Fenómeno curioso en el Marquesado del Cenete

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El título de éste artículo se apoya en un acontecimiento de nuestra historia local y comarcal y alude a un proceso complejo y de cambio de mentalidad que tiene lugar en un periodo que, historiográficamente, viene denominándose Antiguo Régimen. Dicho concepto, que en España viene acompañado por un cambio dinástico a partir del año 1700, será lento, tardío y traumático en múltiples ocasiones. Así, la modernización política y administrativa de nuestro país necesitará la obligada concurrencia de factores económicos, intelectuales, científicos e institucionales venidos casi siempre del exterior, cuyo resultado es conocido como Despotismo Ilustrado. Su máximo representante politico a nivel de Estado viene significado por la figura del soberano Carlos III (1759-1788).

De ahí que el Racionalismo, las Nuevas Ciencias, los avances tecnológicos y el pragmatismo de las "Sociedades Económicas del País" choquen desde el primer momento con las estructuras anquilosadas y obsoletas del sistema productivo español, especialmente en el ámbito rural. La sociedad agraria, en general, tanto en España como en Europa sigue estando sometida a a patrones señoriales de servidumbre, tradición y jornalerismo evidentes, que se reflejan en su bajo nivel cultural, donde cualquier síntoma modernizador es visto con desconfianza e incluso con abierta hostilidad, tal y como sucedió en Francia, cerca de París, en agosto de 1783, cuando un globo hinchado con hidrógeno, después de alcanzar los 1000 metros de altitud se precipitó a tierra. Los campesinos, asustados al ver el suceso y creyendo que era la luna que caía del cielo la emprenden a golpes con el artefcato hasta dejarlo reducido a pedazos. En este sentido y sentado este amplio precedente, debo referirme, de nuevo en España, a otro suceso interesante que, esta vez, tendrá como escenario el Marquesado del Cenete.

Se trata de un objeto u artefacto volador aparecido en el término de La Calahorra, pero que fue observado también desde Huéneja como en el resto de la comarca y del que se hizo eco un anónimo cronista cuya descripción se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, hoy en la Sección Osuna ubicada en Toledo. Lo curioso del caso y lo que más llama la atención del documento es la fecha, 18 de septiembre de 1768, es decir anterior en quince años al suceso parisino mencionado, y por tanto al descubrimiento del globo no tripulado de los hermanos Montgolfier, cuya primera elevación tendría lugar el 5 de junio de 1783 en la plaza Annonay de París. Este artefacto, construido con tela de embalar forrada de papel, tenía 616 m3 y utilizaba como combustible paja mojada que producía abundante humo. El primer globo tripulado con aire caliente alzaría el vuelo cinco meses después, en noviembre de ese mismo año, pilotado por el Marqués de Arlandes y el historiador F. Pilatre, cuya embergadura ocuparía dos mil metros cúbicos. En España reina desde 1759 Carlos III y el suceso tiene lugar dos años después del conocido motín de Esquilache en Madrid y otras provincias (1766), de la expulsión de los jesuitas el año anterior y el mismo año en que se promulga un decreto limitando las funciones y campo de actuación de la Inquisición. Todo ello en un periodo de crisis económica producto de la mala cosecha de 1765 caracterizada por el alza de los precios y la carestía de la vida.

El manuscrito que nos ocupa deja entrever una serie de aspectos que analizaremos tras su lectura. Transcrito literalmente es como sigue:


El día 18 de septiembre de 1768, siendo como las seis y tres quartos de la mañana, estando muy serena y clara se apareció en el horizonte de la villa de La Calahorra del Marquesado del Cenete, Reyno de Granada, un globo tan cristalino como el agua más pura de figura de una botella, con el cuello retortoso, y dilatado, saliendo por encima de la Sierra Nevada por la parte meridional de esta villa y llevando su rumbo con bastante velocidad acia el septentrional donde estan las sierras de Baza, llevando delante lo gruesso este fenómeno, y lo delgado detras como centelleando, dejando conforme caminaba dos lineas de espeso humo, que se conservaron separadas, hasta que se desizo el Globo convirtiéndose en fuego, y chispas, a manera de las que arojan los cohettes que llaman de Luces, o lagrimas, sobre las sierras de Baza, al parecer de los que lo bieron con mas reflexion pasando por encima de esta población, y a un instantte de desecho el Globo se sintio un estruendo, espantoso, a manera de un gran Trueno, que corrio las propias lineas de humo reduciendolas a una, desvaneciendose esta a poco rato, siendo este ruido tan estraño a las genttes que las dejo llenas de pabor, y pasmo, notando que al pasar por encima de esta villa se retemblaron sus edificios.

Tubo igual duracion el Trueno que el fenomeno, y en todo seria la de seis minutos a cortta diferencia, su elevacion parece fue bastante por las noticias que ay de haberse observado en esta comarca en iguales circunstancias que aquí y de la Alpujarra que esta a la parte del medio dia, se save que le descibrieron benir de hacia el Mar, el dia se mantuvo sereno, aunque con un viento cortto de Norte frihisimo, sin haver llovido anttes" (1)

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El texto evidencia una serie de connotaciones a enumerar:

En primer lugar se trata de un testigo "de oido", no "de vista" con lo que su testimonio puede pecar de inexactitud o exageración. En segundo lugar, de la descripción del artefacto se deduce su forma de Globo- témino que se repite hast atres veces-, siendo más explícito al asimilarlo a una gran botella con el cuello retortoso y dilatado pero cristalino, es decir, transparente o quizás brillante. dado que el suceso tuvo lugar al amanecer, es posible que dicha cualidad se debiese al reflejo de los primeros rayos de sol sobre la superficie del objeto. En tercer lugar, su trayectoria, velocidad y altutud. La primera en dirección sur-norte, desde la Alpujarra (procedente del mar) hacia la sierra de Baza. atraviesa por tanto el centro de la amplia llanura delMarquesado, de 25 km de longitud por 8 km de anchura, es decri unos 200 km2, a "bastante velocidad". dado que el fenómeno y la explosión tuvo una duración de seis minutos, es fácil deducir qie su velocidad sería de unos cuatro kilómetros por minuto aproximadamente y su altura notable, aunque no se especifica en el documento, pero seguramente por debajo de los tres mil metros, altura de las máximas cumbres de Sierra Nevada, dado el estruendo y sus repercusiones. Lo extraño, sin embargo, es la disposición del vuelo en horizontal, con lo grueso delante y lo delgado detrás, "centelleando" o echando chispas al tiempo que desprendía dos "líneas de espeso humo", son duda producto de la combustión y de l apresencia de vapor de agua en contacto con la atmósfera en un tiempo meteorológico caracterizado por el viento corto y frío procedente del Norte en un mes que, como septiembre, se caracteriza a nivel climático en esta zona por una bajada notable de las temperaturas en relación con el mes anterior. Sería producto, pues, de la condensación al entrar en contacto el vapor de agua con el aire frío del amanecer. se contradice, por tanto, con la disposición en vertical de los característicos globos de aire caliente e hidrógeno porteriores a 1783. Por causas difíciles de establecer, pero quizás debido a l aconjunción de una serie de factores relacionados con el combustible, la climatología,etc, se produce la explosión. Ésta recibe los calificativos por parte del narrador de "estruendo espantoso" y "gran trueno" cuya onda expansiva al pasar por encima de La Calahorra hará temblar los edificios, con el consiguiente pavor y pasmo de las gentes del lugar, dejándose oir igualmente en el resto de la comarca.

La interpretación del "fenómeno celeste", como aparece en la carpetilla donde se aloja el documento original, y la reacción popular ante él ponen de manifiesto por un lado, lo insólito, inesperado, espectacular y el desconcierto causado por el suceso y , por otro, la rápida asimilación al campo de l apirotécnia festiva como elemento de comparación más plausible en aquellos momentos. En efecto, sabido es que la cohetería, de luces o lágrimas, eran ya conocidos en Europa y España desde el Renacimiento, siendo Florencia sucentro, mientras que en España debo recordar, a modo, de ejemplo, que durante el reinado de Carlos V, en 1532, se decretan las primeras ordenanzas concernientes al gremio de coheteros y pirotécnivos, y que, en 1571, se ofreción un espectáculo de ese tipo en Venecia para celebrar el triunfo cristiano de Lepanto. Más adelante, desde comienzos del siglo XVIII el epicentro de esta actividad en nuestro país será Valencia, es decir, a partir del triunfo de las armas borbónicas de Felipe V y la derrota de los partidarios del candidato austriaco, don Carlos.

Queda patente, por otra parte, la procedencia extraña y desconocida de semenjante artilugio u objeto, así como la novedad técnica que supone su "diseño" y funcionamiento que nos hace pensar en diversas interpretaciones a laluz de los datos reflejados en el documento. Entre ellas las de carácter "científico" o las de tipo más "esotérico" pero, ambas, con numerosas dificultades de lógica comprensiva derivadas, sobre todo, del estado del conocimiento respecto a la aeronáutica, la física, la química, la mecánica, las matemáticas o la astronomía, por ejemplo, propios del siglo XVIII, pero también de los modelos y mentalidad actuales respecto a estos fenómenos.

En relación con el primer modelo, conocemos la existencia de una nueva perspectiva científica basada en el empirismo y el racionalismo de finales del siglo XVII que se traducirá en el siglo siguiente en el fundamento de nuevos conceptos y principios, de técnicas, donde "invento" y "progreso" toman carta de naturaleza práctica. Es decir, la observación da paso al investigador curioso e individualista que en ocasiones, aún sin formación académica, se atreve a indagar en el conocimiento y domesticación de la naturaleza isma de las cosas. Nombres como Watt, Halley, B. Franklin, Lavoisier, etc, indagan sobre la ampliación del vapor, la astronomía, la electrostática, los gases como el oxígeno, el hidrógeno o el notrógeno, etc. tomando como campo metodológico el laboratorio y la experimentación. Es curioso cómo, a veces, tales premisas llegan a chocar de frente con el tradicionalismo de determinados sectores sociales e inmovilistas, especialmente de algunos teólogos que se oponen, por ejemplo, todavía a mediados del siglo XVIII, al uso del pararrayos en los edificios argumentando que los "truenos y rayos eran demostraciones de la ira divina y, por consiguiente era impío oponerse a su poder destructivo" (2). Ciñéndonos a una casuística concreta tenemos multitud de ejemplos que nos ilustran sobre ese interés por el progreso. Entre ellos la constatación de como en 1708, el padre jesuita brasileño, cincuenta y sieta años antes de la aparición de la corriente antijesuítica que recorrerá Europa y España - Bartholomeu Lourenço de Gusmâu, de vuelta de Bolivia, solicita oficialmente al rey de Portugal Joâo V, autorización para construir una máquina voladora con capacidad para transportar a doce hombres y recorrer 200 millas naúticas en veinticuatro horas, lo que fue concedido el 17 de abril de 1709 y probada con éxito efímero el 30 de octubre de ese año. Otros de esos experimentos menos llamativos, quizás, pero igualmente transcendentes para el avance de la ciencia, son el conocido como "botella de Leyden", en 1745, en el que Musschenbroek intenta electrizar el agua contenida en una botella; la confirmación de Le Monnier de las teorías de Newton sobre la gravitación universal en 1746, de Clairaut en 1759, calculando con acierto la fecha del regreso del cometa Halley para ese mismo año; de Passemant, diez años antes, al adaptar a las lentes un mecanismo de relojería que permitía seguir el desplazamiento de los astros, etc. Claro, que tales esperiencias sólo divulgadas y conocidas en pequeños círculos intelectuales europeos y españoles, permanecen al margen de las zonas rurales donde predomina el tradicionalismo, no sólo en la práctica agraria sino también la ignorancia casi absoluta de la ciencia y donde el incipiente sietema de enseñanza local se limita a las reglas básicas de lectura, escritura y aritmética, aplicables a las necesidades más perentorias de la vida cotidiana. Aún en estos casos, el analfabetismo afecta al sector más vulnerable socialmente, es decir, a los jornaleros. Se da el caso de que el primitivo sistema contable de la "caña" que se da en Huéneja hasta el sigloXX como forma de pago en las transacciones comerciales en estancos, ultramarinos, quincallerías y herrerías es el más utilizado, al basarse en la realización de simples muescas en una caña seccionada por la mitad. De este modo resulta fácil contar con los dedos el valor de una prenda y asegurar la custodia del correspondiente "manojo" de cañas ensartadas en un cordel de un año para otro, o mejor dicho, de una cosecha para otra o de "Santiago a Santiago", como se decía entonces.

De ahí que no deba extrañarnos el asombro de cuantas personas contemplasen el fenómeno descrito u oyesen semejante estruendo. No podían suponerque el objeto en cuentión recordase la botella de Leyden o que el mismo fuese, quizás el resultado extraviado, de uno de estos experimentos. Este aspecto que, incluso hoy, produce desconcierto nos lleva a preguntarnos sobre la segunda hipóteis apuntada, la de l ainterpretación "esotérica" identificativa, inevitablemente condicionada por nuevos patrones mentales. Asi, nuevas teorías nos inducen a explorar otros territorios, otras hipótesis de trabajo más sutiles y atractivos. Argumentos como ¿prodigio celeste? ¿portentos y señales? ¿meteoritos o bólidos?, nos conducen subrepticiamente a la leyenda y al mito de lo desconocido y , en consecuencia, fuera de la realidad. Se busca una explicación lógica y racional, creíble, que nos remonte incluso a la Antigüedad, tal y como pone de manifiesto el argentino Víctor Manuel Jara refiriéndose a la época romana (3). Este escritor, apoyándose en numerosos historiadores u oradores, conocidos casi todos ellos, como Tito Livio, Flavio Josefo, Cicerón, Plinio el Viejo, Dion Cassio o Julio Obsequente, no duda en mencionar numerosos prodigios visibles en el cielo, entre los que señala el rapto de Rómulo, arrebatado por una nube espesa; la aparición de extraños globos en el cielo; la presencia de emisarios de los dioses o de soles o escudos en llamas, rodeados de chispas que atraviesan el cielo, o que caen de una estrella para después regresar a ella; de tres lunas visibles al mismo tiempo y objetos ígneos por cuya parte inferior se desprende una luz humosa; la visión de un meteoro que asemeja una abertura en las nubes; de un fenómeno celeste consistente en la aparición de objetos particularmente grandes, alargados y sumamente luminosos (Plínio) o de una bola de fuego que aparece en el cielo y tras volar sobre el campamento de Julio César va a caer en el de su rival Pompeyo, y así numerosos prodigios que, en muchos casos, son relacionados con lo sagrado y que van desde el siglo VIII antes de Cristo al siglo II de nuestra era. Salvando el tiempo y la distancia, ¿no ocurre lo mismo en 1608 a raíz del suceso relativo a los gemidos que durante algún tiempo se oyeron en algunas hazas de Aldeire, o de las luces misteriosas de Vieres en la Alpujarra como ya vimos en su momento, o de los ovnis en la actualidad? (4). Respecto a su identificación como un posible meteorito o bólido, tras analizar detenidamente el documento, sólo cabría en parte asimilarlo al segundo, si definimos a este como de mayor tamaño, de entrada en la atmósfera más espectacular y brillante (¿apariencia cristalina?), que en ocasiones suele explotar creando como fuegos de artificio en el cielo, o haciendo zig-zag aparente (no es este el caso pues sigue una trayectoria rectilinea) o en otras deja una estela de humo tras de sí que puede apreciarse sobre todo si es de día. como vemos podría tratarse, visto lo anterior, del segundo supuesto, aún cuando su aceptación nos plantearía nuevos interrogantes acerca de la velocidad, trayectoria, ergonomía, etc.

Tanto unas interpretaciones como otras sirven, en definitiva, para hacernos reflexionar sobre lo desconocido y misterioso de la naturaleza y de la vida, sobre la permanente inquietud del ser humano y su interés por hallar explicaciones y nuevos caminos en su búsqueda del conocimiento, con el mismo espíritu y curiosidad que los Ilustrados del siglo XVIII plantearon para hacernos salir de las 2tinieblas de la ignorancia", en palabras de Jovellanos y otros pensadores. Lo de menos es ifentificar el fenómeno en sí, sobre el cual caben distintas interpretaciones, lo importante estriba en el correcto uso, real o utópico, de la capacidad deductiva y altruista del ser humano.

(1) Archivo Histórico Nacional. Secc. Osuna. Legajo 3269-1 (2) R. Mousnier y E. Labrousse. Historia General de las Civilizaciones. Vol. V El siglo XVIII. La Revolución técnica. Edit. Destino. Barceloma 1985. (3) Víctor Manuel Jara. Prodigios del cielo en el mundo Antogua. Internet. (4) Rivas Hernández, Miguel Ángel. Suceso extraordinario en el Marquesado. 1680 Rev. Huéneja, octubre 2005. Rev. oficial. pág. 12-15

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