Recolección de la caña de azúcar

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3. RECOLECCIÓN DE LA CAÑA DE AZÚCAR

3.1 LA ZAFRA O COSECHA DE LA CAÑA

En las vegas citadas de Motril y Salobreña, la zafra o recolección anual de la caña, se hacía,normalmente, durante los meses de marzo, abril y mayo; en ocasiones,hasta en junio. Ello ocasionaba considerables desplazamientos de personas y animales de carga (mulos y asnos) desde los pueblos de las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada y Almería hasta las comarcas de Motril y Salobreña, dispuestos a participar muy activamente en la recolección de la caña de azúcar. ¡Eran los llamados “acarretos”!

3.2 LAS MONDAS

Con este nombre se conocían los grupos, o asociaciones, cuya finalidad era cortar y pelar, es decir, “mondar” las cañas in situ; de donde éstas eran retiradas, a continuación, por los citados “acarretos”. Cada “monda” estaba constituida por los miembros siguientes:

- 1 capataz - 4 cortadores - 4 arrumbadores - 30 indivíduos, más o menos, que generalmente eran mujeres.

El capataz era el máximo y único responsable de la “monda”. Él decidía sobre la intervención de la “monda” en día, hora y haza donde comenzar la zafra; previamente acordada conresponsables de la fábrica azucarera correspondiente. Además se ocupaba del avituallamiento del personal a su cargo, como representante del mismo.

Los cortadores, equipados de hacha fina con hoja ancha, cortaban la caña a ras del suelo, a fin de favorecer que los brotes posteriores salieran con más fuerza desde el rizoma o soca.

Los arumbadores, asistentes de los cortadores, tenían por misión retirar en brazadas las cañas cortadas, depositándolas en largas y anchas hileras; formando, entre ellas, calles sobre el terreno de 8 a 10 metros de amplitud.

Los demás componentes de la “monda”, las mujeres propiamente dichas, se empleaban en separar hojas y panochas, o “cabos”, del tallo de la caña, dejando éste bien limpio de brozas. Estos tallos de caña, limpios, los iban echando sin orden a las calles mencionadas y la broza, junto a los cabos, quedaban amontonados en hileras a ambos lados de dichas calles, de donde se retiraban posteriormente.

Los cabos “picados”, o cortados en trozos con la “piqueta”, sobre un grueso tronco de madera preparado al efecto,(el “picador”), eran destinados para alimento de animales.

La broza se recogía y, cargándolas sobre bestias, se llevaba a los broceros; lugares donde se depositaba en grandes cantidades para ser utilizada, durante el año, como lecho para animales, en corrales de cabras, cerdos y otros. Descompuesta la broza, por los excrementos y orines de aquellos, se transformaba en estiércol, que luego se utilizaba como fertilizante en las tierras de labor.

El personal de la “monda”, y en particular las mujeres, se protegían, en lo posible, mediante sombrero y telas envueltas sobre cuello,cara, brazos y manos, de los cortes producidos por las hojas de las cañas durante los trabajos exigidos en la zafra. Como información, en Torrenueva,fueron notables capataces, entre otros: Antonio Rubiño, conocido por Antonio “El Pelao”; Paco García, a quien llamaban Paco “El Carabinero”; Manuel Ojeda, llamado Manuel “Paula”; Lázaro López, a quien decían Lázaro “El Caenas”; Luis Mota, conocido por “ Luis “El Santo” y también por “Perigüí”, etc.

Una vez efectuada la recolección de la caña, y previa retirada del terreno de brozas y cabos, se procedía a quemar los restos que quedaban, formados por pequeños trozos de caña, tallos muy finos o delgados( “los hijos”) y basuras de broza. En duras jornadas de trabajo, realizado por pandillas de chavalillos, tiznados y cargados con espuertas de esparto bajo la supervisión de un capataz o responsable, se evacuaban los “tizos” y “turrillos”, y dejaban la tierra limpia y apta para su estercolado, junto con las cenizas producidas al efecto, dando, así, comienzo al nuevo ciclo de cultivo.

3.3 LOS ACARRETOS

Ëstos eran los encargados de retirar las cañas, ya limpias, y ordenarlas para formar haces de 12 a 14 arrobas cada uno que, atados adecuadamente, se cargaban de dos en dos sobre sus bestias.
Después, dos personas procedían a llevar sus caballerías cargadas a las básculas, dispuestas en lugares estratégicos, para efectuar el pesaje de dichas cañas, procediendo según lo siguiente:

- Pesaje de las bestias cargadas.
- Descarga de la caña, en la zona prevista a tal fin.
- Pesaje de las bestias previamente descargadas.
- Deducción del peso neto de las cañas.(destare).

A continuación, al arriero le daban el justificante o “conduce”, con referencia al peso neto de caña transportada y depositada en la báscula, para el posterior envío por camiones a fábrica.
Seguidamente se volvía a la haza para continuar con el trabajo.
Los acarretos también sacaban las cañas desde las hazas a cargaderos; en donde los camiones, mediante un equipo de tres o cuatro personas, se cargaban y, desde aquí, las transportaban a la fábrica asignada; según la ubicación de las parcelas o fincas de cultivo, y previamente contratado
el suministro de cañas entre la azucarera y el agricultor, por medio de la figura del “contratista” o
directamente.

Es de destacar la intervención de familias enteras de La Zubia-Granada- durante décadas y la gran importancia en la economía de este pueblo, activada con la vuelta al municipio de estas gentes.
Se desplazaban en carros y/o bestias, y tardaban en hacer el recorrido hasta Motril o Salobreña dos días. La noche se pasaba en varias posadas del camino: la de Beznar,los LLanos de Contra,la
posada frente a la fuente de “Miriñaque”etc.
Antigüos acarrretos

Es de destacar la intervención de familias enteras de La Zubia-Granada- durante décadas y la gran importancia en la economía de este pueblo, activada con la vuelta al municipio de estas gentes.
Se desplazaban en carros y/o bestias, y tardaban en hacer el recorrido hasta Motril o Salobreña dos días. La noche se pasaba en varias posadas del camino: la de Beznar,los LLanos de Contra,la
posada frente a la fuente de “Miriñaque”etc.

3.3.1 UN TRABAJO INCLEMENTE

El trabajo del “acarreto” era muy duro, sin descanso durante la temporada de la zafra.
Al amanecer, con las primeras claras del día, sonaba la sirena de fábrica, dando comienzo la nueva y larga jornada.
Tanto las “mondas” como los arrieros, con sus caballerías, se dirigían frenéticamente a las hazas designadas para iniciar el trabajo diario requerido en la zafra.
A ésto se añadía el trabajo nocturno por el cuido de las bestias al volver a sus establos, así como la preparación de aparejos,cordelería, etc.,tan necesarios en la actividad mencionada.
El Apero, era el lugar donde paraban las familias y bestias; los habitáculos eran casas o unas grandes naves, separadas por cortinas que simulaban habitaciones, donde habitan estas familias.

El apero contaba además con cuadras para albergar las bestias.
Era fundamental el trabajo de la mujer en el apero, preparando la comida para su círculo familiar; previo avituallamiento de víveres y enseres, que le obligaba a desplazarse a Motril ó a Salobreña, a una hora de camino, para realizar la compra diaria y después llevarla a destino.


3.3.2 DETALLES DEL TRABAJO

En la haza se hacían gavillas, o haces de cañas, atadas por sus extremos con dos ramales de cuerda. Se unían cada dos gavillas y se ataban por el centro con otro ramal más largo, formando un haz mayor, cuyo peso aproximado era de 10 a 12 arrobas.(@)

Se empleaban tres personas para cargar dicho haz sobre la bestia; dos, de ellas, se cogían a los extremos del haz y la tercera se colocaba en el centro para dar el “golpe”y cargarlo sobre los hombros.Seguidamente y con su ayuda, se montaba el haz sobre el aparejo del mulo. Una cuarta persona era necesaria para sujetarlo, mientras se cargaba el segundo haz.

La persona del centro, cogida al aparejo,sujetaba con sus brazos este segundo haz, mientras eran atados y bien dispuestos, ambos haces, sobre la caballería, que quedaba a la espera, en su recua, para partir con la carga, de unas 20 a 24 @, hacia la báscula o a cargadero de camiones. De este modo el mulo iba cargado con unas veinticuatro arrobas aproximadamente y el “acarreto” (el dueño del mulo) cobraba un real por cada arroba depositada en báscula o cargadero. Aproximadamente se daban seis a ocho viajes al día. Las recuas se componían de burros y/o mulos; oscilando la cantidad de bestias entre treinta y cincuenta. Si el transporte a fábrica se hacía, en carro o camión, el dueño cobraba a razón de 25 pesetas por tonelada métrica.



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