Fabricación de pan en Dílar

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Fabricación de pan

Al ser Dílar un pueblo con mucha agua, ésta se aprovechaba para construir molinos y así utilizar los saltos de agua de las acequias para su funcionamiento.

En Dílar había varios molinos de moler trigo y otros cereales., entre ellos estaban:

Molino del Tito o Molino del Ajo.

Molino de Quinito.

Molino de las Parras.

Molino de Vandurria.

Molino de la Ika.

Molino de Cuesta.

Molino de Fresco.

Molino del Boquete.

Molino de Bizcandía.

Molino de la Niña Micaela.

Molino de Rivas.


El Molino del señor Rivas fue el último en desaparecer, además tenía horno y vendía pan en Otura y Alhendín con un carro y en Dílar lo hacía con un mulo que llevaba dos capachos.

Además de los molinos, en Dílar había varios hornos de pan: el de Juan Muñoz y el horno de Lucrecia, hoy ya desaparecidos.

En los años 55 José Cañete Prados empezó a traer harina de una fábrica de Talará (en el valle de Lecrín), entonces las familias empezaron a hacer su propio amasijo.

En el horno de Juan Muñoz iban con su talega de harina y la sal, ellos les daban la levadura y el agua caliente. Allí había unas artesas (Cajón habitualmente de madera, de forma rectangular y que cuya base a veces es mas pequeña que la boca. Sirve para amasar el pan y para otros usos.) donde se amasaba la harina, mezclada con la levadura, la sal y el agua caliente. Antes de echar la levadura, se pasaba la harina por un cedazo para quitarle las impurezas. Una vez preparada la masa, se dejaba fermentar y luego se cortaba en porciones más o menos del mismo peso y se cocía en el horno. También se hacían duces, tortas de manteca y chicharrones, y galletas para las bodas.

Cuando se acercaba el día de San Marcos, se pedía turno para amasar los hornazos y como había tanta gente esperando , si tocaba a las doce de la noche aquello se convertía en una fiesta. Se hacían 4 kilos de harina, 1 litro de aceite, se amasaba la harina con el aceite y después le echaban el agua y la sal, volviéndolo a amasar. Se cortan los bollos redondos como panecillos, que llamaban eñir, luego se colocaba encima un huevo quedando hundido en la masa con una cancelita por encima. Después de esperar el tiempo debido para la fermentación, se le untaba huevo batido por encima que le daba brillo, saliendo un pan exquisito y ya solo quedaba salir al campo para "atar al diablo".

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