Historia de Alpujarra de la Sierra

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La Alpujarra ha sido, a lo largo de los milenios, escenario y testigo mudo de innumerables acontecimientos de carácter histórico. Los sirios y fenicios fueron el primer pueblo que entabló relaciones comerciales con las colonias autóctonas del Mediterráneo español y fueron los posibles fundadores de Sex (Motril), Ábdera (Adra), Sexi (Almuñecar),etc. Es sabido que los cartaginenses, herederos de los intereses comerciales fenicios, establecieron prósperas industrias a lo largo del litoral alpujarreño, teniendo como base la salazón del pescado, los minerales, el esparto almeriense y las mercancías derivadas del mar. Del paso de los romanos por la Alpujarra, a partir del año 27 a.C., poseemos abundantes testimonios. Aquí en Mecina contamos con el puente romano. La Alpujarra aislada entre montañas, siempre ha ofrecido su carácter de fortaleza natural como baluarte para resistir a los que intentaban penetrar en su interior. Por ello, la Alpujarra ha sido escenario de rebeliones y hechos singulares, que han contribuido decisivamente a conformar el carácter y personalidad de la comarca, convirtiéndose en una de sus señas de identidad, que la han hecho universalmente conocida. Se cree que los primeros pobladores de La Alpujarra, fueron unas tribus africanas descendientes de la etnia camita que vinieron en el período neolítico y ocuparon las tierras que comprenden la franja situada entre Sierra Nevada y el Mediterráneo. Prueba de ello son los ejemplares de hachas pulimentadas, cuchillos de piedra y otros elementos neolíticos encontrados en Mecina Bombarón, Bérchules y Mairena. Hacia el año 1200 a.C. los tartesios se asentaron en las faldas de Sierra Nevada, explotando sus minas y cultivando sus valles. Después vendrían los Fenicios, Griegos y Cartaginenses, pero su estancia en estas tierras sería muy efímera y pronto dejarían paso a los romanos. Sin embargo, la historia de la Alpujarra cobra todo su protagonismo a partir del dominio musulmán debido a sus avanzadas técnicas de utilización del suelo y de los recursos naturales. Los árabes lograron una agricultura de regadío utilizando sofisticados sistemas de riego, algunos de los cuales se usan hoy en día. De ésta época procede gran parte de los rasgos culturales que han configurado su original folklore. La parte de la historia alpujarreña más documentada es la rebelión de los moriscos de 1568. Los Reyes Católicos establecieron las Capitulaciones con la población islámica, en la que se respetaban sus propiedades, libertad de costumbres y culto religioso, pero el descontento era general y las sublevaciones continuas. Así en la nochebuena de 1568 se produjo una rebelión en la que fue coronado rey de los alzados Abén Humeya, don Fernando de Válor. Al año siguiente éste fue asesinado, asumiendo el reinado su primo Diego López, Abén Aboo, conocido históricamente por el cruel nombre de “El Reyecillo”, fue odiado por sus enemigos y por sus propios partidarios, tras haber traicionado a su primo. Estuvo al frente de la rebelión morisca durante un año y medio, y finalmente murió el día 15 de Marzo de 1571, en una cueva situada entre Mecina Bombarón y Bérchules. Fecha que supuso la expulsión total de los moriscos en la Alpujarra, y para que estas tierras no quedaran desiertas y a fin de paliar los graves efectos económicos, Felipe II ordenaría que la Alpujarra fuera repoblada por más de 2000 familias procedentes de Galicia, León, Asturias y Castilla. En estas localidades siguen circulando numerosas leyendas referidas a los innumerables tesoros escondidos en la comarca por los moriscos. Abundan aquí los parajes relacionados con este tipo de leyendas, como la “Cueva del soldado”, el “Tesoro del Alamillo” o el “Tajo del Riegecillo”.

Texto: Página Web Ayuntamiento.

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