La Torna Grande
Hace muchos, muchos años, una vecina del pueblo de Dílar contaba una historia tan fantástica que quien la oía, le daba miedo pasar todas las noches por ese sitio.
Esta señora contaba que todas las tardes-noches cuando bajaba a hacer los mandaos al pueblo (y donde vivía ella, camino de la Ermita más arriba de la torna grande, había pocas casas y poca iluminación), se le hacía de noche y al volver siempre después de hacer los mandaos.
Cuenta que una noche se demoró y se entretuvo con otras vecinas del pueblo y al subir por el camino había un perro negro que le salió al paso. Ella por miedo seguía andando y miraba de reojo al perro. Tanto miedo llevaba en su cuerpo que no se atrevía a decirle nada para espantarlo. Cuando llegaba a la puerta de su casa y abría la puerta para entrar ella miraba hacia atrás para ver si seguía el perro detrás, pero siempre desaparecía en el último instante. Cuentan algunos antepasados que podía ser el alma de algún difunto que moraba por los caminos del mundo , bagando sin sentido y buscando a otra alma que le dé reposo.
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