamaban el judas y que se colgaba en la plaza, que por cierto había costumbre que el muñeco llevara algo de critica de algún suceso o persona, por lo que mas de uno se pasaba la noche vigilado para que no lo colgaran; la semana terminaba con el domingo de san Lázaro (Resurrección) en la que comulgaba mucha gente...

Otras fiesta religiosas eran la de San Marcos (25 de abril) en que se hacían bollos de aceite con huevos duros, que se llamaban “jornazos” y se salia al campo de comer o “ahorcar al diablo” como aquí se decía; y también se celebraban mucho el día de la Cruz y el corpus …

En el invierno venían las matanzas que resultaban una fiesta familiar y se comía asadura y “chicharras” que eran trozos de carne asada y, por supuesto, no faltaba el mosto. Por la Navidad salían los mayordomos de San Antón organizar bailes para sacar dinero, pero los jóvenes también los organizaban en las casas y hacían rosetas: “las mozas iban a los bailes acompañadas de los madres o de las chachas, y corría el vino blanco para los hombres y regüerto para las mujeres, mientras tocaban los buenos tocaores que aquí siempre hubo, como los Ceas; también sucedía a veces que algún gracioso apagaba el candil durante el baile y se liaba la marimorena”...

En los años veinte hubo varios corrimientos de tierra, sobre todo fue nombrado el que sepulto el cortijo de las Hoyas de Torres donde vivían dos familias: la tierra caminaba lenta pero avasalladora durante varios días y se temió que taponara el río, hubo mucho susto, la compañía de Tranvías empezó a desmontara su fabrica de la luz y se sacó a San Antón para que parara el corrimiento, y tuvimos suerte porque se paró al tropezar con la tierra firme de enfrente.

Al principio no existía el puente del Pueblo, sino una pasarela que el río se llevaba a cada rato y entonces los del barrio Alto se quedaban incomunicados y había que mandarle las vituallas (víveres) por una cuerda sobre el río desde el barrio de la Iglesia; luego se hizo uno de madera con unos grandes troncos de eucalipto que hasta hace poco se han visto ahí tirados, y después se levantaron los muros y se hizo el de ladrillo, aportando algo todos lo vecinos. Por aquel tiempo se construyo la calle por donde va descubierta la acequia del Genital, que solucionó la estrechura que había a la entrada del Pueblo; en 1947 una crecida del Huenes decidió el solicitar un encauzamiento, pero no se pudo hacer algo mas hasta el año 60; siendo alcalde Carlos Carreras y cura Luis Pardo, se hicieron las escuelas del Viso y las del Barrio de la Vega y más tarde se ensanchó la carretera, que pasó a ser de la Diputación...

Después de la guerra “trajo el problema de los maquis (refugiados) que se echaron a la sierra por ir en contra de Franco: como vivía todavía mucha gente en los cortijos a la fuerza tenían que convivir con ellos y la Guardia Civil hizo una represión muy fuerte: si dabas algo a los maquis, así que cunado uno de aquí fue llamado al cuartel de las Palmas para declarar y le preguntó el guardia y tú, ¿¿qué??; respondió, ¿yo?el tambor; y es que recibía golpes por los dos lados” …

Por fin el problema económico se abrió con el trabajo en los pinos y con la emigración, porque salieron ciento y pico familias que mandaron dinero y la gente empezó a comprar tierras; ”soñaban con el pueblo y lo veían como un agujero, porque aquí no había nada y hay que ver las comodidades que tenia aquella gente hasta en las mas humildes aldeas, y eso animo a hacer algo en le Pueblo. Trajeron un cambio de mentalidad, que luego lo ha moldeado aquí la realidad de la vida, pero que algo a quedado”

Y así han ido desgranado los recuerdos y recomponiendo la historia del Pueblo en esta narración llena de gracioso detalles.

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