El fantasma del hospital de san juan de dios
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Una sombra en el comedor. “ El fantasma del Hospital de San Juan de Dios “
No se oía nada en el comedor, la noche era oscura y hacía frío, el techo del refectorio servía de caja de resonancia al sonido de los pasos pe4rdidos, se oía el silencio, el Cirujano de Guardia, había cenado ya, y a mi se me había ido el santo al cielo, y eran ya más de las diez de la noche y la cena estaba ya fría. El pescado de todos los días,¡Dios mio!,estos han comprado todo el Fletán del Canadá para la cocina del Hospital, y además la sopa sosa y fría y no es que la comida sea mala, que no lo es, tal vez solo y fuera de casa, sabe distinta y es que nada como en tu casa,pensé. Y es que el comedor del Hospital es alto, el techo en bóveda ojival, los azulejos valencianos,las grandes ventanas emplomadas imponen, solo y en la oscuridad imponen. Esa noche el silencio era espeso, se podía cortar, además había olvidado el transistor y había algo en el ambiente que me hacía estar inquieto. De pronto un tirón en la bata, algo me tiraba desde atrás, algo o ¿alguien?, me tiraba o me tocaba por la espalda, no quise darle importancia y haciéndome el valiente como si no pasara nada seguí la fría sopa, pero no, antes de acabar un nuevo tirón, ahora con más fuerza, asustándome volví a mirar, extrañado seguí sin ver nada, me levanté y despacio, aunque nervioso recorrí despacio toda la sala, estaba realmente solo, solo en el segundo patio, solo en todo el ala del viejo edificio, pero algo me había tirado de la bata, algo flotaba en el ambiente, y me asusté. Tenía miedo, un sudor frío corría por mi espalda, y ante mis asombrados ojos poco a poco, fue tomando cuerpo una sombra en el centro del comedor. El era el responsable del sudor frío, el responsable de los tirones de la bata, él era el responsable de los golpes en la puerta momentos antes de las muertes, él que estuvo toda una noche arrastrando una cadena en el rellano de la primavera planta,el que se pasaba la noche corriendo los muebles en la entreplanta vacía, era él, y estaba allí delante de mí de pie y sonriendo. Si he de decir la verdad, yo esperaba otra cosa, he oído hablar de fantasmas como seres terribles de aspecto terrible, serios de expresión grave, vamos,otra cosa, la verdad. La sombra, yo no sabía como llamarla, era un hombre balito, de un metro cincuenta ó metro cincuentaicinco, más o menos, de aspecto miserable, barba de varios días y un aspecto muy humilde. Vestía o más bien, se cubría, para ser más exacto con unos trapos que en otro tiempo debieron ser un ropón al estilo de finales del siglo XVI y cubría su cabeza con algo parecido a un turbante,y, sobretodo sonría. Yo, insisto, no estaba preparado para algo así, había oído hablar del fantasma del Hospital Clínico, la dama blanca, toda ella distinción y elegancia, o el fantasma del Hospital Materno Infantil, de negro elegante y agraciada, además yo tenia entendido que los fantasmas cuidaban mucho su imagen y eran todo unos señores fantasmas. También es mala suerte, el fantasma de mi hospital, era ¡¡ un mendigo¡¡.Bueno ¿ que voy ha hacer?, más vale esto que ninguno. De todas formas no se de que me quejo,¿no es este el Hospital de lo pobres? pues no pretendamos que sea el fantasma del hospital la madre de Isabel Presley, o que sea un fantasma elegante, dicho con todos los respetos. El fantasma o la sombra, que aún no se como llamarlo, miraba extrañado, poco a poco en su rostro aparecía una expresión de enfado, hasta que al fin de forma precisa se dirigió a mi en un castellano antiguo para decir: Oiga S, yo no soy hombre que se asuste, además, sobre el tema de fantasmas,r. ¿como es que Vd. no se asusta ? ¿ no se da cuenta de que yo soy un “ espanto”?,un aparecido, que llevo ya más de diez minutos tratando de asustarle, de provocarle un ataque de terror, de pánico y Vd. como si nada. Comprenda, esto no es serio y para un honrado fantasma como yo es casi una afrenta. Mi asombro crecía, el lenguaje del aparecido se transformaba, había pasado de ser un mendigo del siglo XVI a un colgado del siglo XX que además se convertía en algo muy familiar, algo entrañable. Cuando mis ojos debían ser ya como platos por el asombro, recuperé el uso de la palabra, aunque no debía de estar en posesión de mi razón, pude por fin preguntar al “ espanto” haciendo cúmulo de todo el valor posible. ¿Quien es Vd.? ¿Que hace aquí?, y ¿Porque no se sienta? y así me deja comer en paz. Asombrado el aparecido respondió. Bien me sentaré y le dejaré cenar en paz y contestaré a sus preguntas, pero comprenda mi situación ante lo poco común de su reacción, que confieso me ha agradado y por eso, solo por eso contestaré a sus preguntas y saciaré su curiosidad. Me llamo Frasquito, por mal nombre el “ chiquitana”, hijo de Hassan y Zoráida, nacido en alquería de Caxar, que ahora conocéis como Cajar, fui criado fiel del capitán D. Antón Martín, ese de nariz roja y larga espada que está en el cuadro de la entrada y estoy escondido en esta casa desde la expulsión de los moriscos, porque ¡ no crea ¡,yo estoy bautizado, intenté con el bautismo burlar la expulsión. Vine a esta casa con el bravo capitán, fui su fiel criado en los malos tiempos en que el capitán Antón Martín regía una casa de ...Bueno Vd. debe saber de que era la casa y con él vine cuando arrepentido dejó todo por seguir a Juan Duarte,por continuar su obra, dejó todo y se vino a vivir aquí, en el hospital, aquí me pilló la expulsión de los moriscos, aquí me escondí, oí con el corazón roto como mis hermanos y mis primos se marchaban llorando al injusto exilio y yo También lloré, lloré tanto que enfermé de melancolía, unas fiebres acabaron con mi exigua vida y desde entonces estoy enterrado en el primer patio, cerca de la fuente y del aljibe, formo parte de la vida del hospital, soy su memoria, su voz y su conciencia. No podía dar crédito a lo que veía o a lo que creía ver, estaba en el comedor, solo, hablando con una sombra. Decididamente tenia que consultar con salud mental, yo no soy hombre que se asuste, además, sobre el tema de fantasmas y aparecidos tengo o tenía las cosas muy claras,que no eran las que ocurrían en aquellos momentos y que se estaban haciendo trizas con la experiencia vivida, Decidídamente aquello era una alucinación y yo estaba desarrollando una “ esquizo “, pero,¡ porque no ¡ Lo mejor era disfrutarla. ¿ De modo que Vd. está aquí desde la fundación?, entonces Vd debe de tener unos cuatro o mejor cinco siglos. Si más o menos y aprovecho para decirle que soy la sombra que Vd busca desde hace tiempo y por cierto no saben Vds lo que me molestó aquel individuo que vino con Don Miguel, se pasó toda una tarde buscándome con una máquina fotográfica disparando sin ton ni son metiendo las narices en todos sitios, un maleducado, me molestó mucho. Mudo, sin salir de mi asombro oía a Frasquito, me contó,¡¡huy lo que me contó¡¡, me contó su bautizo, obligado por la situación de su raza, me contó las aventuras de uno de sus hermanos, Diego Valor, el pequeño rey Aben Humeya, como murió traicionado por Abe Aboo, me explicó como el médico morisco Alonso del Castillo, en la calle de Maria de la Miel, había escrito los libros plúmbeos para que fueran encontrados en el monte del Paraíso y dar origen a la bella leyenda de San Cecilio y el Sacromonte. Aún recuerdo, decía, aquel día frío en que los hermanos se fueron del Hospital, mala suerte, malos planteamientos, tiempos duros para la iglesia. Malos años como los de la francesa en la que un odioso oficial de dragones francés, representando una revolución lejana y no entendía se aposentó en despacho de dirección y gobernó esta casa como si fuera un cuartel, recuerdo con rabia como un grupo de soldados borrachos en nombre de una ilustración que pretendía defender, saltaba los ojos de los angelotes de la escalera acción que pagó con creces ya que poco después su inductor ingresaba con un tiro en el vientre. Pero ¡ fuera penas¡ los mejores años fueron los de la Facultad, los años que fui Hospital Clinico ¡¡ que años¡¡ ¡¡ como entraban y salían los estudiantes por mis puertas ¡¡, que vida había en los patios ¡ cuantos amoríos¡. Aventuras, novatadas, si yo te contara, pero ya habrá tiempo ya te contaré otro día. Ahora recuerdo, aquel quirófano de cristal que un rico comerciante colocó enmedio del segundo patio, en el sitio donde ahora está la pequeña fuente, tu no la has conocido, solo los más viejos la recuerdan. Mal recuerdo tengo de la marcha de la Facultad, malos años le siguieron, muy malos y tuvo que ser un profesor de la misma el profesor Guirao, casi como desagravio el que diera un nuevo empuje al Hospital, convirtió el viejo Hospital en un centro moderno ¡¡ que memoria tenéis los que vivís en este Hospital¡¡seguro que cualquier día algún inútil ilustrado retira la placa que la Diputación le colocó enfrente de sala de “detenidos”, por cierto algunas noches voy a verla y de paso asusto a un cirujano de los que viven allí, hay uno que se asusta mucho, pero no se atreve a contarlo, le apago la luz, le escondo las sabanas, el se pone blanco, pero no dice nada y yo no voy a decirte quien es. Después vinisteis vosotros, erais casi unos niños, algunos no teníais ni bigote ni barba, me dijo sonriendo, recuerdo aquella nube de internos que recorrían los pasillos, las fatigas que pasabais, los internos de maternidad, erais muy jóvenes, he visto muchas generaciones pasar de la juventud a la vejez para irse después, a veces me pongo triste, pero ya habrás notado que soy un espíritu burlón y me repongo enseguida. ¡ Que años aquellos,cuando se hicieron los quirófanos nuevos,las salas nuevas, las consultas...¿ te acuerdas?. Aquellos políticos extraños, que no sabían que es lo que querían, hubo uno que quería cerrar el Hospital,tuve incluso por primera vez desde mi muerte que salir del Hospital y hablar con Bastian, el fantasma de la Diputación, el de Mesones, para que me echara una mano y asustara a alguno de ellos,cumplió su promesa, bien que los asustó, no se si sabes que hay uno que desde entonces no duerme, lo malo fue que Bastian se hizo famoso, lo sacaron en la “ tele” y loo persiguieron un equipo de unos llamados “ parapsicólogos “, tal fue que para defenderse tuvo que morder a uno de ellos, aún así fue divertido,lo que nos hemos reído Bastian y yo recordando aquellos días, ahora está tranquilo, a el le mareaba el ruido con tantas máquinas de escribir, ordenadores y demás maquinas diabólicas. Al que asusté también fue al Aga Khan, en un momento apropiado en que se quedó solo, le susurré la Sura apropiada del Corán al oído, ya sabes, soy morisco cristiano converso pero conozco bien el árabe y el Libro Santo y menudo susto se llevó, ¡¡ quería hacer un hotel ¡¡ ese seguro que no vuelve, ¡ menudo susto se llevó ¡. Por un momento Frasquito pareció cansado, su rostro ensombrecido por tanto recuerdo continuo ¡ que malos ratos pasamos los últimos días de la Diputación y que ilusión pusimos cuando llegó el SAS,por cierto,¿Te acuerdas de la broma del ascensor el día que llegaron las autoridades del SAS? pues fui yo cuando oí a uno de los importantes señores decir que quería cerrar el Hospital, confesó Frasquito muy serio, les paré el ascensor entre piso y piso por aquella mala persona. ¿ Que quieres que te cuente ?. Son casi cinco siglos que llevo aquí y tengo tanto visto, pero ya es tarde, otro día te contaré como asusto a las enfermeras de la segunda tocando el timbre de una habitación vacía. De pronto casi sin pensar, un fuerte pitido me devuelve a la realidad, ya no estaba en el comedor, estaba en el sofá del cuarto de guardia dormido en el sofá y con un fuerte dolor en el cuello y un “ busca “que suena desesperado, como un autómata salgo camino de la tercera planta y entre piso y piso el ascensor se para, sonó una carcajada cercana y volvió a funcionar.
Principales editores del artículo
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