Historia:Huétor Tájar

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El nombre de Huétor Tájar, proviene de la fusión de dos vocablos, Huétor y Tájara correspondientes a la época de dominación musulmana. Huétor es el originario del actual perímetro urbano de la villa, según Ibn-al-Jatib, era una alquería o lugar de moros, amurallada y dominada por una altiva torre, que aún se conserva en buen estado y Tájara estaba situada en la ribera del Genil, defendida por una fortaleza y con un importante arrabal; durante la dominación árabe llegó a ser una importante fortaleza que dominaba las cuencas del río Genil y Cacín, en la confluencia de los mismos, y defendía los caminos que se dirigían de Loja a Granada y de Alhama a Montefrío.

Prehistoria

En Huétor-Tájar no se han encontrado restos prehistóricos de forma sistemática, si bien, éstos son abundantes en municipios limítrofes como Villanueva (Yacimiento del Cortijo de Villasol), Montefrío (Peñas de los Gitanos), Loja (Las terrazas del Genil en Loja), etc... Por lo que hay que deducir que en Huétor existió un poblamiento humano desde tiempos ya prehistóricos.

Edad antigua

La Edad Antigua si esta mejor caracterizada en el municipio gracias a los yacimientos estudiados del Cerro de los Castellones, La Vega de Don Antonio (en el límite con Loja) y Los Villares atestiguan la presencia íbera, fenicia y romana.

Los objetos y sobre todo monedas romanas son tan abundantes que algunos autores han señalado que Huétor Tájar se corresponde con el municipio romano de Vesci Faventia, si bien la localización de este municipio es muy discutida. De todas formas, cabe lamentar la falta de prospecciones y excavaciones sistemáticas que impide dibujar un panorama mucho más nítido de lo que fue el poblamiento romano en esta importante zona.

Edad Media

La conquista

Ya en 1431 la villa sufrió y rechazó en distintas ocasiones los embates, tanto sobre Huétor como sobre Tájara, de las incursiones cristianas al mando del famoso condestable de castilla don Álvaro de Luna.

Durante la guerra de Granada la fortaleza de Tájara se convirtió en una plaza clave para la toma de Loja, puerta de acceso a la vega granadina. En 1482 tuvo lugar la toma de la ciudad de Alhama. Ésta se encontraba en medio de territorio enemigo, por lo que era necesario el abastecimiento de la villa. A la vuelta de de una importante expedición el propio rey Don Fernando el Católico destruyó la fortaleza de Tájara.

Finalmente, el 14 de Junio de 1483, Tájara quedó totalmente destruida sin que volviese a edificarse en lo que fue su recinto, a excepción de algunas casas de labor. Se distinguieron notablemente en esta acción el que luego fue Gran Capitán, D. Gonzalo Fernández de Córdoba, D. Álvaro de Luna, nieto del famoso Condestable de Castilla y el cordobés D. Diego de Cárcamo primo del Gran Capitán. En 1486 tras la capitulación de Loja, los cristianos tomaron posesión del pueblo.

Repartimientos y Repoblación

La consecuencia inmediata de la conquista de los cristianos fue la repoblación y repartimientos. Según Ignacio de la Concha, tiene como función no solamente una necesidad de cultivo de unas tierras que permanecían sin cultivar, sino, de reproblar unas comarcas abandonadas por sus antiguos pobladores y que era preciso que a ellas, aquéllos u otros volvieran.

La fortaleza de Tájara así como la ciudad de Loja fueron tomadas al asalto por tropas cristianas. Este hecho supone que todas las tierras conquistadas pasaran a manos del monarca, que las dividió en lotes y las repartió entre los nobles participantes en la guerra. La urgencia de la repoblación hizo que los repobladores se encontraran con tierras en un buen estado, pudiendo ponerlas rapidamenten en un estado optimo de producción. El repartimiento fue dirigido y ordenado por los reyes que nombraron repartidores, confirmados más tarde por el Rey.

Se produjo un primer repartimiento colectivo de las tierra entre los líderes de la reconquista. En la zona de Huétor-Tájar tuvo gran importancia las concesiones o mercedes dadas a D. Alvaro de Luna, nieto del famoso condestable de Juan II. D. Alvaro y sus sucesores aglutinaron, mediante la compra, una gran cantidad de tierras en trono al nucleo de Húetor-Tájar, lo que contribuyó a la fundación, primero de un mayorazgo, y luego del Señorío de Huétor-Tájar.

El 22 de noviembre de 1487 tiene lugar el deslinde del término de Loja con los municipios que la rodeaban. No fue hasta el 25 de febrero de 1489 cuando se produjeron los repartimientos de Huétor-Tájar entre 26 caballeros criados de los reyes y vecinos de Loja, a los que se les dio 63 fanegas de tierra a cada uno.

Nada sabemos de la procedencia de estos repobladores a exepción de su nombre y título: caballeros criados de los reyes. Atendieno al profesor Laredo Quedada, nos informa que los repobladores de la tierra de Loja procedían de entre otras localidades de Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada, Toledo, Valencia, León, Salamanca y Vizcaya, con un mayor predominio de andaluces. Por lo tanto podemos llegar a intuir que los repobladores de Huétor-Tájar tendrían un origen similar a los de la vecina tierra de Loja.

Entre los lotes repartidos, destaca el entregado a D. Alvaro de Luna. Una vez tomada la torre y el cortijo de Huétor con sus tierras colindantes, éste y sus sucesores realizaron contratos de capitulación y vecindad sobre la población de dicho lugar y pechos y tributos que habían de pagar. Este contrato se convalidó con fecha de 14 de octubre de 1497.

El Señorío de Huétor-Tájar

El señorío de Huétor-Tájar fue creado en tiempos del monarca Felipe II. A causa de los onerosos gastos de su política exterior, el monarca español se vio obligado a vender señoríos con todo lo que ello conllevaba: rentas, pechos, alcabalas, etc. Estos señoríos jurisdiccionales serán hereditarios.

En base a esto, Doña Juana, usando el poder dado por el Rey en la villa de Bruselas el 29 de abril de 1558 para ejecutar tal decisión, otorgó la carta de venta firmada en Valladolid el 28 de junio de 1559 por la que hizo realidad el acuerdo de la hacienda real con D. Antonio de Luna el 3 de Septiembre de 1558. Por el acuerdo se vendían:

[...]la Jurisdición cevil é criminal alta e baja, mero mixto imperio del Lugar de Huetor Tajar que es vuestro propio en el Reyno de Granada, en la jurisdicion de la Ciudad de Loja, con sus rentas de Camara é otras cosas que son anejas a la jurisdiccion entera é plenaria é privativamente por vós é por vuestro Alcalde mayor é otras justicias que para ello pudiesedes poner en primera é segunda instancia en el dicho lugar é sus términos é dezmerías, el cual avía de ser é amojonarse[...]

El precio final fueron cinco mil ducados de oro.

De esta forma se configuró el señoríos jurisdiccionales de la villa de Huétor-Tájar, cuya jurisdicción fue ejercida desde el citado D. Antonio de Luna, junto con la posesión del mayorazgo, por él y sus descendientes primogénitos varones hasta que pasó por falta de ellos a Doña Ana de Luna Enríquez, que contrajo matrimonio con D. Cristóbal Osorio Portocarrero, conde de Montijo.

Desde entonces poseyeron los condes de Montijo y Fuentidueña el mayorazgo de Huétor-Tájar, hasta que los señoríos fueron abolidos el 6 de agosto de 1811 por las cortes de Cádiz. Los señoríos fueron restablecidos temporalmente por Fernando VII, pero las leyes del 3 de mayo de 1823 y las de 23 y 26 de agosto de 1837 suprimieron para siempre la decrépita institución señorial.

Sin embargo los señores de Montijo, a pesar de perder algunas de sus prebendas jurisdiccionales, siguieron manteniendo cierto control sobre la villa debido al control de ciertos impuestos como la alcabala que eran cobrados ferozmente por sus administradores, que no reparasen en esfuerzos para ejercer un poder coercitivo sobre los distintos organismos de poder del pueblo. Sin duda, se puede hablar de una continuación del señorío.

Edad Moderna y Contemporánea

La historia local corre pareja a la del Señorío, hasta su desaparición. Durante las centurias XVI a la XVIII, las crónicas no registran sucesos de importancia relacionados con el ámbito nacional. Tal vez, porque los señores, pertenecientes a una de las casas nobiliarias, entonces más poderosa de España, aunque actuaron activamente en los negocios públicos, guardaron respeto a la Corona, y estuvieron bien avenidos con las distintas situaciones políticas.

Pero a partir del último tercio del XVIII y durante el siglo XIX, se sucedieron distintos hechos de lucha constante entre los habitantes de la villa y los mayordomos o administradores del Señorío. Debido a la dejación de sus obligaciones por parte de los señores, los mayordomos y sus intereses marcaron la política local. El pueblo se pronunciaba a la voz del cacique imperante en La Torre (Casa Administración de los Montijo). Huétor era, progresista, moderado, liberal, conservador, según el capricho, la vesania, la conveniencia particular del administrador, desligado políticamente del Señor, sin preocuparse de los ideales del titular del señorío. Y como verdaderos reyezuelos, imponían no solo su odioso criterio, si no que cometían verdaderos actos de despojo con los derechos y haciendas de sus súbditos y con la del municipio, desentendiéndose de las obligaciones indeclinables que tenían para con sus siervos.

Gran parte de culpa de estas luchas se debía al establecimiento, desde la misma fundación del mayorazgo, de adoptar el procedimiento de dar las tierras a censo enfitéutico perpetuo. Por este tipo de contratos las posesiones otorgadas a los pobladores estaban grabadas por unos censos, además de un gran número de obligaciones con el señor, que iban pasando de generación en generación. Este sistema se llegó a extender en tal medida que prácticamente cualquier propiedad urbana o rústica de la villa estaban grabadas por este mecanismo.

Numerosos litigios se sucedieron contra estos censos, pero nada se podía hacer. Incluso una vez acabado el señorío, perduraron estos gravámenes ya que se consideró al censo como institución civil y no señorial.

El 20 de junio de 1925 D. Carlos Fernando Stuart y Falco, Duque de Peñaranda y Conde de Montijo, vende todas las fincas y censos con cuantos hechos y acciones le correspondían. Éste había heredado los derechos de su tía Doña María Eugenia de Guzmán y Kirkpatrick, Condesa de Teba, Baños y Mora, Emperatriz de Francia por su matrimonio con Napoleón III.

Las querellas se renovaron con los nuevos dueños (d. Fernando Escobar Manzano y d. Guillermo García Valdecasas y Paez) y el 22 de junio de año 1934 se presentó una instancia en la que se solicitaba que fuera declarado señorial el censo.

La resolución del caso no llegó hasta el 21 de agosto de 1940 cuando el Ministerio de Agricultura mando al Ayuntamiento del pueblo la copia del fallo que se dictó antes de la Guerra Civil, pero que debido a ésta no había sido publicado en la antigua Gazeta de Madrid.

En 428 años que imperó el señorío, ninguna, absolutamente ninguna obra, realización de tipo religioso, benéfico, utilitario, agrícola, económico-social se ejecutó. Si el pueblo progresó fue únicamente debido a la fertilidad de sus campos, y a la patente laboriosidad de sus moradores, que jamás tuvieron ayuda, ni aún comprensiva tolerancia por parte de los administradores, verdaderos dueños de vidas y haciendas.

Bibliografía

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