Agua potable (Monachil)
A pesar de la abundancia de agua en Sierra Nevada, hubo gran escasez hasta el año 1979. En ese año, la Corporación Demográfica emprende importantes obras para conseguir el abastecimiento normal y necesario. ¿Qué había ocurrido hasta entonces?
En 1960 se instala la primera red de agua potable a través de la Mancomunidad de los municipios de Huétor Vega y Monachil, con un caudal de 12 litros aproximadamente, correspondiendo 7 a Monachil.
En 1965 se funda otra Mancomunidad incluyendo a los municipios de La Zubia y Cajár, con el propósito de traer el agua de las Azuelas. Estas obras empiezan en 1970 y se terminan en 1973. Las obras de captación y conducción alcanzan una longitud de 5 km., con capacidad para 30 litros por segundo y repartida entre los cuatro municipios, corresponde a Monachil 7 litros por segundo. Las obras fueron polémicas, pues fueron contratadas directamente por el gobernador civil, costaron doce millones y medio de pesetas, tardaron dos años en ponerlas y nunca se acabaron debidamente.
En 1970 se hace una nueva captación en el barranco del Encantado y se conducen las aguas al depósito de la Cuesta. Esta aguas, además de escasas, fueron muy criticadas por los vecinos del pueblo por flojas y no potables.
En 1979 fueron las primeras elecciones democráticas municipales. Había en ese momento un deposito regulador y la potencia del agua era de 17 litros por segundo. Al iniciar su mandato la primera Corporación Demográfica, Monachil sigue teniendo problemas con el agua potable. Con solo 10 millones de presupuesto, con una deuda de 11 millones y la negativa de los bancos a facilitar prestamos, las perspectivas no eran muy favorables para acometer el viejo problema.
Pero existía un gran entusiasmo en la población, que presto toda clase de ayuda a la nueva Corporación de agua de la Chorrera. Obra similar a la de la Mancomunidad, su costo fue, sin embargo, de 6 millones de pesetas y tardo en realizarse solo 85 días; compárense estas cifras a los 12 millones de la Mancomunidad y los dos años de tardanza, a pesar que se hizo la obra nueve años después, sin proyecto y sin técnicos. Fueron dirigidos los trabajos por el propio alcalde, José Sevilla, el fontanero municipal y Andrés Piñas que actuó como topógrafo.
Es preciso resaltar el extraordinario trabajo que realizaron los obreros del empleo comunitario. Por esta razón se nombró hijo adoptivo a Lorenzo Quiroga González. La colocación de las tuberías a mano del fontanero municipal, Mauricio Águila, y otros obreros, tuvo mucho mérito al tener que ser instaladas parte de las mismas por medio de los tajos. Para ello, se montó un cable para transportar los tubos desde el Cerrillo a la otra parte de los Cahorros que media más de 500 metros.
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