El Paseo de los Tristes, una calle que recuerda a tristeza pero suena a alegría

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El Paseo de los Tristes es una arteria que conecta en la mágica ciudad de Granada la enorme plaza Nueva con el tramo inicial de la cuesta del Albayzin. Este paseo, que luce un empedrado original con más de 500 años de antigüedad, es un camino melancólico que representa con fiel verosimilitud el duende que se atribuye a la ciudad granadina. Sus puentes de piedra, sus casas dominadas por la vegetación de un río Darro frío pero renovador, provocan la falsa impresión en el visitante de que el nombre de este Paseo de los Tristes se debe al paisaje melancólico que lo domina.

Sin embargo, aunque su origen está relacionado efectivamente con la tristeza, no es debido a la sensación que su recorrido provoca en el caminante, sino que a través de esta calle pasaban los cortejos fúnebres que caminaban en procesión hasta el cementerio próximo a la Alhambra (colina de la Sabika).

El poeta Javier Egea recreó en su libro “Paseo de los Tristes” esta calle utilizando su nombre como metáfora de la sociedad de finales del siglo XX. En este libro, la elección precisamente de elementos de esta calle provocó la clasificación de este poeta dentro de la corriente poética de la experiencia, en la cual los elementos anímicos se contraponen a los elementos urbanos. Qué mejor calle que este Paseo de los Tristes para representar, no sólo estética sino nominalmente, para dar título a un libro sobre el devenir melancólico de los ciudadanos.

Actualmente además muchos turistas declaran que el nombre de este Paseo de los Tristes tiene un nuevo carácter sorprendente. Desde hace unos años, dada la proliferación de terrazas y restaurantes, muchos músicos profesionales actúan frente a ellos a cambio de aplausos y alguna propina voluntaria. La gran calidad de muchos de estos músicos han provocado que el Paseo de los Tristes se llene, irónicamente, de alegría musical: flamenco, música clásica, canción de autor… Ahora el nombre de esta calle es también una anécdota en sí mismo.

Para todo aquel que visite Granada, este Paseo de los Tristes deberá ser una parada obligatoria. No sólo podrá deleitarse con los versos de Egea: «alguna vez, aunque parezca sueño, invención o blasfemia, me he sentido feliz», sino que, a pesar del nombre de esta calle, sentirá cómo la tristeza se apaga poco a poco.


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