Tejares y cerámica

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Esta tierra fue muy buena para los tejares y la cerámica y antiguamente, como se dijo los hubo muy florecientes; aun quedan dos tejares que surten las necesidades locales y atienden la demanda exterior, aunque en esto sufren la competencia de otros con mejores vías de acceso. No trabajan el bloque de cemento, sino el barro: rejillas, ladrillos y tena moruna; esta teja esta ahora muy solicitada para los chalés y la levan hasta la Costa del Sol, donde los jeques árabes la solicitan u la aprecian mucho. Uno esta en el Barrio Alto y otro por encima de la iglesia, son empresas familiares con algún obrero contratado.

En el barrio alto hay otro tejar que produjo también cerámica fina, pero que hoy esta casi exclusivamente dedicado a esta: es la Cerámica de Blas; Comenzó hacia 1945, por lo que su calle se lo llamo el Barranquillo del Tejar y ahora se llama calle Tejares. El taller posee una cantera mas arriba, que da una tierra fuerte y buena, con “correa suficiente” para ser trabajada en el torno; es barro si salitre que estropee la pintura.

El agua hace pasar la tierra a la “charca”, un estanque natural, donde se “desagela”, es decir, el barro se asienta para que se pueda sacar el agua; después se “talla”, extendiéndolo al sol en una capa de 20 cm de espesor, donde permanece una semana mas, si lleve. Del secado pasa al terral, donde se mantiene un grado de humedad, y de allí al moldeado según se vaya necesitando. Otra maquina lo prensa, empareja y corta en tamaños, conforme al volumen del cacharro a fabricar.

Hay dos hornos: uno antiguo alimentado con leña, orujo y gomas de coches usadas, donde recibe la primera cochura; de aquí salen listos para ser pintados; se cultiva el estilo de hechura y pintura de la cerámica tradicional granadina, en trazos verdes, azules y negros, con granadas, pájaros y flores; la pintura es mineral, de tipo pastoso y sin apenas diferencia de tonalidad cuando se le esta aplicando; un artesano imprime todos los dibujos que van en un color hasta completar el diseño, pasando al siguiente que le aplica otro color distinto; cuando es un cacharro grande, como un cántaro, el pintor lo mantiene en vilo con una sola mano, dándole habitualmente volteretas para completar su dibujo: todo un arte de manejo y de pulso en la muñeca.

Una vez pintados, los utensilios pasan a la “musla”, horno alimentado con propano, para la segunda y definitiva cochura; de ella sacan el brillo y la nítida diferenciación de los colores: los cacharros esta listos para la venta.

Toda la familia de Blas esta empleada allí, con solo dos obreros de fuera, y desde siempre se han dedicado a esto. En verano hay mas venta por el turismo.


Ceramica y Tejares.jpg

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