La Iluminada de Cenes (Cenes de la Vega)
Artículo del diario EL DEFENSOR DE GRANADA, de fecha 8 de enero de 1888 y hallado por Jesús Sánchez Ubric.
Hace algún tiempo se viene hablando en los pueblecitos de la cuenca del Genil, desde esta capital hasta Güejar Sierra, de una mujer, que unos de bruja y otros de santa la califican, y a la que se le atribuyen hechos milagrosos, o se le hace autora de embaucamientos y granjerías realizadas a la sombra de ese prestigio que entre la gente ignorante ha conquistado.
Vive la mujer de que se trata en un cortijo llamado el Cerrillo, entre Cenes y Pinos Genil, donde se alberga, merced a la caridad de los colonos. Es de Lorca, casada con un gitano que construye cestos de mimbre, y se considera favorecida por celestes y extraordinarios apariciones.
Con una tribu de gitanos, de la que formaba parte su marido, se instaló hace diez u ocho meses en la Ribera del Genil, cerca del cortijo citado, donde el material para la construcción de cestas es abundante. Trabajaron activamente toda la primavera; pero tal sería su proceder que el cortijero les obligó a salir de sus tierras, exceptuando únicamente a Isabel Campos, nombre de la Iluminada. Mientras los demás gitanos tuvieron que tornarse a la capital, Isabel y cuatro hijos pequeños, quedaron en el cortijo, por invitación del colono y su esposa.
Por su carácter afable y humilde, sobriedad y amor al trabajo, fue considerada al propio tiempo como de la familia. Así continuó hasta que en Mayo último pasó en el concepto de aquellas gentes a la más alta jerarquía, como consecuencia de lo que se relata.
LA APARICIÓN
La noche del 13 de mayo (1887), víspera de la crecida del Darro, como las lluvias fueron generales, el Genil venía también muy crecido y su impetuosa corriente arrasó tierras de los márgenes próximos al cortijo. El cortijero y su familia estaban aterrados; el río cada vez más violento amenazaba con destruirles su cosecha, que aquel año ofrecía ser abundante. Si Dios no se apiadaba de ellos, aquella noche quedarían sumidos en una miseria absoluta.
Oscureció; la lluvia no cesaba, el río seguía creciendo. Concepción, la mujer del cortijero, entró en la cocina llorando amargamente. Allí acurrucada junto al hogar, se hallába abstraída y meditabunda Isabel, que al verla entrar le dijo:
-No llores, rezaremos el rosario y Dios se apiadará de nosotros.
Cerraron las puertas, se congregaron al amor de la lumbre todos los de la familia y comenzaron los rezos.
Por fuera se sentía mugir el viento y el incesante caer de la lluvia. Al mediar el rosario, Isabel, con voz conmovida y radiante mirada, le dijo al cortijero:
-¿No vez que está en pie ésta señora? Ponle ahí la silla (la única que había en el cortijo) para que se siente.
El cortijero sin comprender lo que le decía, pero dominado por una especie de fascinación, tomó la silla, colocándola junto al hogar. Isabel no apartaba los ojos de ella; los demás rezaban embelesados; inefable dulzura inundaba, según dice, su espíritu.
Terminado el rezo, vieron según aseguran, que la silla se movió, como si alguien que estuviera sentado en ella se levantara, y una voz dulce y suave exclamó:
- ¡No os aflijáis, hijos míos!.
Isabel volvió entonces de su éxtasis, con la faz demudada y explicó lo que había visto, diciendo que al mediar el rosario, apareció en medio de la cocina una señora enlutada, de singular belleza y con el rostro brillante como un lucero. Para ella, que estaba en pie, pidió la silla que el cortijero maquinalmente colocó junto al hogar y que se movió cuando, concluido el rosario, se levantó la dama desapareciendo como nube que se disipa en el espacio.
El cortijero y su familia se explicaron entonces, el dulce sopor que les embargaba y concluyeron por creer firmemente que la Virgen les había favorecido con su protección y su presencia cuando, al clarear el día, vieron con asombro que el río, que durante la noche anterior destruyera todos los predios colindantes, había respetado el suyo, y más tarde, en agosto, que la cosecha había sido abundante; por lo que a partir de dicho día se veneró y dio culto entre los vecinos de los pueblos de la comarca.
Principales editores del artículo
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