El haz de leña
Ya empezaba a notarse el frío cuando el bueno de a Antoñico se dirigió al campo para recoger una poca de leña. Hizo un haz, lo ató y se lo echó a la espalda . No había andado ni tres pasos cuando los leños se le cayeron,, pero le asombró que todos habían tomado la misma posición que tenían antes de cogerlos. -Los habré atado mal- pensó. Los juntó y los ató de nuevo, pero la leña se desparramó igual que la ves anterior. Como era muy testarudo, los volvió a coger y a atarlos a conciencia, mitrase se decía: -No tengo bastante con ser más pobre que las ratas que también me estoy volviendo torpe. Que la Virgen de los Remedios me asista. Y cuando intentó andar, no solo se le volvieron a desatar, sino que cayeron a su alrededor formando un circulo. Le entró tal miedo que quiso echar a correr de aquel sitio pero el pie se le metió en un hoyo y no podía moverse. Aterrorizado intentó sacarlo y entones notó que su alpargata tocaba algo metálico. Se sentó y, ayudándose de la navaja, empezó a sacar tierra, liberó el pie y siguió excavando. Su sorpresa fue enorme al ver aparecer una caja de lata, y más todavía cuando al abrirla descubrió que estaba repleta de monedas de plata, de aquellas que le llamaban del “”tío cagando”. Ya no se preocupó de la leña, echó a correr y no se paró hasta llegar al pueblo, atrancar la puerta de la casa y contarle a su mujer lo que le había pasado. Ambos que eran muy religiosos, no dudaron que había sido un milagro de la Virgen y prometieron ir descalzos en la próxima procesión.
Fuente: Emilia Sánchez Pasadas Recopilado por Patrimonio de Montefrio
Principales editores del artículo
- Dinasu (Discusión |contribuciones) [2]